Como si detrás de la noche se ocultara algo brillante y el manto oscuro estuviera repleto de agujeros por los cuales la luz pasaba, con tal intensidad brillaban las estrellas, y las nubes se habían disipado lo suficiente para poder apreciarlas detrás del cristal de la ventana del auto.
Haru tenía una mejilla apoyada en su muñeca y el codo descansando sobre el apoyabrazos le dio la estabilidad necesaria para que cierre los ojos. No tenía sueño, pero el movimiento del vehículo era relajante. Sin estar en medio de una persecución policiaca Daisuke era un buen conductor. Sentía el alcohol deshaciéndose en su organismo por cada kilómetro arrasado y el aroma a limpieza sumado al calor que destilaba la calefacción generaron un ambiente tranquilo. Sonrió un poquito por la comodidad y Daisuke lo miró de costado.
Este último agradeció una luz roja porque pudo darse varios segundos para observarlo con más detenimiento. A menudo Daisuke necesita de impulsos para hacer algo, de provocaciones que lo inciten a moverse, pero en este caso la simple presencia de Haru parecía encender su voluntad más allá de lo que, tal vez, debería. Quiso acariciar su cabello, que le recordaba al pelaje de seda de un gato persa y que al verlo con detenimiento notó que algunos eran como hebras de oro que, mezclados en los demás más oscuros, eran opacados. La piel de su rostro y cuello se veía tan suavecita, tan deliciosa. Lo miraba en silencio y sin percibirlo Haru, iba encendiendo una llama en el desacostumbrado corazón del millonario.
La luz cambió a verde y no tardó en acelerar nuevamente, cuidando de hacerlo despacio para no despabilar a su compañero. Dobló en una calle principal y a los pocos metros llegó a un complejo de edificios bastante mediocre.
-Llegamos.- Se oyó la voz de Daisuke y Haru abrió sus ojos, desconcertado.
Parpadeó un par de veces y giró para encontrarse frente a la puerta de su edificio.
-¿Qué hacemos aquí?- Volteó hacia Kambe.
-Te traje a casa.-
-¿Por qué? No íbamos a...- Quiso formular pero se detuvo. -¿No íbamos a ir a tu casa?-
Daisuke inclinó la cabeza un poco, confundido pero sin expresarlo tanto como Haru.
-No me dijiste nada, por lo que pensé que no querías hacerlo.-
-Oh.- Frunció apenas el ceño pero no se despegó del asiento.
De inmediato Daisuke se dio cuenta de lo que aquello significaba y se reprimió con enorme fuerza de voluntad las ganas de abrazarlo y besar sus preciosos labios de una buena vez.
-¿Inspector Kato?-
-Escúchame, sé que dije que no pero...- Quiso encontrar las palabras adecuadas, más nunca se presentaron. -Yo tampoco lo entiendo, pero siento que es lo que tengo ganas de hacer.-
-Bebiste demasiado.-
-Maldición. ¡Era esto lo que buscabas, ¿cierto?! Tómalo.- Estalló con frustración. -Ni si quiera sigo ebrio. Estoy bien.- Y la constancia de su tono comprobó que era cierto.
Por alguna razón, Kambe no podía terminar de creer que eso estaba ocurriendo. Era mejor que cualquier sueño que haya soñado o cualquier fantasía que hubiera dibujado en su mente. Ahí estaba, firme en aceptar su propuesta a pesar de tener la salida a menos de veinte metros.
-Haru.- Pronunció en ronco murmullo.
El nombrado giró a verlo para recriminar que lo llame por su nombre, pero los labios ardientes sellaron los suyos y una mano sostuvo con firmeza su cara, para evitar que se mueva. Asombrosamente, pensó Daisuke, Haru no lo hizo ni lo detuvo. Al contrario, abrió la boca para permitir el paso de su lengua que insistió en ingresar. Pronto, la mano libre de Daisuke encontró lugar en la nuca de su amante, para acercarlo aún más y conseguir profundidad.
Se besaron mucho tiempo, más del que le pareció coherente al mayor, por lo que intentó separarse para recuperar aire y la vista que tuvo de Daisuke le hizo pensar que debía verse un desastre mientras que el otro sonreía con imperturbable satisfacción. Le recordó a la sonrisa que le vio mientras empujaba la camioneta al rio en su primer encuentro. En cambio, él se sentía sudado, con la cabeza hirviendo y avergonzado de una manera sin precedentes.
Quiso limpiarse las comisuras de los labios con la manga del traje pero no le pareció apropiado. No lo pagó y el verdadero poseedor estaba frente suyo, por lo que optó por relamerlos, pero luego de hacerlo los labios del otro volvieron a interceptarlo. No pudo evitar gemir cuando las manos frías del rico tocaron la piel de su hombro por debajo de la camisa.
-Espera, Kambe. Estamos en el auto.-
-Tengo vidrios polarizados. No te preocupes.-
-¿Quieres pasar?- Ofreció y los ojos oceánicos de Daisuke se abrieron con sorpresa. -¿Qué?-
-¿Me estás invitando a tu departamento? Sí que debes estar caliente.-
-¡Kambe!- Lo empujó hasta devolverlo a su puesto de conductor. -Iba a decir que tomemos té o algo para que se me vaya un poco el alcohol. Si lo que te molesta tanto es que haya bebido.-
-Por supuesto.- Aceptó estrechando contra sus labios la mano de su amante.
-Ya deja eso.- Se apresuró por abrir la puerta y salir del vehículo.
Piso número ocho.
Para un edificio con diez pisos era bastante alto, pero sin importar la humildad, localización o altura del hogar de Haru, Daisuke sintió que ascendía al paraíso cuando la puerta del destrozado ascensor se cerró y nadie entró con ellos.
-Este es un buen momento para continuar el beso que dejamos abajo.-
-Cállate.- Se negó a mirarlo Kato, aflojando la corbata de su cuello por completo. -Al fin. Estaba muy ajustada. No entiendo cómo puedes estar vestido así todo el tiempo.-
-*Tanta belleza.*-
-Estoy acostumbrado.- Respondió sin emoción alguna.
-Sí, lo sé.- Asentó sus grandes ojos en el cabello negro del otro. -Estás algo despeinado.-
-¿Sí?-
-Sí. Es raro, pero me gusta quitarme la imagen perfecta que tengo de ti.-
-¿Crees que soy perfecto?- Sonrió con soberbia, consciente de su sex appeal.
Su nuevo amante lo miró con recelo y suspiró por la nariz junto a una sonrisa, acto con el dio a entender: "Como si no lo supieras." Y Daisuke asfixió su deseo de volver a besarlo.
El timbre del ascensor salvó a Haru de contestar a la provocación de Daisuke con palabras y abrió la puerta de acero que logró destrabar fácilmente, acostumbrado al fallo, y luego la de madera. Daisuke notó esto, pues él nunca tuvo que destrabar una puerta. Al más mínimo indicio de fallo en lo que sea que lo rodee, sus millones se movían y el fallo se resolvía.
Siguió al dueño de casa como cuando tuvo que seguirlo como un cachorro en su primer día de trabajo como equipo, con la leve diferencia de que Haru sentía la mirada de Daisuke subiendo y bajando por su cuerpo. Giró con decisión la cabeza por encima del hombro.
-Deja de mirarme.-
-Pides imposibles.-
El rubor de Kato se extendió de nuevo y odiaba la sensación que recorría su espalda ante ese tonto niño rico. Se había acostumbrado a vivir sin admiradores desde su adolescencia y la sensación de ruborizarse siendo adulto lo hizo sentir estúpido, pero sabía que Daisuke tenía un lado infantil que gozaba con hacerlo sentir así. Sacó las llaves y abrió la puerta de su casa.
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Solo por una noche - Daiharu
FanfictionNovela corta inspirada en una escena de "Las Mil y Una Noches" con ambos detectives como personajes principales. Me pareció interesante la idea de crear una historia donde se revela la verdadera naturaleza de la relación entre ambos pero retomando u...