VI

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Altaïr se detuvo al casi atravesar el parque. Nuevamente ese aroma dulce que lo mareaba inundó el aire. Los ojos ámbar se fijaron en las flores blancas las cuales ahora estaban sembradas en esa sección. Se acercó un par de pasos más a la jardinera y la fragancia se volvió más fuerte, era de esperarse que opacara a las demás, sobre todo si hacía viento como ese día. Tocó una, apenas fue un ligero empujoncito.

—Así que esto es lo que se olía al entrar...

—Se llaman gardenias —el joven se exaltó al escuchar la voz detrás de él. Se giró viendo a Ezio parado ahí —. Mi madre trabaja en una florería, así que las reconozco.

—O-oh, ya veo... —se sintió intranquilo viendo el rostro serio del menor. Siempre tenía una sonrisa cada que se encontraban, así que esa vista era inusual y extraña, lo que generaba incomodidad en él —. Hoy... —tenía la intención de preguntar por su ausencia en la universidad ese día, antes de ser interrumpido.

—Esa chica, ¿qué es para ti?

—¿Qué? —La confusión se denotó en su rostro.

—Los vi de camino para acá.

Estando todavía confundido, Altaïr trató de explicar la situación a Ezio, quien claramente no se veía del todo contento con eso; por lo menos lo dejó terminar. Ni siquiera sabía porque motivo le estaba dando explicaciones, a lo mejor no quería crear algún malentendido ahora que tenía el propósito de mínimo dar un nuevo inicio. Al término de su explicación, Altaïr seguía perdido con respecto a que hacer o si debería decir algo más. Prefirió quedarse callado, aguantando el mareo que provocaba la flor blanca a su lado.

—Así que ella fue tu esposa en tu vida pasada... —dijo tras unos minutos que al mayor se le hicieron eternos. Ezio se quedó pensativo pateando unas piedrecillas del suelo.

—Sí, la conocí en una cruzada templaria. Se hizo pasar por uno de mis objetivos. Tenía el mismo carácter fuerte de ahora.

—Ya veo... —los celos crecieron en su interior y fue peor al ver como contrario sonreír cada que hablaba de ella. Se las arregló para omitirlos. No tenía nada de malo, así que tampoco tenía derecho a reclamar nada. Siempre fue enemigo de los celos irracionales, por lo que tragando ese sentimiento desagradable, se tranquilizó.

—Tú también estuviste casado, ¿no es verdad?

—Supongo, no lo recuerdo muy bien. No me he encontrado con ella y apenas la recuerdo. No tiene caso darle tantas vueltas —Altaïr enarcó una ceja al regresarle la mirada.

—¿"Recuerdo"? —Ezio pareció notar lo que dijo y su semblante serio cambió a uno avergonzado.

—Sí... la verdad es que te estaba buscando, pero cuando llegué a la universidad uno de tus amigos me dijo que estabas en este parque y sin pensarlo vine yo también, fue entonces que te encontré con María.

—¿Para qué me buscarías? —La mirada avellana se posó sobre él, provocando latidos rápidos en su corazón el cual de alguna manera se adelantaba a lo que iba a escuchar.

—Yo he comenzado a recordar, es apenas una mínima parte pero de todas formas lo hago. Como nos conocimos, bajo qué circunstancias estuvimos —se comenzó a acercar con paso lento a Altaïr, quien al no tener idea cómo reaccionar, retrocedió hasta que sus piernas chocaron contra jardinera, estuvo a nada de caer sobre las flores cuando un brazo rodeó su cintura impidiendo la caída —. Aunque lo más importante que puedo recordar al fin, es que fuimos en esa vida.

—Tú...

—¿Por qué no me lo quisiste decir desde antes?

—... No sabía... como lo tomarías. Ya bastante extraño debió ser escuchar todo lo que te dije, para encima tener que asimilar el hecho de que estuvimos juntos.

Volver a verte [Ezio x Altaïr].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora