Capítulo 35

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Llegué a mi casa agotada, sudando hasta en lugares que no sabía que podía sudar, me dolía todo, así que entré a mi casa, y saludé a mi mamá, pero no conversé con ella sobre mi día—como todos los días—porque de verdad, me sentía tan mal, que no quería pagarlo con ella.

Entré a mi habitación, dejé mi teléfono en la cómoda y me dirigí a la puerta del baño, pasando por el espejo de cuerpo completo.

¡esperen! Que yo recuerde este pantalón no tenía esa mancha roja en el trasero cuando salí.

Ah, no debe ser nada imp… ¡espera!

Mi expresión despreocupada y cansada cambió radicalmente.

“no, no, no, no, no” repetía constantemente mirando a mi pantalón, como si este respondiera “si si si si si”

Entré al baño sin detenerme a buscar un pantalón cómodo para cambiarme antes.

Encendí la luz blanca del tocador, y ahí me di la libertad de mirar a mi amigo situado en mi barbilla riéndose de mi desgracia, color carmesí y realmente enorme — ¡realmente!—.

Subí mi vista a mis ojos, bueno por lo menos si me tapo la barbilla no está tan m…

—¡no! ¡lo puedo! ¡creer!

exclamé mirando el gran —e hinchado— orzuelo¹ que yacía en mi parpado.

Pudo ser obra del sol, había hecho trabajo en mi cara el día de hoy. O mi cuerpo tuvo hoy una crisis existencial o el karma, o ve tú a saber, pero ¿de verdad anduve con esas 3 hermosuras—mi pantalón con una prueba de amor de Andrés; mi grano; y mi orzuelo, que lo puedo considerar como otro grano—todo el día?

Me quité el pantalón y lo puse a remojar en agua, me puse una compresa—o toalla sanitaria— y me miré al espejo, consolándome, pensando en que nada podía salir peor en una hora.

¡vaya! pero que equivocada que estaba.

Escuché un golpeteo afuera, se escuchaba suave y lejano, acerqué mi rostro a la puerta de nuevo, agudizando mi oído.

Los volví a escuchar con un eufórico “¡hermosa!, ¿puedo pasar?”

Me lo imaginé, con una gran sonrisa, chocando su puño suavemente contra el cristal de mi balcón, haciendo que sus músculos debajo del traje—que según Thomas no es de cuero, pero diremos que sí lo es— se flexionaran levemente.

Empecé a sollozar con desesperación

pensé, “maldición”

pensé, “deja que tome mi escoba asesina otra vez, y no sales vivo de aquí”

pensé, “ ¡gran momento para venir! ¿no quieres pasarme un pantalón que no tenga rastros de manchas de sangre? ¡oh! ¿también me puedes traer una crema anti-granos de Victoria Secret?”

no, tengo que hacer algo.

___, no lo dejes entrar. ____, te puede visitar otro día. ___, no vayas a dejar que entre y te vea con un grano y con un pantalón en donde estaba impregnada la escena del crimen.

—¡Claro, pasa! ¡salgo en un momento!

“¡____!—me gritó mi mente. Que raro, en mi cabeza sonaba como Lizz”

Escuché el sonido del cristal abriéndose y cerrándose.

—¿sucede algo?—preguntó el minino desde afuera— ¿necesitas ayuda?

Yo lo pensé un poco, ¿cómo hago para buscar un pantalón limpio sin que miau miau me viera?

¡es casi im…! ¡espera, tengo una idea!

Como Un Astro (Chat Noir/Adrien Y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora