- Es una sorpresa encontrarte por aquí.- Sus ojos me inspeccionaron meticulosamente.- ¿te encuentras bien?-
-Si..- Mi pecho aún retumbaba inquieto impidiendome recobrar total compostura- Me disculpo reina Aslaug, no era mi intención golpearla, ¿le ocasione algun daño?-
- Descuida, sólo fué un ligero tropiezo.- Su mano me se posó en mi hombro.- Pero ya que nos hemos encontrado, ¿gustarias acompañarme? un par de manos extra me vendrían de ayuda.-
Fruncí el ceño ligeramente sin comprender del todo hasta que mi vision viajó hasta el suelo, donde pequeños cuencos se encontraban dispersos en el suelo.
Con rapidez me incliné y los recogí antes de que mi torpeza se tomara como insolencia. Lo último que me faltaría sería deshonrar a la reina de una forma tan absurda.
La mujer frente a mi sonrió levemente y retomó sus pasos conmigo a su lado.
Giré levemente sobre mi hombro para darle un último vistazo a aquella choza. Por alguna extraña razón el aura perturbadora que había percibido anteriormente parecía haberse esfumado, resultando en una tranquilidad latosa.
Luego averiguaría lo que sucede allí
- Espero que mi compañia no te resulte improcedente.- La voz de Aslaug me alejo de mis pensamientos.
-Para nada, es un gusto ayudarle, estoy a su disposición siempre que lo requiera.-Nuestros pasos resonaban en un tranquilo compas sobre la tierra húmeda.
-Me alegra oirlo, pero eso no quita de que sea consciente de tu cansancio.- hizo una pausa.- Respecto a hoy, ¿Cómo les ha ido a mis muchachos? No me sorprendería escuchar que han causado algún alboroto.-
-Pues..- Medite bien mis palabras.- Ha sido una buena jornada, son unos excelentes guerreros y no tengo duda que nuestros entrenamientos culminaran con el tiempo en buenos frutos.-
- Esas son buenas noticias.- Me sonrió levemente.- Sin dudas que su presencia aquí nos servirá de mucho a todos.-
Le devolví el gesto.- Gracias, sus palabras son muy gentiles.-
Observé con curiosidad los cuencos que llevaba en mis manos, algunas raíces y polvos parecían llenar su interior. Con algo de disimulo intenté olfatearlos levemente sin llegar a descubrir demasiado. Eran completamente desconocidos a mi parecer.
-Son para el dolor.- Soltó un suspiro.- Mi hijo menor sufre mucho por su condición, como ya de seguro habrás notado.-
Un pequeño dolor se instaló en mi pecho al recordarle.- ¿Esto le ayuda a sanar?-
-Lamentablemente no, sólo disminuye un poco su pesadez.- Sus brazos estrujaron minimamente los cuencos contra su cuerpo.- Hemos intentado de todo, posiones, curanderos, sacrificios, pero nada parece resultar. Los dioses le han dejado un camino muy duro a mi pequeño Ivar.-
-De verdad lo siento, no imagino el sufrimiento que debe de soportar.-
- De pequeño lloraba constantemente, casi no lograba consiliar el sueño.- Una sonrisa nostálgica ocupo su rostro.- Luego de un par de años aprendió a sobrellevarlo, adoraba estar en mis brazos, siempre se acurrucaba contra mi cuello y no se quedaba quieto hasta que le cantara.-
Intenté reconstruir aquel relato en mi imaginación y la pequeña imagen del ojiazul me conmovio de ternura.- Sin dudas que ha sido afortunado de tenerle.-
-Siempre he intentado cuidarlo lo mejor que pude, aunque a veces él dice que lo sobreprotejo.- Rió.- No puedo evitarlo sabes, desde su primer día de vida todos le dieron la espalda alegando que los dioses le habían abandonado, nadie suele acercarse a el con buenas intenciones.-
-Sólo ha intentado hacer lo que cualquier madre haría por su hijo, su amor no es motivo de culpa.-
-Supongo que tus palabras tienen toda la razón.- Me miró fugazmente.- Aunque aún me cuesta soltarle, a todos mis muchachos en realidad.-
- Estoy segura de que sus hijos inscribiran grandes historias, de seguro su destino promete mucho.-
- Su apellido les ampara, aunque los sentencia al mismo tiempo. Todos esperan que sigan los pasos de su padre, que conquisten grandes riquezas y que reinen en su nombre.- Sus pasos se detuvieron.- El poder nunca se obtiene con sociego, temo que sus vidas tornen en una guerra imposible de vencer.-
- Confío en que sus dioses sabrán guiarlos por el mejor camino.- Su notable preocupación no me fué indiferente.
Aslaug sonrió con dulzura y posó una de sus manos en mi mejilla.- El vidente tenía razón, la dulzura de tu corazón es muy contagiosa.-
Mis ojos se abrieron con sopresa al escuchar aquellas palabras.
¿Había consultado por mí con el anciano?
- Se que tal vez mis palabras te desconcierten, dado que nos conocemos recientemente, pero creeme que no puedo estar mas complacida de tu instancia en mis tierras. Se acercan tiempos difíciles y cuento contigo para mi ausencia.-
Giré mi cabeza aún más confundida.- No comprendo reina Aslaug ¿a caso, planea irse?.-
La expresión de sus ojos cambió.- Los lobos me persiguen Laira, uno muy en particular. No podré permanecer eternamente.-
La boca se me secó de la impresión, lo que menos esperaba en aquella caminata era tan repentina afinidad. El sonido del entorno se detuvo momentaneamente, como si el mismo bosque quisiera preservar nuestro encuentro en secreto.
- Tu llegada no es ninguna coincidencia, nuestros destinos han decidido entrelazarse, es curioso el modo en que los dioses hacen de las suyas.- Sonrió.- Por mucho tiempo rogué hallar la cura a su sufrimiento, lo que menos imaginaba es que llegaría con la misma tormenta. De todos modos no puedo negar que el precio vale la pena, eres lo mejor que el destino ha prometido.-
Intenté darle un sentido a todo aquello pero se me fué imposible, su cariño y cercanía me desorientaban notablemente.
- Quisiera poder explicarte tantas cosas, pero el futuro me lo prohibe, no hasta que sea el momento necesario. Espero que tu corazón sea lo suficientemente fuerte para vencer las luchas que se avecinan, pero aún más para domar al mar que yace inquieto.- Besó fugazmente mi frente, con la misma delicadeza que una madre tendría con su hija.- Confío en ti.- Sus ojos me dieron una última mirada antes de retirarse en dirección al pueblo, dejándome totalmente pasmada.
¿Realmente podría confiar en el destino?
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Laira (ivar the boneless)
General FictionLa tierra nórdica se encontraba preparada para la guerra, mas no para un caos entre dos mundos. Y mucho menos, para el encuentro entre dos corazones.