Truco N° 5: Lanzamiento en bandeja

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Truco N° 5: Lanzamiento en bandeja

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Al rato, mi humana más pequeña llegó a la casa junto a Mary. Con ellas entró Dylan. Nina corrió a su encuentro y lo llenó de demostraciones de afecto que me pusieron los pelos de punta. Hasta la chica que cuidaba a Sophie se había puesto más coqueta. No dejaba de hablar cosas sin sentido.

—Sam me avisó por teléfono que llegaría… llegarías —balbuceó—. Pase y siéntase cómodo. Digo, siéntete cómodo.

—Está bien, muchas gracias.

Él le hizo caso y se puso a inspeccionar la sala de estar con las manos metidas en los bolsillos. Bolsillos, esa palabra me la enseñó Sophie. ¿Ven que soy un gato sofisticado? Otra palabra genial. Ah, de pronto ya sé la razón de que Nina no me lleve el apunte. Le molesta mi forma de hablar. No importa, no puede culparme por mi genialidad. Mientras a Sophie no le moleste, no la cambiaré. Lo cual puede que nunca ocurra, ya que no hablamos el mismo lenguaje. Sigo contándoles lo que pasó esa tarde. Ya estaba oscuro y tuvieron que prender algunas luces en el comedor.

—¡Nina, estás enorme! —exclamó, haciendo que mi felina favorita se retorciera de gusto en la alfombra—. Nunca me olvidé de ti, ¿sabes? —La estaba acariciando, el muy… De pronto se detuvo y se levantó para tomar en sus manos el juguete de mi amada—. Un momento, ¿esta es la pelotita? ¡No la echó a la basura!

No sé qué le habrá ocurrido, parecía fascinado con la pelotita de mi Nina. Me ericé todo, quise sisear pero justo bajó las escaleras mi humana y me quitó la concentración.

—¡Aquí estoy! —gritó entusiasmada, con el vestido puesto a medias. Detrás de ella venía corriendo Mary desesperada.

—¡Espera, Sophie, terminemos de vestirte!

—¡No!

El mago las detuvo, con esa sonrisita que empezaba a molestarme.

—Está bien, termina de cambiarla aquí. Yo no miraré, ¿qué tal?

—Bueno —aceptó mi ama, permitiendo que la otra le acomodara la ropa—. Juega con mi gato hasta que termine.

Argh, no. ¿Por qué yo debía entretenerlo en ese momento? Se me acercó y extendió su mano para tocar mi lomo. Le di mi mejor cara de enojo. Es una lástima que los humanos me gusten tanto, de no ser así hubiera podido atacarlo como merecía. No sé cómo me dejé acariciar.

—Oh, es un hombrecito.

—Sí. Él es Nino —confirmó la pequeña—. Mami dice que él nació casi al mismo tiempo que yo, así que tiene… así. Cuatro —explicó contando con sus dedos, sin importar que él estuviera de espaldas porque la mayor la estaba vistiendo.

—Dime Nino, ¿eres el novio de Nina?

«Qué pregunta. Ya hubieras querido que no lo fuera, humano, para quedártela. Si todavía no lo es, pronto lo será. Espera y verás.»

Yo le respondí, pero él no me entendió nada. Como era de esperarse.

—Ahí estamos —anunció Mary, apenas le terminó de prender el vestido a la niña—. ¿Se queda a cenar?

—Sí. Pero ya dije que no es necesario que me trates de usted.

Ella se sonrojó. Nina lo miró encantada. Sophie sonrió. Y a mí me dio vergüenza, qué tipo tan meloso.

Por el camino (Crónicas Gatunas # 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora