16. Derretido.

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Pov. Allen.




Dicen que después de la tormenta, viene la calma. Lo que nadie dice nunca, es la sensación de estar de estar perdido en medio de la nada, casi al borde de la abismo... Tenía la sensación de las cosas malas las sentía con el doble de dolor.

— Mocoso, deja eso que te acaba de meter él boca en su sitio. — Me regañó Cross, a él siempre le había puesto nervioso verme comer, y de alguna forma había detectado mi visita a la nevera. Por su puesto, pretendía que quitara ese trozo de queso y lo escupiera al cubo. Le di un mordisco, el más grande que pude, y lo dejé sobre la mesada para comenzar a caminar hacia atrás y salir por la otra puerta de la cocina. De todas formas, llevaba ventaja puesto que mi tío Nea iba detrás de él, completamente cabreado.

— Deja al niño en, paz, estoy en medio de una discusión contigo. — Mientras le cantaba las cuarenta señalándole con el dedo, Cross se liaba un nuevo cigarrillo con un rostro completamente inexpresivo.

Se supone que ellos eran viejos amigos, pero en realidad, no se soportaban.

Que se pelearan siempre fue algo que me trajo sin cuidado, el problema es que el tema principal de disputa no era nada más que yo. Desde que salí del armario, solo podía respirar el aire de tensión en mi casa, me habían expulsado de mi anterior instituto y ahora habían tomado la drástica decisión de enviarme lo más lejos que podían, fuera del ojo de huracán, donde nadie pudiera reconocerme, y nadie pudiera avergonzarse de mí.

Si hubiera sido un gay normal, no habría sido tan problemático... pero en mi caso, estar enamorado de mi profesor de matemática no ayudaba en absoluto... en vez deprimirme con la idea de no poder volver a verlo, intentaba dejar el vacío que él había dejado con comida. Me senté el sofá cubriéndome con la manta para frenar las voces discutiendo.

— Está bien, Black Order es un buen colegio, no tendrá tiempo de pensar en revolcarse con otros chicos... si es lo que te preocupa. — Cross dio calada profunda a su cigarrillo. Se apoyó sobre la nevera impidiéndome el ascenso a esta.

— ¿¡Y qué me dices de los dormitorios!? Va a tener que compartir habitación con otro chico.

— Bha...

— ¡Y los baños! ¡Son compartidos! — Cross soltó un risotada fuerte, al parecer Nea se había informado a la perfección. Seguramente estaba pensando que estaba listo para abrirme de piernas a cualquier chico que tuviera delante.

— En ese caso. Solo no dejes caer el jabón, mocoso. — En ese momento, miró hacia mi dirección, sonriéndome pícaramente. Me tapé la cara de inmediato cerrando fuertemente los los ojos, con muchas ganas de poder golpearlo.

Sí claro, como si eso fuera a ser posible.


.


.


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— ¿Me dejas entrar?

Esa pregunta es una trampa.

Estaba todo el lugar húmedo... muy sofocante. Aunque había puesto el agua fría para calmar mi deseo e intentar limpiar mi piel sucia... Lavi había decidido ponerla caliente.

No puedo dormirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora