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La sensación de encierro era algo que le agobiaba. Cuando estaba en su pequeña casa se sentía completamente aislado de todo, atrapado entre esas paredes que, a pesar de que eran finas, le asfixiaban de una manera horrorosa. Como si su propio hogar le castigara por sus malas acciones. Pensaba que las sábanas de su cama le ahogarían justo como él hacía con la mayoría de sus víctimas.

Para Jinyoung, el sentirse encerrado era como revivir cada una de las atrocidades que sus manos creaban en conjunto con su mente atrofiada.

Y el tener esos brazos alrededor de su cintura, hacían que las imágenes de su infancia desastrosa se acumularan en sus ojos en forma de lágrimas. Éstas eran de la rabia, la cólera que le hacía sentir el calor que irradia el cuerpo contrario. Gritaba pidiendo ayuda, decía que ese chico estaba demente y que le estaba secuestrando. Y nadie hacía nada, se sentía como una lección que la vida le estaba dando.

Porque sus víctimas pedían ayuda a gritos, y nadie venía. Nadie volteaba y nadie se preocupaba.

Entonces se frustró y clavó sus pocas uñas en el brazo de Hyunsuk. Le escuchó sisear y volvió a hacerlo, ésta vez más profundo y rápido. Se sintió más apretado, pero lo siguió haciendo hasta que su cuerpo golpeó contra una superficie que se abolló superficialmente en un sonido fuerte pero seco. Su respiración estaba agitada y sentía como sus lágrimas se empujaban entre sí queriendo salir.

—Escucha...— Su voz fallaba por su respiración pesada, de verdad había puesto todo su esfuerzo en traerlo hasta su auto. Iba a seguir, pero fue interrumpido, enredó sus brazos alrededor de su delgado cuerpo nuevamente al ver que iba a salir corriendo. —¡Déjame!— Gritó, hasta el punto en que juró sentir su garganta desgarrada.

Respiraba tan errático, y le miraba con tanto odio. El cabello alborotado y las mejillas con finos surcos mojados.

—¡Escucha!— Igualó el tono de su voz, y le apresó aún más contra su cuerpo y su auto. Tomó con una mano su rostro y le obligó a mirarle. Jinyoung odiaba eso, que le obligaran a hacer cosas que no quería. Se sentía como cuando estaba encerrado en el psiquiátrico. —En verdad no pienso dejarte ir tan fácil...— Murmuró, porque no le gustaba gritar. Hyunsuk le miraba directamente a los ojos, como si no tuviese miedo de lo que pudiese ver en ellos. Completamente nuevo e inexplicable, eso fue lo que se le vino a la mente cuando notó lo cerca que estaba, lo pegado y encerrado que le estaba haciendo sentir.

Sorbió su nariz, arrugó el entrecejo y estuvo listo para volver a gritar. Pero esa mano le cubrió la boca rápidamente, pegando su cabeza a la ventanilla.

—Porque en verdad, desde aquella noche en que mataste a ese hombre no pude olvidar tu rostro. Aún tengo presente el como hiciste ese trabajo tan sucio en minutos... Con tanta pasión.— Jinyoung mordió sus labios, aunque tuviese una mano encima de ellos. Le miraba a los ojos, aún enojado y sometido. Esa habladuría, la manera de decirlas, simplemente le estaban poniendo de los nervios.

—Y quiero decirte que me gustó ver tu rostro salpicado de sangre, aunque no tengo ni idea de quién eres, y porqué haces eso... Quiero volver a verte de esa manera. ¡Me pareció jodidamente caliente!— Lo último hizo a Jinyoung apretar los puños y quedarse tieso en su lugar, con los ojos abriéndose sorprendidos al pasar de los segundos.

Y Hyunsuk rió levemente por la expresión que estaba poniendo.

Joder, le tenía acorralado contra su auto y tenía su rostro tan cerca. Pero viendo cómo se había puesto hace un rato, besarle desprevenido no era una opinión. Quizás le arrancaría un labio con los dientes, no podía pensar algo más extraño.

—Así que déjame llevarte a casa, es lo primero que puedo ofrecerte de mi.— Quitó su mano de aquél rostro, Jinyoung le miró curioso y pensativo. Apretó los labios y respiró hondo.

   。†.dead balloons (死气球) ; yoonbaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora