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¿Conocen la sensación que dejan los rayos del sol al quemar la piel? Jinyoung no recordaba con exactitud cómo era que se sentía un sonrojo por culpa del molesto sol. Ni siquiera sabe si en toda su vida pisó una playa. O si su madre tuvo la decencia de llevarlo a una piscina pública cuándo era un niñito.


Pero no, no recordaba nada de eso. Entonces sintió miedo de que pudiese desmayarse en cualquier momento, porque eso no era normal. ¿Verdad? El rostro le ardía y jodidamente era de noche, estaba la luna aplastada en su infinito cielo, las estrellas la rodeaban de una manera sofocante.


Pero él se sentía como en verano, cuando tenías que beber limonada y estar pegado al ventilador por lo caluroso y abrasador del sol...

—Pensé que nunca más en mi vida volvería a verte, ¿Por qué apareces así, de nuevo? ¿Sientes que algo malo va a pasar? ¿Eres un ángel que está encargado de protegerme...? ¡Ya sé...!— No sabía a donde lo llevaba. Pero su mano tenía un fuerte agarre en su brazo, como si pensara que en cualquier momento podía escapar. O aún peor, clavarle cualquier objeto punzante. No traía armas consigo, ¿Afortunadamente?


El chico era alto, caminaba realmente rápido y con grandes zancadas. Teniendo que seguirle casi corriendo, y sumergido en sus pensamientos no se dió cuenta cuando dejó de caminar y su tonta cara se estampó contra el pecho perfumado del castaño.


El ardor en su rostro volvió. Y era raro, cálido. Sentía calidez en su cuello que no fuese la de una fiebre de treinta y nueve grados. Y se asustó, se tocó la cara con las manos y vió la cara llena de... Alegría, que cargaba el "desconocido".


—Estabas espiándome y por eso sabías que iba a estar en ese club.


—¿Qué?


Soltó de repente, recapacitando sus pensamientos y escuchando su ruidosa voz. Frunció su ceño y se soltó bruscamente de ese agarre, siguiendo tocando sus mejillas. Él nunca se asustaba. Nunca sentía miedo, pero este día había estado malditamente raro. No se conocía, le inquietaba.


Tembló, por milésima vez en ese día tembló y las ganas de tomar una navaja y hacer cortes superficiales en sus dedos para calmar la ansiedad le inundaron. El color de su sangre era bonito, y tenía un aroma agradable, no como el de sus víctimas. Era un olor asqueroso y enfermizo.


—¡Entonces no me equivoco! Tienes suerte de ser lindo, porque de no ser así ya te hubiese denunciado.— Sintió impotencia, pero la seguridad con la que hablaba le daba cierto nerviosismo y ganas de... De... ¡De pisar fuerte el suelo y cruzarse de brazos! Mierda, esto era realmente difícil.


Era su presencia, el hecho de que sus pensamientos sobre su bonito rostro hayan provocado algo similar a esto, le inquietaba.


Apretó las manos a cada lado de su cuerpo y avanzó un paso, mirándole a los ojos, con el ceño fruncido y mala espina creciendo en su ser.


—Pues, te equivocas.— Tragó pesado, paseó sus ojos por el rostro de ese castaño y sonrió de medio lado. —Dar ésta información sería como contar una parte de mi vida, y eres un completo desconocido. Pero te lo diré de todos modos. Para tu jodida información, he estado en ese club desde las siete. Y... ¡Son las diez de la noche!— Gritó lo último exasperado. Porque su voz tambaleó.

   。†.dead balloons (死气球) ; yoonbaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora