𝟖 ; 𝐄𝐈𝐆𝐇𝐓

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Sanha se despertó con gran molestia. Llevaba rato golpeando todo lo que tocaba en el departamento, incluso había tratado mal al pobre cartero que no tenía nada que ver en sus problemas. Jinu salió de su cuarto aún en pijama, pues ese día la joven del parque no podría ir a correr porque debía llevar a su pequeña cachorrita al veterinario. El peli-negro observó a Sanha por un rato y luego se sentó para así reir bajito por las acciones del menor.

— ¿Que rayos te resulta tan gracioso? No veo nada de que reirse. — Bufó el rubio, para luego golpear el tarro de azúcar contra la encimera.

— Que humor de perros tenemos hoy, ¿eh?... No, ni un perro es tan malhumorado como tú. Es más bien un humor de gato. — Dijo el mayor, riendo. — ¿Tan mal te fue con chuqui, ayer?

— Todo parecía ir bien, pero en cuanto estuvimos con Eunwoo, se descontroló. ¡Se escapó de mi vista y Dongmin casi me mata! Dijo que yo lo dejé sólo, con lágrimas y todo. Es bueno en esto. — Bufó Sanha, para luego sentarse con su taza de té frente a Jinu.

— Si que es malvado... Yo esperaba tener un sobrino buenito, no más malo que las bromas de Bin. — Dijo Jinu, haciendo una mueca.

— Si... A propósito, ¿les dijiste que vengan a vivir contigo? — Dijo el menor.

— Si, pero irán a vivir con Seunghoon hasta que en algún momento te cases con Eunwoo y te vayas. — Dijo Jinu, mientras buscaba un yogurt en la heladera.

— ¿Y qué tal te fue con tu chica? — Cuestionó el rubio, siguiéndolo con su mirada.

— Verás... El chico ese... Era su hermano mayor. Se llama Hoseok o Wonho, qué se yo cual de los dos era su nombre real. — Suspiró. — Y no era tan alto como se veía desde lejos, medimos lo mismo.

— ¿Ves? No tenías de que preocuparte. ¿Y ya te declaraste? — Cuestionó, con una sonrisa en su rostro por primera vez en la mañana.

— ¿Sabes? Tengo un plan para que el chuqui ese sufra. — Cambió de tema bruscamente y luego de hallar un yogurt, cerró la heladera para así sentarse junto a Sanha.

— No me cambies el tema Kim Jinwoo, que bien sabes que odio que me hagan eso. — Bufó.

— No, no me declaré, ¿okay? Me dió miedo de ser rechazado por viejo frustrado asalta cunas. — Suspiró, agachando su cabeza. — Pero ya enserio, tengo un muy buen plan.

— ¿Y cuál es? — Cuestionó el menor, posando su mejilla en su mano.

— Simple, deja de ser tan idiota intentando combatir fuego con agua, combatelo con fuego. — Sonrió.

— ¿Te das cuenta de que eso me traerá más problemas con el niño en lugar de acercarlo a mi? — Dijo el rubio, entrecerrando sus ojos.

— Anda, sino hará de tu vida una tortura. Es mejor que trates de doblegarlo hasta que pida una tregua y todo se solucione. — Se encogió de hombros, para así lamer la tapita de su yogurt.

— ¿Podrías dejar de hacer eso? Ya tienes treinta y dos años. — Dijo, frunciendo el ceño.

— Nunca se es demasiado grande para lamer la tapita del yogurt, es una lección de vida.

— Ya qué. Me voy al trabajo, te veo luego, cobarde.
























[...]




























Dongmin sentía un nudo en la garganta, si que odiaba pelear con Sanha y eso que apenas iban dos peleas. No podía dejar de pensar en que, antes de la llegada de su pequeño, no tenían peleas y eso lo frustraba, porque no quería culpar a Chenle. No quería perder a su hijo, ni tampoco a su pareja al cual amaba tanto, se sentía dividido. Aquella mañana estaba siendo un fastidio y por ello mandó a llamar a Sanha, sin importar las obligaciones del menor, de todos modos le pagaría lo de siempre.

El picaporte se removió un poco y de la pequeña abertura hecha entre la puerta y el marco de esta, una cabellera rubia se asomó con cuidado; luego unos ojos pequeños; para finalmente dejar ver todo el esbelto cuerpo de Sanha adentrándose, luego de pedir permiso. El menor se sentó en la silla frente a él y se acomodó un poco antes de observar a Dongmin.

— ¿Quería verme, jefe? — Dijo, con molestia en su tono, era muy obvio que estaba enfadado.

— Si. — Afirmó el peli-negro, para luego soltar un suspiro mientras acariciaba el tabique de su nariz con sus dedos pulgar e indice. — Lo siento, ¿okay? No se qué está pasando y me vuelve loco esta situación, pero supongo que no podíamos tener una relación perfecta por siempre. Aún así, quiero estar contigo tanto en las buenas como en las malas, solo si tú aún me amas.

— Claro que te amo, tontín. — Rió el menor. — Y tranquilo, estoy seguro de que esos problemas no podrán más que nuestro amor. Y entiendo que estés así, es tu hijo y te preocupa su bienestar.

— Ay Yoon Sanha. ¿Qué hice para merecerte? Eres mi rayito de sol. — Sonrió, para así acariciar la mano del rubio frente a él. — Ya no te distraigo más, sigue con lo tuyo y esta noche dejaré a Chenle con mis hermanos y vamos a cenar por ahí solos. ¿Quieres?

— Me encantaría, pero hoy es cena familiar. ¿Recuerdas? Irán Nayeon junto a Kyungsoo, Yoorim irá sola, Jinu no se si invitará a su chica porque parece que olvidó la cena, y seguro van mi madre y mi padrastro. — Dijo Sanha. Temblaba ante la idea de que su madre y su padrastro fueran, ya que la última vez no había resultado muy bien con Dongmin.

— Y... ¿Cómo crees que reaccionen al saber que tengo un hijo? — Cuestionó el peli-negro, jugando con sus manos.

— Yo... — Sanha suspiró. También le preocupaba aquello en demasía. — No lo sé. ¿Aún así irás junto a Chenle? Esta vez la organizaremos Jinu y yo.

— Lo intentaré.

Pero a Dongmin le aterrorizaba el hecho de tener que enfrentar nuevamente a los mayores, y más porque ahora se veía envuelto en el problema de tener que confesar que tenía un hijo. Y a Sanha le preocupaba que Chenle arruinara todo. ¿Qué podría hacer ese monstruito?

Continuará...

𝐓𝐇𝐈𝐒 𝐈𝐒 𝐖𝐀𝐑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora