◘◘◘
Truco N° 2: Avances y retrocesos
◘◘◘
Allí estábamos, Nina y yo todavía encerrados en la jaula de plástico. Nuestras humanas, petrificadas enfrente de la nueva casa. Y esos dos desconocidos, que las miraban como si fueran pajaritos a los que iban a cazar para el almuerzo.
—Buenas tardes —dijo el señor de cabello parecido al de la abuela—. ¿Ustedes son Samantha y Sophie Blake? Mi nombre es Will Johnson, fue conmigo que usted estuvo hablando todos estos días por teléfono.
Noté que mi ama mayor se relajaba un poco y avanzaba a tenderle la mano.
—Oh, sí. Es un gusto conocerlo en persona, señor Johnson. Muchas gracias por conseguir el alojamiento con tan poco tiempo.
—No me agradezca a mí, sino a la generosidad de esta muchacha que está a mi lado —explicó, todavía sonriendo—. Ella se ha encargado personalmente de todo para que ustedes estuvieran cómodas.
—Ah…
La tal muchacha generosa tenía un aroma muy fuerte, de esos que usan los humanos cuando van a desaparecer de la casa por mucho tiempo. Su cabello era largo, de un color parecido al de la pelota que ese sujeto Dylan metía en el aro. Y tenía su cara llena de menjunjes de colores. Era como uno de esos payasos que Sophie veía en la televisión, aunque nadie quiso reírse en ese momento. También había otro aroma en el aire, era el de Sammy. De verdad se había puesto nerviosa, parecía la presa indefensa de algún depredador invisible.
—Disculpen mi descortesía, no las he presentado —agregó Will—. Ella es Rachel Lorenz, la prometida de Dylan.
Entonces el payaso generoso dio un par de pasos y sonrió. Casi temí que le fueran a salir colmillos gigantes, por el miedo que sentía en mis humanas. Y pensar que estaba imposibilitado de defenderlas. Intenté mordisquear alguno de los barrotes de mi prisión, sin embargo no hubo forma de soltarnos a Nina y a mí. Cabe aclarar que Nina estaba igual de sorprendida que yo y no tenía ningún problema en expresarlo. Se la pasó con el pelo erizado y lanzando amenazas en siseos incomprensibles hasta para mí.
—Bienvenidas a la gran ciudad —habló el payaso de pelos rojos—. Espero que el viaje haya sido tranquilo.
Sammy se tironeó del pelo dorado, que se le había vuelto un nido con el viaje, y quiso parecer más contenta. Pésimo intento, diría yo, su terror ya apestaba casi tanto como el olor de la tal Rachel.
—Eh… Sí. Gracias.
—Dylan está de gira con el equipo, tiene un partido amistoso en el sur, pero estará de regreso en unos días —explicó la otra, con grandes movimientos de sus manos—. Lo disculparás, está lleno de trabajo desde que apareció en la televisión por primera vez. Supongo que lo entiendes, tú misma pudiste localizarlo por eso, ¿verdad?
El otro señor pidió permiso para meter algunas cosas desde nuestro cacharro hacia el interior de nuestro nuevo hogar. Sammy le abrió la puerta y Sophie la siguió arrastrando nuestra jaula. Genial, Nina iba a entrar en un ataque de locura en cualquier momento y yo que no podía vencer ni un simple barrote con mis dientes.
—Mami, creo que ella es la misma que aparece en el anuncio de tu tienda de ropa favorita —murmuró entusiasmada mi humana.
—No lo sé, hija. Lleva a los gatos adentro, ¿quieres?
ESTÁS LEYENDO
Por el camino (Crónicas Gatunas # 2)
RomanceSamy y la pequeña Sophie han decidido hacer un viaje a la gran ciudad, en busca de un misterioso mago que maniobra una pelota anaranjada. Y, al armar las maletas, nos han arrastrado a Nina y a mí en esta locura. *Continuación a Desde la Ventana* ***...