María José

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Ya solo queda un capítulo para el final, o i ga n.
¡Disfruten de la lectura, a do ra dxs!
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Después de la ecografía y de la revelación del sexo de su bebé, Paulina y José María habían decidido que ya era hora de que toda la familia se enterara de las buenas nuevas, pues la morena no podía seguir lidiando con los asuntos de la florería, los problemas de su familia y con el cabaret como si nada. Además, quería enfocarse en disfrutar de lo que le quedaba de su embarazo y en apoyar a José María con el tratamiento hormonal que éste estaba llevando a cabo. La pequeña familia había salido de la consulta y habían llegado a la casa grande en menos de quince minutos. Se habían bajado del auto para conversar con su hijo de lo que habían acordado en su trayecto a Las Lomas.

"¿Recuerdas lo que te dijimos, mi amor?" Paulina le preguntó lo mismo a su hijo por quinta vez consecutiva. Bruno asintió mientras ponía los ojos en blanco. "No me hagas ese gesto, niño," la morena lo reprimió, exasperada. Estaba nerviosa, pues ese mismo día Ernesto había salido de la cárcel y la cena familiar era para celebrarlo. Por esto, Paulina no quería robarle la atención hasta después del postre y temía que su hijo fuera a abrir la boca antes de tiempo por la emoción. José María le puso una mano en el hombro para que se relajara. La mexicana cruzó sus brazos bajo su pecho.

"Vale, repasemos el plan una última vez. Nadie hablará del embarazo hasta después del postre, ¿queda claro?" José María preguntó, mirando a su hijo de once años. El niño asintió. Estaba impaciente por entrar a la casa, ya que hace meses que no veía a su abuelo y no podía esperar más. "Brunito, puedes irte, hijo. Mamá y yo vamos en seguida," el español añadió, mientras su atención se dirigía  a la morena. Sabía que algo le estaba molestando. Paulina se lamió los labios. Bruno se alejó de sus padres con rumbo a la casa grande. "¿Qué pasa?" le preguntó, buscando su mirada.

"Todos nos van a felicitar menos mi mamá. La conozco y sé que se va a ofender por haberle ocultado la existencia de la creatura," Paulina le explicó, suspirando. José María asintió, pues él también tenía claro que Virginia se iba a enfadar y probablemente los iba a atacar sin piedad. "¿Qué les vamos a decir? ¿Les decimos la verdad o seguimos con la mentira? Van a querer respuestas, José María," la morena añadió, molesta. El español la acercó a él, pero Paulina se alejó.

"Seguimos con la mentira. No tienen porqué saber toda la historia. Si les decimos todo, probablemente no lo entiendan y Virginia se enfurecerá incluso más," José María respondió, lamiéndose los labios. La matriarca de la familia podía ser muy severa cuando se trataba del '¿qué dirá la gente?' y sabía que reprimiría a Paulina y a él por todo lo que habían hecho hasta ese entonces. La sola idea de que supieran la mentira de Paulina sobre el aborto lo aterraba. El español miró a su pareja y notó que comenzaba a relajarse un poco. "Venga, Pau. Todo va a salir bien," añadió, cogiendo su mano entre las suyas. Paulina chasqueó la lengua.

"No nos engañemos. Será un desastre," Paulina replicó, secamente. José María escondió una sonrisa y acortó la distancia entre ellos. La morena rodó los ojos. El español rozó sus narices y esto logró que se le escapara una sonrisa. José María rió triunfante y aprovechando la proximidad, le robó un beso. "Te pasas, oye," Paulina añadió, dándole una pequeña palmada en el hombro. José María se mordió el labio y se alejó de ella.

"Puede ser el último beso, Pau. Tu mamá me va a odiar nuevamente y si se ha fumado sus hierbas, hasta intenta algo con el cuchillo," José María comentó, riendo. Paulina puso los ojos en blanco y le cogió la mano mientras se dirigían a la puerta de la casa.

"No digas estupideces, José María. Mi mamá no es así," la morena replicó, sacudiendo la cabeza de lado a lado. Sin embargo, internamente Paulina deseaba que su mamá se hubiese fumado sus hierbas, pues estaría más relajada y menos a la defensiva. José María suspiró y estaba por tocar el timbre cuando Paulina lo atrajo hacia ella. Su mano derecha fue a su nuca y se puso en puntillas. Si ese era su último beso, tenía que ser memorable. El español sonrió en el beso y le mordió el labio. La pareja estaba tan inmersa en su propio mundo que no escucharon la puerta abrirse. 

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