IV

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Dolor, mucho dolor, humo, llanto…. Dolor, mucho dolor.

Mucho calor.

Movimiento.

Un vaivén que me hacía sentir mareado.

Un hombre corpulento con una gran sonrisa y semi desnudo. Un dolor agudo en mi natebrazo me hizo gemir.

-No los quites, deja que hagan su trabajo, limpiaran tu herida.

Gusanos, perfecto, ahora salían gusanos de mi herida.

El dolor era insoportable.

De nuevo el vaiven me hizo sentir mareado, me deje llevar y caí en un abismo profundo y oscuro. El dolor en mi pecho era mas fuerte que en el antebrazo.

Llanto.

Llanto amargo corría por mis mejillas.

Muertos.

Mi esposa e hijo estaban muertos.

No pude salvarlos.

¿Entonces, que sentido tenía el estar vivo si ellos ya no estaban?

JiYong, su dulce JiYong.

El recuerdo de su hermoso rostro lo acompañaba, su dulce voz, sus labios bien delineados y rellenos en la medida perfecta, tan rosados y suaves. Se sentía el peor hombre por pensar mas en él que en su familia.


Me llaman Español, por la marca de la legión en mi brazo, me llaman desertor.

Si tan solo ellos supieran.

El hombre corpulento, llamado TaeYang siempre estaba a mi lado. Nos habían vendido como esclavos y nos obligaron a pelear.

TaeYang se mantenía a mi lado, era buen guerrero.

Estamos en Zucchaban, una provincia de Roma. Pelearemos en una gran arena, por nuestras vidas.

La muchedumbre estaba desesperada, coreando

¡Mátalo!

¡Mátalo!

El sonido estruendoso te erizaba la piel, o luchábamos o moríamos en el intento.

Quería sentir que me daba igual, pero una sed de venganza ya estaba anidando en mi ser.

La poca luz que se colaba por las rendijas del portón de madera roída, no nos permitían ver lo que nos esperaba detrás.

Los gritos me daban una clara idea de la carnicería que estaba por comenzar.

Era una masacre.

Estar encadenado a otro guerrero era confiar o morir.

Y yo no pretendía morir.

No aun.

TaeYang parecía leer mi mente, nos movíamos al mismo paso y con agilidad. Esquivábamos los golpes que para otros fueron certeros y su muerte. Derecha , izquierda, llegaban los golpes para matarnos. Lanzas, redes, cadenas, espadas mejores que las que teníamos en mano. En sincronía pudimos salir vivos de esa lucha a pesar del pobre armamento que teníamos.

La sangre volaba por doquier, la muchedumbre vitoreaba aun mas. Entre más sangriento el combate, mas alegre estaba el gentío.

Vivos en medio de la arena, los gritos de la muchedumbre eran ensordecedores, TaeYang miraba asombrado junto a los guerreros que quedaron con vida junto a nosotros.

Il Gladiatore. (Gtop)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora