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Truco N° 3: Cambio
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Pasaron los días y los cambios en nuestro nuevo hogar siguieron llegando… Ah, no digan nada, ya sé lo que van a preguntar. ¿Cómo es que este gato tan lindo y pulcro, tan blanco y sedoso se las arregla para estar en todas partes? ¿No estará inventando esta historia? Y yo les digo que cada una de las cosas dichas aquí es cierta. ¿Cómo? Muy simple. Mis métodos son infalibles.
Mucho de lo que voy a contarles ahora lo sé de primera mano. Mi fuente de información es confiable, les diré por qué. Así como el lugar favorito de mi hermosa Nina es la ventana de la habitación de arriba, el mío es la mesita junto al sillón que tiene ese aparato ruidoso por el que los humanos se comunican con otros que no están ahí. Teléfono, le dicen.
El asunto es que, así como mi amada felina se aferra a los recuerdos de vaya a saber qué cosa mirando por la ventana, yo obtengo las primicias en la sala y se las traigo a ustedes. No pueden decir que no soy inteligente, a pesar de lo que opine Nina. Soy genial. Me gustaría que ella lo supiera. Sophie me lo repite todos los días, así que he terminado por creerlo, sin embargo no ha servido de mucho en mi situación.
Como les decía, hubo algunos cambios más. En un momento sentí que no terminaría de adaptarme nunca a esa nueva vida. Otra vez al veterinario. De nuevo esas palabritas. Estrés por traslado.
Sammy ha comenzado a trabajar en ese lugar donde le sirve la comida a la gente. No sé la razón de que pase tantas horas fuera de aquí, nunca lo entendí. Si poner las croquetas en el plato no lleva tanto tiempo. A veces olvido que los humanos no son tan simples en ese sentido como nosotros.
Yo solía vivir en las calles, cuando era muy pequeño, allí se comía lo que uno encontrara. Reconozco que comía cosas de humanos. Las sacaba de unos tachos que había en la calle y, ustedes no se ofendan, pero eran asquerosas. Así que, una vez que me adoptaron en lo de mis amas, el balanceado fue un manjar que decidí que jamás cambiaría por nada. Imagino a Sammy sacando comida de esos botes para dársela a la gente y se me erizan los pelos de la cola. Luego recuerdo que no es así como se come en esta casa. De todas formas, si a ella le hace feliz, que continúe.
Hablando de felicidad, hoy apareció un colibrí en el jardín de esta casa. Corrí para atraparlo pero fue imposible. Se movía con tanta rapidez que no hubo manera de alcanzarlo. En parte me recordó a mi amada Nina, no por los colores sino por la dificultad de atrapar su atención. Oh, me fui del tema, perdonen. Estaba contándoles sobre los cambios, es verdad.
Nuestra ama trajo a Mary, una humana joven y ruidosa, para que nos hiciera compañía durante su ausencia. No vi la necesidad, yo soy muy capaz de mantener a Sophie entretenida y protegida. El asunto es que mi compañera felina cayó con rapidez bajo el encanto de esa chica. Tenía el cabello extraño, de varios colores, y una forma de vestirse muy rara. Pero trataba bien a mi pequeña humana. Ah, ¿a quién engaño? A mí también se me hizo muy simpática.
Desde el primer día nos habló igual que lo hacía con mi pequeña ama. Eso me cayó bien. Nos contó cosas de un lugar llamado Universidad, de lo ansiosa que estaba por ir a ver a un grupo de hombres que iban a tocar una roca (*) y cosas así. Nos encariñamos con rapidez con ella.
Sophie comenzó a asistir al jardín de niños otra vez. Lo sé porque ella volvió a esa rutina de levantarse somnolienta, darse un baño, desayunar a regañadientes y salir con la misma ropa puesta cada día. Eso me dejó un precioso tiempo a solas con mi adorada gatita negra. Sobre eso, estoy haciendo avances muy lentos. Sin embargo, sé que las cosas están moviéndose de a poco con mi Nina. Ha comenzado a dejarme dormir a su lado en el sofá, cosa que antes no hacía. Debe ser que la afectó el viaje, así que voy a tomar mi oportunidad.
En cuanto a Sammy, se la ha pasado hablando por el dichoso aparatito con la abuela y algunas humanas que conocía y se quedaron en el pueblo. A todos les ha contado lo bien que le va cocinando en ese nuevo lugar al que va todos los días, pero no sobre el encuentro con el payaso generoso de cabellos rojos. Solo ayer se lo contó a una de esas conocidas que tenía.
Y terminé de comprender un poco más. Aquella mujer payaso es la nueva compañera del mago. Vi llorar a mi humana y me atreví a sentarme en su regazo mientras hablaba. Sé que eso la relaja un poco. No sé lo que haría si llegara otro felino a quitarme a mi compañera oscura. Así que le regalé un ronroneo y me pegué a ella. La vi dejar el aparato en su lugar, la casa se llenó de silencio, pero no me soltó. Siguió llorando y me abrazó con fuerza. Me dio mucha tristeza, creo que le está pasando lo mismo que a mí con el colibrí del jardín. Es molesto, lo sé.
Pasó un buen rato antes de que me diera cuenta de que Nina nos observaba atenta, sentada en la alfombra junto a nosotros. Casi pude notar en sus ojos azules una pizca de respeto. Me ilusioné, lo confieso. Entonces el ruido agudo del timbre nos sobresaltó a los tres.
Sophie no había regresado todavía, a Mary le tocaba traerla, así que estábamos solos con mi humana mayor en la casa. Salté de los brazos de Sammy al suelo, dispuesto a recibir mis felicitaciones de parte de la bella gatita negra. Fui ignorado, como siempre. Tal vez ese brillo en su mirada había sido pura confusión mía. Miren qué genial soy, si hasta puedo usar la palabra confusión sin problemas. Por el momento, decidí lamer mis patitas junto a la entrada. Mi ama ya estaba por abrir, teníamos un visitante.
Cuando lo vi me quedé con la garra en el aire, sorprendido. Nina no alcanzó a moverse. Sammy no hizo ni un sonido. Era Dylan. El mago por fin estaba allí.
(*) Rock -> Roca, en inglés. Nino es un gatito yanqui, él entiende que la gente pagará por ir a ver un grupo de sujetos tocando una piedra gigante.
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Por el camino (Crónicas Gatunas # 2)
RomanceSamy y la pequeña Sophie han decidido hacer un viaje a la gran ciudad, en busca de un misterioso mago que maniobra una pelota anaranjada. Y, al armar las maletas, nos han arrastrado a Nina y a mí en esta locura. *Continuación a Desde la Ventana* ***...