Yellow | Jikook

Capítulo II

Canción: One day at a time – Sam Smith.

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La taza de café humeante brindaba calor a mis manos en medio de la fría habitación. Mi cabeza ya dolía por ver letras y más letras durante toda la madrugada. Con suerte podría tener una siesta de media hora antes de ir a clases, solo si no tomaba una ducha.

El reflejo del cielo aclarándose se avistaba en el espejo sobre la pared, anunciando claramente un nuevo día que recibí de pocos ánimos. Resoplé cansado, sintiendo mis ojos comenzando a aguarse de momento. Estaba tan exhausto, demasiado necesitado de dormir un día entero.

Di un vistazo al reloj; 5:55 de la mañana eran. Limpié las lágrimas mientras permanecía inerte mirando al techo, pensando en lo que había leído e intentando comprender con mis palabras los temas e irlos relacionando en un mapa mental que se me había quedado bien grabado

Quizá fueron solo segundos en los que pensaba en todo para terminar pensando en nada. Mi mente completamente en blanco, cansada, como yo. Respiré profundo, inflando mi pecho y liberando el aire segundos después, dispuesto a avanzar porque nadie lo haría por mi, y porque realmente tenía que rendir el examen si quería pasar el semestre.

Tan pronto como había amanecido, estaba listo, tomando las escaleras para ir a la facultad y tomar el examen, no el primero pero sí el más importante del semestre. El sol estaba ahí, pintando el paisaje con un cálido color naranja pero el día no era caluroso; era frío con un suave viento que hacía correr a las hojas sobre la banqueta.

— Buenos días.— canturreó una voz que apenas hace unos días conocí.

— Buenos días, ¿Nos vamos?

— El color azul te asienta bien. Luces bien hoy también.

— Mientes.— le mostré mi rostro, entornando mis ojos y él solo sonrió, llevando sus manos al bolsillo de su holgada sudadera roja que le asentaba bastante bien.

— Intento ser amable contigo.— sonrió y le di un ligero codazo.— Luces bien.

Sonreí por su cumplido. Sin pensarlo, había causado algo en mi, quizá un leve cosquilleo o un poco de vergüenza. Pensé en que podría estar luciendo como un total loco así que bajé mi rostro, ocultando mi nariz y boca en la bufanda que llevaba puesta alrededor de mi cuello y me deleité con el olor de la prenda, olía bien.

Durante el corto camino hacia las facultades, pude sentir su codo golpeando el mío en ocasiones debido a la cercanía. Él hablaba y hablaba, riéndose y de vez en cuando permanecía pronunciando una "o" mientras pensaba en qué diría después. Había disfrutado un poco más de su ronca voz con un toque de suavidad en ella; aterciopelada pero grave.

Y sonreía cada que él reía. Es tan contagioso. Siento su felicidad llenarme y traerme a la vida, siendo ese respiro profundo en medio de un bosque fresco y húmedo, siendo ese respiro de alivio, de paz inexplicable que tanto necesitaba.

Estando frente al edificio de la facultad de medicina, él se despidió deseándome suerte y yo le dije que se apresurara a cruzar o llegaría tarde. Cuando Jimin volteó, ya estando al otro lado de la calle, agitaba su mano y entonces saqué mi mano del bolsillo del abrigo para menearla en el aire también, en señal de despedida. Permanecí unos segundos más, viéndole subir a paso rápido y sin razón suspiré, frunciendo mis labios.

— ¡Ey!— un gritó muy cerca de mi oído me hizo dar un brinco en mi lugar y fruncir el entrecejo mientras golpeaba el brazo de Yugyeom un par de veces, él intentaba cubrirse. Se veía más feliz que hace unos días. Volvía a ser el mismo.