𝟑 ; 𝐓𝐇𝐑𝐄𝐄

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Sanha presionaba la mano de Dongmin contra su pecho, mientras la sostenía con ambas manos. Sentía nervios, el hijo del mayor llegaría en cualquier momento al aeropuerto, realmente quería dar una buena impresión y no decepcionar a Dongmin.

— No temas, bebé, eres la ternura en persona y no creo que alguien pueda no amarte. — Dijo el mayor, brindandole una sonrísa.

— Tú lo dices porque eres mi prometido. — Dijo, dándole un pequeño empujón al mayor con su hombro. — Realmente quiero agradarle.

— Lo harás, estoy seguro. — Dijo el peli-negro.

— ¿A qué edad lo tuviste? Porque para que tenga diez años, no pudo ser dentro se tu matrimonio. —Dijo el rubio, sacando cuenta mentalmente.

— Lo tuve a los dieciséis. — Dijo Dongmin, algo avergonzado. — Fue un impulso, un error por parte de Guan y mía. Pero no me malinterpretes, el error fue no esperar a casarnos, pero a Chenle jamás lo consideraría un error. Él es mi mundo, junto a ti, claro.

— Tan tierno, mi Woonie. — Dijo, riendo.

Pudo oirse como nombraban el vuelo que provenía de Shanghai, en ese llegarían Lay y Chenle. Sanha sentía que su corazón subía hasta su garganta, quería vomitar de los nervios que invadían su cuerpo, esa situación era demasiado para él.

Dongmin no soltaba su mano, mientras caminaba rápidamente hacia la puerta del vuelo correspondiente a Shanghai. Las personas salían unas tras otras, algunas siendo recibidas por parientes y otras solas, que probablemente eran turistas. Y casi al final de todo, el pequeño Chenle salió junto a Lay sujetandolo de su capucha. El chino buscaba con la mirada por los alrededores y cuando la gente comenzó a dispersarse, vió a Dongmin y lo señaló, diciéndole algo al pequeño peli-negro a su lado.

El menor elevó su vista de sus zapatos y corrió a los brazos de Dongmin. Este se agachó y rápidamente el peli-negro saltó sobre él en un cálido abrazo. Sanha sentía nervios, pero a la vez ternura, Chenle era una preciosura. Lay llegó junto a ellos, cargando las maletas del niño y un bolso suyo, no planeaba quedarse mucho tiempo.

— Hola mi pequeño travieso. — Dijo Dongmin, apachuchando al menor entre sus brazos. — No sabes lo mucho que deseaba volver a abrazarte.

— Yo también, papá. — Dijo Chenle y luego se separó. — Mamá decía que tú no querías vivir conmigo, pero yo no le creí.

— Eso no es cierto, papá si quería vivir contigo... Pero tu madre sentía que era mejor que vivieras con ella. — Dijo el mayor. Sanha quería preguntar mil cosas, pero se aguantaría. — Oh, Chenle, él es Sanha.

El peli-negro volteó a verlo e hizo una reverencia. — Un gusto. Supongo que usted es de quien el tío Lay me habló, imaginé que sería más bajito. — Dijo el pequeño, para luego extenderle su mano. — Por favor, cuide de mi y de mi papá.

Sanha iba a explotar, el niño si que era una ternurita. Extendió su mano y tomó la del menor. — El gusto es mío y prometo hacer mi mayor esfuerzo.

— Bueno, veo que Lay ya contó lo que se suponía que YO diría... — Dijo el peli-negro, dándole una mirada asesina al mayor, pero este solo se encogió de hombros sin darle mucha importancia. — ¿Qué les parece si vamos a casa? Compré muchos juegos para ti, Sanha me ayudó a elegirlos.

— ¡Gracias! — Chilló el menor y tomó una de las maleta de las manos de Lay. — Vamos tío, podemos jugar juntos hasta que te vayas.

— Claro que si, pequeño. — Dijo el mayor, sonriendo.

Salieron del aeropuerto y caminaron hasta el estacionamiento por el auto de Dongmin. Sanha iba a abrir la puerta del copiloto, pero Chenle también tomó el picaporte. Fue algo un tanto... ¿Incomodo? Siendo un niño no debería incomodarlo, pero no era cualquier niño, era el hijo de su prometido.

𝐓𝐇𝐈𝐒 𝐈𝐒 𝐖𝐀𝐑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora