Capítulo VIII

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Canción: Nearly Courtains – Keaton Henson

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Era bastante obvio que al verlo casi todos los días; del amanecer al anochecer y a veces del anochecer al amanecer me haría echarle de menos ahora que es distante, ahora que ni siquiera a corrido las ventanas de su apartamento para dejar entrar la luz del sol tan radiante que me hace sentir miserable. Las personas felices me han resultado irritantes estos días.

Había dedicado tiempo a reforzar temas que venían en los exámenes y que me resultaron difíciles. Cambié las tardes de comida con Jimin por tardes en la biblioteca, o en la piscina e incluso por tardes con Yugyeom luego de que tuviera que dejar su trabajo de medio tiempo.

Estos últimos agobiantes cinco días en que vivía solo pensando en números, temas, medicina y más medicina llenando mi mente así como el café llenaba mi organismo, había olvidado ver a su ventana, me había olvidado de que Jimin vivía en el edificio a lado del mio. Lo había hecho sin el más mínimo esfuerzo.

Y es que no iba a insistir. Quiero decir, no puedo forzarlo.

Lo vi mal, me preocupé, claro está. ¿Sigo preocupado? En el fondo sí, pero me había dejado llevar por la presión que he sentido estos últimos días. ¿Le extrañé? pensé en que solo le extrañaba por costumbre, eso pensé hasta hoy, que ya habían pasado cinco días desde la última vez, lo pensé hasta hoy en que por fin tengo mi boleta y no puedo contarle ni mostrarle porque se encerró, porque no atendió ninguna de mis llamadas, ni siquiera los mensajes.

Quería que me felicitara, quería sentir su apoyo. Cegado por esa idea, visité el edificio de arquitectura y lo busqué, dando con su salón y algunos alumnos que salían de ahí. Pregunté, a cualquiera que tuviera cualquier gesto amable en el rostro pero todos dijeron lo mismo "no lo hemos visto en casi una semana ya".

Tenía lo que quería en manos, tenía vacaciones felices aseguradas en Busán, pero ¿Por qué no me sentía completamente feliz de ello?

Comenzaba a oscurecerse para cuando tenía listas mis maletas con lo necesario para cinco días y faltaban unos tres cuartos de hora antes de que el tren saliera. Tomé las llaves y poniéndome la sudadera, salí y él estaba subiendo las escaleras sin ánimos, como si se estuviese obligando a sí mismo a venir. Su rostro seguía tan triste y ojeroso como hace nueve días atrás y no pude hacer más que mirarlo, con el corazón apretado cuando llamó mi nombre.

— ¿Necesitas algo?— le pregunto, casi sin sentimiento, dándole la espalda para cerrar la puerta.

— ¿Te irás?

— Sí.

Contesto. ¿Por qué de pronto me evadía el tema? quería saber como estaba quería que me dijera que estaba bien para entonces poder irme pero era obvio que no, ni siquiera hacía falta que me dijera que se encuentra mal porque estaba tan sofocado como si hubiese corrido un maratón. Para cuando volteo a mirarle, sus ojos melancólicos miran a los míos y parece sorprendido, caigo en cuenta de lo que di a entender y me apresuro a corregir.

— Quiero decir sí, pero volveré en cinco días. Me tengo que ir.

Sus pies suben el último escalón que le faltaba para estar frente a mi y me mira, me mira intentando decir algo pero termina acortando la distancia entre su pecho y el mío y me abraza. Siento su cuerpo, su respiración y su latir siendo débiles. Le abrazo también y sus hombros se sacuden cuando su llanto comienza pero no entiendo porqué llora, no entiendo porqué me abraza con tanta fuerza. Sé que no debo preguntar entonces trato de abrir la puerta a ciegas de nuevo para llevarlo adentro y sentarlo en la cama.

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⏰ Última actualización: Feb 21, 2021 ⏰

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