Capítulo 2

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Abraham Johnson.

—Prepárame las maletas— le dije a la nana en un tono tan agradable a decir verdad, estoy bastante agobiado porque aún no están las cosas listas para cuando deba irme a la Universidsd. Bajé a la sala principal de mi casa y ahí pude ver a mi madre,  estaba con mi hermano sentados en el sofá viendo la tele, o más bien, el aburrido programa que dan a ésta hora: va de un hombre que se dedica a estallar pasteles contra el rostro de las personas en la calle.

¿Lo más irreal? La reacción de la gente. Si a mí me meten una tarta en la cara, les doy una paliza que se les aflojará el culo.

Mi hermano menor se llama Lucas, y a pesar de tener solo catorce años parece mucho más grande, es muy inteligente, aplicado, centrado y a veces es incluso más maduro que yo.

—¿Ya hiciste las maletas? —preguntó mi madre al verme.

—Las está haciendo la nana.

—Cómo me gustaría ir a la Universidad también, deben haber muchas chicas guapas —indicó el tonto de mi hermano. Yo solté una carcajada.

—No creo que ninguna de ellas esté dispuesta a limpiarte los mocos —él me miró mal.

—Basta ya —zanjó mi madre molesta.

—¿No te da emoción?

—No es mi primer año como para estar emocionado —miré a mi mamá—, voy a caminar un rato.

—No tardes, cariño —no respondí nada y me dirigí a la puerta principal para salir de la casa. A medida que iba caminando, saqué de mi bolsillo derecho una caja de cigarrillos, el mechero y encendí el tabaco de inmediato. No es un vicio hasta el momento, pero debo admitir que me relaja bastante.

Caminé con mucha lentitud mientras me lo fumaba. En la calle no había nadie, por lo que pude disfrutarlo aún más. Estaba en silencio, lo único que aturdía mis oídos era el viento y el sonido de las aves, pero más allá de éso nada ni nadie me aturdió.

Entre caladas largas el cigarro se acabó y opté por tirarlo al suelo y pisarlo ya que no ví cerca ningún latón de basura.

Pasé por delante de la casa de Ibrahim, mi mejor amigo desde la infancia.

Él estaba en el jardín con el perro, lo puede observar desde fuera. Silvé con los dedos pulgar e índice en mi boca y él no tardó en mirarme, podría decir que de esa forma nos llamamos. Él lanzó la pelota del perro a la dirección contraria de mí y éste fué corriendo trás ella. Se acercó y chocamos puños a penas estábamos cara a cara.

— ¿Listo para la universidad? —hice una pequeña sonrisa.

—¿Para qué no está listo Abraham Johnson? — él sonrió ampliamente.

—Espero que hayan chicas guapas este año.

—Como en todos, bro.

—Y como en todos te follarás a todas las guapas, ¿cierto?

Es como un ritual. Todos los años tengo que hacerlo, tampoco es que lo decida por ser malo, no, las mujeres llegan a mí solas y yo simplemente pongo mis encantos de hombre. O también como en la mayoría de situaciones yo llego a ellas y sólo se dejan llevar.

Nada más.

No hay planeas, no hay estrategias.

—Las cosas obvias no se preguntan —se echó a reír.

— ¿Y por qué viniste caminando y no en auto?

—Quería caminar un poco —le respondí seriamente.

—Está bien. ¿Te parece si entramos y bebemos un trago?

—Lo más interesante que has dicho hasta ahora, hermano —le dí un pequeño golpe en el hombro y entramos a su casa.

La casa amplia de Ibrahim me recibe. Los colores crema en la pared son algo que siempre me han llamado la atención de aquí, parece simple, pero le dan un aire demasiado bohemio e interesante al lugar.

Lo acompaño a buscar los tragos. La barra amplia y llena de diferentes botellas me incita a querer beberme algo bastante fuerte para despejar la mente, cosa que nunca está de más.

—¿Jack Daniels? —me pregunta.

—Por supuesto.

Me da el vaso y no dudo en inclinar mi boca sobre él para beber un trago que incita a mi cuerpo a tomar el segundo.

—Estoy un poco asustado, —me dice de repente.

—¿Y eso por qué?

—No lo sé, algo me dice que este curso será diferente al anterior. Ya sabes, que tendré líos de los que no estoy acostumbrado.

—¿Líos? ¿Qué clase de líos?

—Líos de amor, querido idiota.

—¿De amor? —me reí— ¿En serio desde ahora estás pensando que terminarás el curso enamoradito?

—¡No me refiero a eso, imbécil!

—Acabas de escupir mi rostro.

—Quiero decir que algo me dice que este año me engancharé a alguien, no sé porqué— se detiene— ¿Nunca te ha ocurrido? Es como cuando comienzas un Año Nuevo, siempre solemos tener un presentimiento, algo que nos dice si ese año será bueno o no. Si nos equivocamos ya es algo colateral, pero ahora mismo siento eso, que terminaré como idiota enamorado de alguien. —me mira— ¿No te ha ocurrido?

—No, la verdad es que no.

—Siempre tan insufrible —rueda los ojos.

—Pero supongo que tendrás que esperar, tal vez si encuentras a alguien que te guste de verdad. El problema estará en sí esa persona está dispuesta a aguantarte.

—A veces me caes tan mal.

Me río sin contenerme. Ibrahim es un idiota, nadie puede negarlo. Pero realmente no sé que sería de mí si en algunas situaciones él no hubiese estado a mi lado. Lo considero un hermano aunque no llevemos la misma sangre, siempre estaré para él y no tengo dudas de que él también para mí.

De hecho, recuerdo en algún momento de nuestra infancia como yo me metí en problemas con otro chico de nuestra edad. Nosotros siempre jugábamos fútbol en un parque cerca de nuestras casas y ese niño igual, el caso fue que un día su pelota me dió tan fuerte en la nariz que casi me la rompe.

Peleamos ese día, como era lógico. Él estuvo a punto de romper lo más lindo de mi cuerpo.

Pero no le bastó, ya que siempre que me veía hacía gestos burlándose de que casi me había roto la nariz. Intenté tomarlo por idiota, por lo que realmente era, pero no pude controlar mis instintos y le pedí a Ibrahim que me ayudara a vengarme de él.

Entonces, Ibrahim le pidió a su tío, un experto en botánica y cuidador de animales en un zoológico, que nos ayudara a meter sapos en la habitación de ese chico.

Lo hicimos, colándonos por la ventana. Y así estuvimos, llenando su habitación de su mayor pesadilla durante aproximadamente un mes. Le quería dar un infarto cada vez que veía su cama ocupada por aquellos animales.

En fin, mi naricita fue vengada. E Ibrahim estuvo allí para ayudarme, como en todas la anécdotas de mi vida. 

Follar y no Fallar © [EDITANDO✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora