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Truco Final: Tiempo extra
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Cuando Nina me aceptó como compañero, creí que ya estaba todo hecho y desde entonces solo tendría que echarme en la sombra a disfrutar mis tardes con ella. No pude haber estado más equivocado. Las cuatro bolas de pelos que maullaban sin cesar, mordisqueaban y afilaban sus uñas en todas partes habían sido mi responsabilidad los últimos tiempos, así que terminé demasiado agotado para el romance.
Por suerte tuve algún entretenimiento en observar el sufrimiento del mago Skeen en cada una de sus visitas.
Mi ama no le perdonaba tan fácil el desastre causado por el payaso generoso, a pesar de que no hubiese vuelto a aparecer por aquí. Sin embargo, él también solía apestar a rencor algunas tardes, en especial con la cercanía del cumpleaños número cinco de Sophie. Al final, todo eso explotó.
Ocurrió cuando la pequeña se había ido a la cama, luego de una cena bastante tensa.
—Ya te lo he dicho —murmuró mi humana mayor, encerrándose con el mago en el lavadero para no hacer ruido—, no volveré a exponer a mi hija de esa forma.
—Es solo presenciar uno de los partidos en vivo, desde una ubicación VIP, nadie va a molestarla —aclaró él—. Y tú también estás invitada.
—¿Qué llevarás esta vez? ¿Una bandera con el nombre de la niña, para que quede en boca de todos por los próximos meses?
—Creo que estás pasándote de injusta.
Yo no quería meterme a espiar, solo estaba acurrucado encima del bote de ropa sucia para escapar de mis retoños. Noté que Nina salía desde atrás de la lavadora. Se ve que no era el único que sufría las travesuras de Niní y Jordan.
Los dos que discutían empezaron a levantar el tono.
—Tú no estuviste aquí para escuchar las cosas que me preguntaban los periodistas —se defendió ella—, o lo que le decían los compañeros del jardín a la niña.
Él pareció tragarse las palabras cuando hizo una pausa, luego cambió de opinión y cargó con todo. Lo que dijo era lo mismo que venía flotando en el ambiente desde hacía rato. Lo que más les dolía a ambos.
—Bien, pero estás olvidándote de algo muy importante a la hora de repartir culpas, Samantha. No he reconocido a la niña antes porque tú no me avisaste de su existencia. No porque no quisiera.
Sammy retuvo el aire, pude escucharla inspirar hondo como si algo filoso la hubiese lastimado. Tal vez era más que eso. Dylan suavizó un poco el gesto, pero supongo que ya era tarde. Podría asegurar que ahora él olía a miedo. Y ella no estalló en furia. Solo se quedó en silencio por un rato antes de responder.
—Jamás hubieras podido tener tu carrera si debías mantenernos a ambas —explicó, débil y no del todo convencida—. Los reproches que me haces ahora son injustos también. Y no digas que no has estado enojado, porque te ocupaste muy bien de dejármelo en claro no respondiendo a la carta que te envié, no viniendo al aeropuerto a recibirnos y dejando todo en manos de aquella mujer.
El otro reproche que faltaba por decir. Yo me hubiera aliviado, ya estaba todo dicho. Ellos no parecían decidirse a hacer algo que los sacara de esa incomodidad. Nina me echó un vistazo de advertencia. No debía moverme. Creo que ella también notaba que ellos buscaban una excusa para salir huyendo de ahí.
—Fue mucho para procesar —confesó Dylan, a cuentagotas, despacio y como si el torrente se fuese agotando—. Apenas estaba superándote. Tienes que entender que me marché del pueblo con una tristeza enorme por mi familia, a lo que tuve que sumarle tu rechazo repentino. —Vi a Sammy morderse el labio, él se llevó las manos a la cabeza. Parecían cansados—. No tienes idea de lo que fue leer esa carta después de todo eso. Salí huyendo hacia la gira con el equipo, literalmente. Pero ahora sé que lo que ocurrió tuvo alguna razón de ser, no voy a seguir cuestionando.
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Por el camino (Crónicas Gatunas # 2)
RomanceSamy y la pequeña Sophie han decidido hacer un viaje a la gran ciudad, en busca de un misterioso mago que maniobra una pelota anaranjada. Y, al armar las maletas, nos han arrastrado a Nina y a mí en esta locura. *Continuación a Desde la Ventana* ***...