-Capítulo XV-

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Los cuerpos desnudos estaban enredados como si quisieran volverse uno, Haru con ambas piernas alrededor de Daisuke, quien tuvo que separarse al no aguantar más la creciente necesidad desde el núcleo más profundo de su ser. A un ritmo bastante apurado se levantó de la cama y hurgó en los bolsillos de su traje doblado sobre la silla. Kato se quedó mirándolo, expectante, hasta que notó la hilera de preservativos de marca que Daisuke había llevado.

-¿Tenías eso en tu traje todo este tiempo?-

-No, en la guantera del auto. Mientras nos besábamos guardé algunos.-

Haru torció la cabeza como un cachorro confundido que intenta de adivinar cómo funciona algo. Le era incomprensible que el hombre fuera tan precavido y atento en cada actividad, sin dejar nada librado al azar. Si bien era algo que le atraía de él, en cierto punto lo impactaba demasiado. ¿Cómo lo hizo sin que él lo note? Negó sutilmente con la cabeza y cerró los ojos por un instante, rindiéndose a pensar. Es Kambe Daisuke, nada debería sorprenderlo de él.

-Lo que no tengo es lubricante.-

-¡Por supuesto que no! Ya sería demasiado, incluso para ti. Yo tengo.- Se levantó y su cuerpo desnudo y flaco pero estilizado salió por la puerta para retornar con un pequeño frasco.

-Dijiste que nunca lo habías hecho.- Arrugó apenas el entrecejo.

-¡Pues no, no lo he hecho! Pero alguien despertó la curiosidad en mí y pensé que... Creí que estaría bien estar preparado para lo que sea.-

La respuesta devolvió el buen humor al millonario. Recibió el lubricante y Haru volvió a la cama. Parecía estar impaciente.

-¿Prefieres sabor menta o frambuesa?-

-¡Solo...!- Quiso estallar pero intentó controlar su carácter. -Solo ven aquí, niño rico.-

Daisuke se decidió por el preservativo frutal y en menos tiempo del medido por Haru retornó a la cama con un par y el frasco de vaselina. Se puso ambas piernas sobre los hombros, las acarició y besó con una lentitud tan torturante y sensual que Haru quiso patearlo, pero antes de realmente considerarlo, Daisuke se escupió en una mano. El acto en sí le pareció repugnante al más alto, pero pese a sí mismo se mordió el interior de la mejilla, excitado, al ver a Kambe hacerlo. Un dedo empezó a hacer presión contra su entrada y su rostro enrojeció.

-¿Por qué tiene que ser en esta postura? Quisiera estar dándote la espalda.-

-No, quiero verte.- Resolvió Daisuke, decidido.

-Pudiste haber usado el lubricante. Para algo lo compré.-

-¿Vas a estar quejándote todo el tiempo?-

-¿Y si lo hago, qué harás?- El desafío en sus ojos estalló una nueva oleada de placer en Kambe.

-Tendré que hacerte callar.- Afinó una sonrisa. -O gritar.-

Lo último lo dijo más como una promesa que como un comentario, y dado que jamás lo había hecho antes, Haru no se sintió en posición de replicar. De hecho, no sabía muy bien qué esperar.

-Pero necesito que te relajes.- Dijo superponiendo su cuidado a las asfixiantes ganas de tener sexo hasta caer agotado. -De otra forma, será difícil.-

Acongojado, Kato temía haberse comprometido demasiado. ¿Y si era una mala idea después de todo? Lo reflexionó pero la idea voló de su mente tan rápido como aterrizó. Para nada.

Su expresión apaciguada tranquilizó a Daisuke.

Aquello no era un error. Si lo fuera, ¿cómo podría sentirse tan bien?

Solo por una noche - DaiharuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora