Dale lo mejor de ti

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Era un dia de escuela, nada raro porque siempre la mayoría se quedaban dormidos a mitad de clases cuando los profesores explicaban en el pizarrón.

Cuando las clases terminaron, adrien se aserco a uno de sus compañeros para ver qué tenía, pues un robusto estaba que temblaba del miedo estando escondido.

-Hola Iván.. ¿pasa algo malo? -adrien miró con curiosidad al nombrado-.

El pobre chico dió un salto de los nervios mientras se volteaba para ver al responsable que le habló.

-No pasa nada, e-es solo que olvide algo..

El rubio lo miro curioso y después se aserco hacía él con una sonrisa.

-¿Problemas amorosos? Y si es así déjame ayudarte amigo mío. -sonrío- 

-Bueno.. lo que pasa es que hoy yo y mylene cumplimos casi un año de novios y no sé que regalarle. Me siento tan mal por no saber que le gustaría... -expreso con tristeza-

El sabía que hacer, tuvo los mismos problemas con marinette cuando cumplieron dos días de novios.

(Cosa que hizo al chico emocionarse y a su novia ponerse confundida porque no era  que le regalarán algo pero dejó que lo intentará.)

-¿Sabés? Tengo una idea de que podrías regalarle a tú novia. Dale algo que provenga de ti, ella no es de querer cosas lujosas ni caras. Si la acompañas en las buenas y en las malas, ya es mucho que pedir.

Iván se quedó sorprendido, tenía toda la razón. Su novia no necesitaría nada de lo otro, si él está con ella ya es suficiente.

Lo que importa es la compañía de los dos.

-¡Gracias adrien, eres muy sabio! -dicho ésto, emocionado se fue a buscar a su novia-.

-Lo sé, siempre me lo dicen. -sonrío con orgullo mientras se cruzaba de brazos-.

Una jóven azabache paseaba por aquellos pasillos del patio y vió a su novio a lo lejos, así que decidió asercarse con una sonrisa.

-Vi que estabas con iván, no sé de que hablaban pero parecían muy felices los dos. -sonrío la peli-azul-

-No importa mari, ahora que estás aquí.. deberíamos aprovechar el momento. -sonrío coqueto-

La jóven sonrío del mismo tono coqueto y se colgó del cuello de su novio mientras que sus labios se acercaba cada vez más a los del rubio.

-Adrien, tengo hambre. -la voz chillona que conocía el rubio se hizo presente-

-Mari.. disculpa por interrumpir pero también tengo hambre. -sonrío con ternura inocente otra pequeña criatura-

Los dos nombrados se separaron. Uno apenado por la situación mientras buscaba algo dulce para la kwami rosada y él otro maldiciendo internamente por el hambre del kwami negro mientras buscaba en los bolsillos de su ropa.

Los dos pequeños kwamis se miraron con burla y chocaron sus manitas a escondidas.

Minutos después tocó el timbre, informando que el recreo terminó y deberían volver otra vez a clases. Los dos enamorados se miraron con pucheros y abrazados caminaron hacía su respectivo salón.

Continuará...

¡Nos vemos a la próxima! 💕

El Consejero ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora