Ese día no pudo concentrarse de plano en sus clases. Anotaba lo que consideraba importante y después simplemente dejaba caer su mirada en un punto muerto del lugar. Todo en su mente era un caos total del que no encontraba respuesta lógica. Con apenas una mirada, se encontró inevitablemente atraído por el mayor, su cuerpo entero cosquilleaba si él andaba cerca, como si quisiera tomarlo en brazos y no dejarlo ir nunca, mirar sus ojos de oro, acercarse más a él, quería verlo reír, hablar de cosas sin importancia, simplemente pasando el rato, tomar su mano, besarlo...
—¿Qué? —Soltó en voz alta ante ese último pensamiento llamando la atención de sus compañeros y del maestro que se dio la vuelta para verlo y dejaba de lado sus anotaciones en el pizarrón.
—¿Hay algo que no haya entendido joven Auditore? —Preguntó y el nombrado, totalmente avergonzado de la imagen mental que se formó en su cabeza solo atinó a negar para después salir del salón a paso rápido y cubriendo como podía el ya previsto sonrojo que coloreó sus mejillas.
Acabó en los baños de la universidad. Parado frente a los espejos dejó el agua fluir del grifo para poder lavarse la cara, sintiendo el claro contraste entre lo frío del líquido y lo caliente de su piel. Cerró la llave cuando estuvo más relajado, aunque los latidos de su corazón aun eran audibles para él, debía agradecer en ser el único ahí en esos momentos. Sus ojos avellana miraron su reflejo. Parte de su cabello de hallaba mojado mientras el resto permanecía atado en una coleta baja. Siempre le gustó tenerlo largo, pese a que no le agradaba que lo tocaran, solo dejaba que su familia lo hiciera y hasta eso cuando estaba de buen humor, pero fuera de ellos, cada que alguna chica o incluso sus amigos querían agarrarlo, él los esquivaba.
Llevó su propia mano a la cinta que lo mantenía en su lugar y lo soltó con la intención de acomodarlo un poco. Pasando su mano por las hebras oscuras encontró una ramita pequeña y delgada atorada. La observó y pensó que pudo haberse caído de uno de los árboles cuando pasó corriendo junto a ellos para llegar a los sanitarios. Mantuvo su vista fija en esa ramita con la sensación de que eso ya lo había vivido, es decir, no era la primera vez que algo se quedaba atorado en su cabello, eran las consecuencias de querer tenerlo largo, pero por alguna razón sentía que algo más se ocultaba en ese sentimiento.
De repente un aroma a paja húmeda llegó a su nariz, cosa rara, pues en la universidad no se encontraban cosas de ese estilo y además de eso, nunca en su vida estuvo en contacto con la paja, solo se hacía una idea de cómo podría ser, pero ahí estaba, ese aroma que más bien parecía salir de su mente y confundía sus sentidos. Permaneciendo de pie y centrado tanto en sus sentidos como estaba, se sorprendió cuando algo pareció deslizarse por su cabello, como una mano que retiraba con suavidad algo de su cabeza. Estaba anonadado, sobre todo porque el toque en sí no le molestaba en absoluto. Miró de reojo a su lado izquierdo distinguiendo con dificultad una persona vestida de blanco, era un hombre, lo sabía sin entender cómo y, a juzgar por lo familiar de la vestimenta, podía afirmar que se trataba de la persona de sus sueños, sin embargo había algo más aparte de eso, no solo era por sus sueños que conocía a ese hombre, estaba seguro de ello. Quiso voltear, ver de quien se trataba, pero en el instante que lo hizo la figura desapareció. Ezio solo alcanzó a distinguir un par de orbes dorados asomarse de la capucha. Ese color de ojos se parecía al de alguien.
La sensación de vértigo lo tomó desprevenido, aturdiendo su equilibrio se agarró de lo que tuviera más cerca para no acabar de rodillas en el suelo. Una a serie de imágenes pasó con rapidez por su cabeza, se sintió mareado. Los ojos dorados parecieron grabarse con fuego en su memoria y eso era todo lo que podía ver en esa secuencia de lo que parecían recuerdos, unos que estaba seguro no eran de él o eso creía. Nunca se detuvieron, por lo que no tuvo tiempo de admirar a detalle cada escenario. Un nombre se dibujó en su mente cuando las imágenes por fin pararon de proyectarse. Abrió los ojos de golpe, un pequeño error, pues el mareo se intensificó y tuvo que sostenerse con más fuerza ya no solo para evitar caer, sino también para no perder su cordura en ese momento. Mirando a sus manos firmemente sujetas del lavamanos vio como unas pequeñas gotas cristalinas caían en sus nudillos. Eran lágrimas. Sentía el corazón subir por su garganta impidiendo que respirara con normalidad.
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Volver a verte [Ezio x Altaïr].
Fanfiction"Finalmente te encontré. Te estuve buscando por todos lados y eso es lo primero que dices -la mirada de oro se entrecerró con tristeza y dolor -. Y para colmo... parece que no me recuerdas..."