Promesas

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Me satisface compartir con ustedes que la tormenta del drama y la tristeza se comienza a esfumar. Ahora, el amor y la paz comienzan a reemplazarla. Muchas gracias a todxs lxs que siguen aquí a pesar de todas las veces que los hice sufrir. Son unxs guerrerxs de primera. Prometo que cada lágrima de tristeza será reemplazada por una de felicidad.

IMPORTANTE:
Sin embargo, nada es para siempre en esta vida. Solo nos quedan tres capítulos de Punto y coma, por lo que los invito a ver el final de la historia como algo positivo. ¡Hay que estar agradecidos porque la historia ocurrió y no tristes porque acaba!

Sin nada más que decir, ¡disfruten de la lectura, a do ra dx s!
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José María estaba sentado en el sofá de la sala de estar de Alicia. Después del reencuentro con Paulina, se sentía dividido en dos. Por una parte, entendía por qué le había mentido tanto. Lo había hecho por él, porque sabía que ya no podía más. Sabía que el no ser quién él se sentía interiormente lo estaba destruyendo. Joder, había sacrificado su felicidad por la de él. ¿Cuántas personas estaban dispuestas a hacer lo que ella? Paulina lo entendía como nadie y a pesar de que al principio no tomó su confesión bien, aprendió a comprenderlo y a amarlo por quien era. Por otra parte, estaban las mentiras y el daño que le había provocado. Lo había engañado, había traicionado su confianza, había jugado con sus sentimientos como nadie lo había hecho con anterioridad. Le había ocultado su embarazo. Le había roto el corazón dos veces y la lista de seguía. Pero no valía la pena nombrar todas y cada una de las acciones de Paulina que lo habían lastimado, pues todas ellas llevaban a la misma respuesta: lo había hecho por él. José María estaba consciente de que ambos se habían hecho mucho daño, de que ambos se habían mentido. Joder, que le mintió por años sobre quién verdaderamente era, pero así y todo Paulina sacrificó esos meses de su vida por él. La morena era una en un millón. Sabía que jamás en su puta vida encontraría a alguien tan generosa como ella y eso podía ser una maldición o una bendición. El español se pasó las manos por la cara en signo de frustración.

"¿En qué piensas?" Alicia interrumpió sus pensamientos mientras se sentaba junto a él en el sofá. José María le dedicó una media sonrisa. Después de las compras que habían hecho, llegaron a casa y cada uno se fue a su habitación. El encuentro con Paulina lo había afectado más de lo que él pensaba.

"En Paulina," respondió él, seriamente. Alicia se mordió el labio. "No te dije nada cuando llegué aquí porque todo era muy reciente y todavía es un tema delicado para mí," se disculpó, mirándola. Alicia le sonrió y le puso una mano en el hombro. No hacía falta que se justificara, ella ya lo sabía. Mientras su primer amor rompía a llorar en sus brazos hace una semana atrás, la pelirroja buscaba las posibles razones detrás de su dolor.

"No te preocupes. Pude apreciar que tenían bastantes problemas," dijo Alicia, removiendo su mano de su hombro. José María frunció el ceño mientras la miraba. "Perdona, es que he escuchado parte de su conversación en el estacionamiento cuando iba a mi auto," le explicó, ruborizándose. José María confiaba mucho en ella, pero no le hacía gracia lo que estaba escuchando. Su conversación con Paulina era íntima y odiaba que se entrometieran en su vida personal.

"Era una conversación privada, Alicia," José María dijo, removiéndose incómodo en el asiento. Alicia suspiró frustrada. "¿Qué has oído?" le preguntó, curioso. Alicia dejó escapar una risa nerviosa.

"Escuché que le pedías tiempo, pero nada más. En cuanto me di cuenta de lo delicado del asunto, me retiré inmediatamente," la pelirroja respondió, seriamente. Sabía que José María, al igual que ella, odiaba a la gente entrometida. "Me disculpo si te he incomodado. Solo quiero que me dejes ayudarte, José. No me gusta verte así," añadió, dándole una pequeña sonrisa. José María asintió aliviado. Sabía que Alicia no los hubiera espiado apropósito. Lo respetaba demasiado para hacerle algo así.

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