Todo esto era tan injusto, se sentía como ese niño de seis años que no obtuvo el permiso de sus padres para ir a la fiesta de cumpleaños de un compañerito de su salón. Frustrado y con ganas de llorar. El sonido de la puerta cerrándose rebotando en sus oidos y la sensación de la ropa dejando su cuerpo era como el detonante para que la irritación también se hiciera presente.
Joder, realmente tenía ganas de salir otra vez, encontrar a algún mal hombre solitario y desafortunado que le hiciera bajar aquella ansiedad que le estaba consumiendo lento y seguro. Estaba consciente de que su lista mental e interminable estaba llena de hombres que murieron en sus manos, solamente una mujer reinaba en la lista, la primera persona que murió a causa suya fue su madre, el segundo, su padre.
Y por alguna razón se había sentido bien matarlo a él. Claro, acabar con ella había sido revelador, pero no tenía resentimiento con las demás mujeres del mundo. Éstas eran inocentes y delicadas, su madre era una completa basura.
Pero eso no era lo que le mantenía inquieto, tampoco lo eran las gotas cayendo en forma de una agradable lluvia artificial sobre su cabeza. Lo que sí le tenía frustrado, con ganas de llorar, irritado y ansioso; era ese chico. Ese chico le había dejado justo en la puerta de su jodida casa, porque era insistente y por mucho que le dijo que no quería eso, el castaño igualmente mostraba una sonrisa y le repetía que le diera su dirección.
Ese chico le tenía así, y no sabía porqué sus manos temblaban mientras intentaba borrar el aroma del perfume y alcohol que se había quedado impregnado en su piel. No entendía porqué su mente le atormentaba con imágenes huecas del pasado mientras deslizaba sus uñas contra sus brazos, con la frente recargada en las baldosas y los ojos apretados para no llorar.
Llorar por la sensación de vacío incrementándose en la boca de su estómago.
Por un momento quiso gritar, pero recordó que su garganta no estaba en condiciones para hacerlo, hablar le costaba a medida que pasaba más tiempo encerrado en ese carro. Le fastidiaba. Y la única manera de aligerar todo lo que sentía, era rasgando su piel, quería arrancarla de un tajo, hacer que su propio cuerpo pagara por las fechorías que ha cometido y ponerle un fin a la tormenta caótica que se había vuelto su cerebro.
El flujo de agua se sentía frío contra su piel, cada gota cayendo le hacía temblar. Quería lavarse muy bien, para eliminar los pensamientos que le llenaban y abrumaban aún más.
Quiso volver a verlo por un momento, para tomarle del cabello y deslizar el filo de un cuchillo sobre su yugular. Clavarlo en su pecho y gritarle con todas sus fuerzas que no le quería en su vida.
Pero sería cruel para él mismo, porque ya estaba comenzando a torturarse con esas imágenes, con sus manos llenas de la sangre espesa de ese chico, de Yoon Hyunsuk. Y los dedos se enroscaban contra su piel cuando su subconsciente repetía ese nombre un par de veces, con la voz de él; con ese mismo tono entusiasta y animado que no abandonó durante todo el trayecto. Torturándolo, jugándole sucio.
Seonghwa golpeó su frente un par de veces contra las baldosas frías y suspiró, cerrando el paso de agua con furia.
No entendía porqué. Solamente eso.
Quizás todo era confuso, pero como había dicho antes, su cabeza era como una tormenta, y en las tormentas el viento no va en una misma dirección. Podía venir desde la izquierda, pero también de frente y por la espalda. Por la derecha también, formando un tornado de pensamientos confusos que, por muy ordenados que quisieran estar, no lograban estarlo nunca.
Y era frustrante, por la mierda que lo era. Porque si él no fuese así, no estaría sufriendo este tormento. Ja, tal vez ni siquiera estuviese vivo.
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。†.dead balloons (死气球) ; yoonbae
Fanfiction[ 没有什么比他的嘴唇令人愉悦的味道和他脑子里疯狂的想法更像的了] ¿Por qué le había gustado tanto ver como ese chico asesinaba a ese hombre sin compasión? Era enfermizo, pero aún así pensaba que se veía bonito con las mejillas llenas de sangre y el brillo en sus ojos luego de est...