Truco N° 6: Falta

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Truco N° 6: Falta

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Así pasaron los días y el mago se hizo parte de la rutina de mis humanas. Aparecía por las tardes y se quedaba hasta que Sammy llegara a casa, con lo que ella se ponía huraña. Él sonreía como tonto y ella lo miraba cuando él se distraía. Pero no habían vuelto a hablar tanto como para pelear otra vez. Sospeché que en eso tenía que ver la presencia de la pequeña Sophie.

Presté atención de esos dos y aprendí mucho en esas visitas. El comportamiento de protección de la cría era algo que me interesaba mucho ya que algún día esperaba poder tener las mías con Nina. Sin embargo, mis esperanzas se estaban desvaneciendo con rapidez.

Escuché a mi ama decir por el aparato que estaba pensando en esterilizarnos a mi compañera felina y a mí, para que no corriésemos peligro en este nuevo lugar. Sé que un par de veces me escapé de casa al escuchar el llamado de otras felinas del vecindario, pero era por la pura decepción que me llevaba con mi amada oscura. No me juzguen con mucha dureza, era joven e inexperto.  

Solo quería una oportunidad con ella, incluso la abuela y la propia Sammy nos habían alentado a eso en un principio. Ellas esperaban que tuviésemos nuestros gatitos porque unos amigos de ellas querían sus propias versiones de nosotros. Nina nunca me aceptó, jamás nos unimos, por lo que había estado esperando mi oportunidad con ansiedad en cada celo. Y ahora notaba que mi tiempo se estaba agotando. Era triste.

Al menos sabía que no vendría otro y se llevaría a mi amada. Pero era un consuelo algo pobre. Igual, si era ésa la única forma de dejar de sentir esa frustración cada vez que llegaba un celo, entonces le daría la bienvenida. Tampoco quería dejar a ninguna felina desconocida con mis bebés por ahí. Sería injusto.

Así que, a esperar por el momento. No sabía cuándo sería, pero comencé a creer que mi relación con Nina podía llegar a mejorar. La permanente tensión desaparecería. O eso quise creer. Veía esa misma tensión entre el tal Dylan y mi ama y no me parecía nada bonito.

Tensión. Sé que tengo que contarles algo sobre eso. Ah, ahora lo recordé.

Por esos días llegó el momento en que Mary, la humana simpática que cuidaba de Sophie, tuviera que ausentarse. Estaba tan emocionada de ir a ver al grupo de sujetos que tocaban una roca, que no paró de hablar de eso. Me alegré por ella. Tenía gustos extraños, pero si eso la hacía feliz no había razón para contradecirla. Sammy dijo que tendría el día libre, así que ella lo pasaría con nosotros. Y nos divertimos mucho, hasta que ocurrió algo que nos dejó a todos en esa horrible tensión de la que les hablaba antes.

Luego de la primera comida, apareció en la entrada de casa la mujer payaso. Ya no se veía amable como la primera vez. Su horrible aroma estaba mezclado con otro que nos puso en alerta a Nina y a mí. Había furia, adrenalina, ganas de pelear de verdad.

—¿Cuál es el apuro? —preguntó molesta Sammy al abrir—. No puedes tocar así el timbre.

La otra la empujó y se metió a la casa. Nina se arqueó, expectante. A mí se me erizó la cola.

—Tú. Lo has arruinado —casi ladró—. Todos éramos felices, ¿por qué tenías que venir a aparecer ahora?

Ninguno de nosotros entendió demasiado. El asunto es que mi humana trató de llevarse a la intrusa pero no pudo.

—¿Qué? Espera un minuto, vamos afuera…

—¡No! ¡Tú no me dirás en dónde tengo que hablar! —Les aseguro que ya parecía uno de esos perros enfurecidos—. Desde el principio tuve que soportar que él hablara de ti a todas horas, por cinco años. Tuve que verlo lamentarse de que ni siquiera le contestaras los malditos mensajes que dejaba, una y otra vez. Y cuando por fin está comenzando a olvidarte y obtengo mi oportunidad, ¡vienes a aprovecharte!

Por el camino (Crónicas Gatunas # 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora