Capítulo 6

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Al despertar, estaba un poco adolorida, pues me había dormido en el suelo, pero estaba emocionada por saber cómo se llevarían Nath y Lizz.

Me arreglé y antes de irme tomé mi cuaderno en donde escribo cuando me llega la inspiración un libro y una libreta y los metí en mi bolso, este lo tomé y me fui.

Al llegar al colegio, llamé a Lizz para preguntarle en donde estaba, a lo que me respondió que se encontraba en las escaleras.

—Lo que siento no, lo voy a ocultar...—empecé a cantar.

—amor de verdad, amor muy reaal...—ella me siguió el juego

—tu mundo entendí, como a una señal...—empecé a bailar raro

—pero el tiempo acabó, a llegado el finaaa-aaa-aaal—ella me imitó

Yo reí.

—amigos y...

—¡Noo maaas!—cantamos las 2.

(...)

Así cantamos hasta los salones.

—¡No quise lastimaaartee...!—canté yo tomándola de las manos dramáticamente

—no era tu intensión.—ella las tomó de la misma manera

—y de pronto vino alguien...

—¡y ya no somos dooo-oooo-ooos!—ella se enrolló en mi brazo y puso su mano en su frente dramáticamente.

Somos raras, lo sabemos.

En la hora del receso, la busqué con la mirada, y la encontré comiendo sola en las escaleras, yo la animé a sentarse con nosotros en la mesa, y ella accedió.

Pero se le fueron los colores del rostro cuando vió a lo lejos a Nathaniel sentado saludándonos de lejos.

Empezó a sudar y a tartamudear, sus manos le temblaban.

—cálmate, inhala... Exhala.

Ella obedeció y una sonrisa se formó en su rostro, entonces nos acercamos.

—hola Nath, ella es mi amiga Lizz.—la presenté, ella removió un mechón de su rostro.

—hola, es un placer—él le ofreció su mano

Ella rió nerviosa.

—es un placer—repitió, su voz temblaba.

Nos sentamos y hablamos sobre París, en cuanto a Lizz, se comenzó a soltar a medida de que hablábamos.

—oigan, ¿Cuál es esa canción que cantaban cuando llegaron? Es pegajosa—dijo el pelirrojo con una sonrisa y la empezó a tararear.

¡No! Universo equivocado.

Nosotras intercambiamos miradas.

—no creo que sepas cuál es—dije dándole un mordisco a mi sandwich.

—¡Vamos! Díganme de quién es almenos.

—eh, pues...—empezó Lizz

En eso, llegó Marinette a toda prisa

—¡Hola, chicos!, ¿Creen que está lindo?—preguntó mostrándonos la bufanda  que le iba a regalar a Adrien.

Lizz y yo nos miramos sonrientes

—siempre y cuando lo hayas hecho con cariño, le fascinará—aseguré sonriente.

—Gracias ___, pero oye, ¿Cómo sabes que...?—la interrumpí.

Como Un Astro (Chat Noir/Adrien Y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora