Capítulo VII

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Canción: hideous – mehro.

"—... supongo que me he encariñado bastante contigo"

Escuché esas palabras, junto con su voz, sus caricias en mi cabello y espalda, la forma en que su corazón latía y el fantasma de sus brazos alrededor de mi cuerpo.

Lo escuché, muy claro, a eso de las cuatro de la madrugada cuando desperté de mi corto sueño sin razón alguna. La habitación seguía oscura y no sabía exactamente a qué permanecí mirando durante minutos.

La cortina se meció en manos del viento frío que entró por la ventana que dejé abierta. Fui a ella con intenciones de cerrarla porque mi cuerpo comenzaba a resentir la baja temperatura. Miré al cielo, deslizando la ventana pero luego miré a la suya cerrada con un mar oscuro al interior y detuve cualquier cosa que estaba haciendo en ese momento.

— ¿Estás durmiendo?

Susurré en un hilo de voz que el viento se llevó a algún lugar para luego perderle. Esperé; uno, dos, tres... cinco minutos que sentí como si fuesen nada y cerré, acomodando la cortina y luego yendo de nuevo a la cama, recostándome y viendo al techo siendo la cosa más interesante que tenía para hacer en ese momento.

Tiré de la cobija hasta tapar mi pecho y luego saqué los brazos, cruzando mis manos sobre mi torso, esperando que el sueño viniera y me durmiera por lo menos un par de horas más.

Jimin...

Había estado extrañando Busán, demasiado a decir verdad; mis padres, mi hermano, las hermosas y minimalistas vistas, nuestro característico dialecto que a pesar de estar acostumbrado a ello, me seguía gustando y alegrando el alma como la melodía al pianista.

Extrañaba muchas, muchas cosas que con el tiempo y entre más años tenía mi vida, les había tomado cariño. Pero de nuevo estaba Jimin ahí, llegando repentinamente como el vuelo libre de una mariposa, destacando entre todos mis pensamientos.

No sé que era exactamente lo que llamaba más mi atención de él, de su persona; si sus ojos melancólicos o su sonrisa que expresaba felicidad pura. O tal vez su forma de hablar de cualquier cosa haciéndote sentir cómodo... quizá su espontaneidad.

No lo sé. Ah, realmente no sé.

Pensé en la posibilidad de que fuera de esas personas pasajeras que se cruzan con tu camino, dan un par de charlas y luego siguen con su vida. No quería que aquello pasara, quería que Jimin fuera como Yugyeom, estando ahí desde el principio hasta el fin, si es que hay. Quería verlo, conocerlo, hablar con él por mucho, mucho tiempo. Y mi corazón volvió a latir; tan apresurado y vivo se sintió cuando posé mi mano sobre él.

Era imposible que volviera a conciliar el sueño, por eso tenía ya mi taza con café mientras buscaba los textos que debía empezar a leer. Cuando los tuve, me senté a mis anchas en el suelo, con la taza humeante a mi lado y la lámpara de noche encendida.

Letras y más letras, temas concluidos y yo estaba feliz de mi avance. Tenía metas, metas que deseaba cumplir así se atravesara un huracán en mi camino. Quería ser alguien en la vida, independiente, inteligente y bueno en lo que decidió ser. Quizá viajar, mucho, a muchas partes.

Enamorarme.

¿Cómo se sentía estar enamorado? Tan siquiera, ¿Cómo se siente gustar de alguien? ¿Cómo se siente que alguien guste de ti?

Empezaba a ver la luz del sol colarse por las cortinas, las hojas dispersas por el suelo, rayadas con anotaciones en los espacios en blanco y mi taza de café olvidada en el mismo lugar en que la dejé, la cual permanecí mirando como en trance hasta que decidí levantarme a cambiar el contenido por uno más caliente.

Yellow | JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora