🐄; lunes; pelea

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—Gustabo, creo que ahora sí la hemos cagado.

—¿En serio? —pregunta el chico de forma sarcástica —Dime un jodido día Horacio en el que tú y yo no lo hagamos.

—Todo es tu maldita culpa —reprochó el de la cresta, formando un puchero involuntario recordando lo que le pasaría si se metían en más problemas.

—Deja de llorar y ayúdame a conducir esta mierda. No debe de ser tan difícil. ¿Leónidas no te explicó al menos lo mínimo? —Gustabo preguntó, viendo con una mueca de extrañeza las luces y botones que estaban frente a él.

—¿Leónidas? ¡Claro que no! —gritó su amigo, comenzando a desesperarse  —Solo me dijo, "te entregaré el pegasus pero ten mucho cuidado" si llegué hasta acá fue de milagro —dice Horacio tratando fallídamente de imitar la voz del oficial.

—Joder, bueno. Lo intentaré, vamos que si Leónidas puede ¿por qué yo no? Necesito que no te pongas el cinturón y que tomes un paracaídas de la parte de atrás. Ambos lo tomaremos.

Después de que Gustabo diera la orden y que ambos ya tenían todo listo, el chico comenzó a elevar el helicóptero. Gustabo festejó al igual que su amigo, aún sabiendo que aquello era lo más fácil. Su misión ahora era llegar a comisaría sanos y salvos después de que Gustabo hubiera despertado en medio de una isla por haberse quedado dormido mirando las estrellas.
Y Horacio por su intento de ir más rápido a por él, se le ocurrió -a ambos, de hecho- la grandiosa idea de ir en helicóptero, aún sabiendo que no contaban con la licencia.

Y todo estaba yendo de maravilla, realmente Gustabo creía que después de eso sacaría la licencia y se pondría en las persecuciones a manejar aquella bestia, sin embargo todo se fué al carajo cuando la voz nerviosa y temblorosa de Horacio llegó a sus oídos.

—G-Gustabo... El helicóptero está echando humo. —asustado, el de la cresta veía como salía aquel humo negro de la parte de atrás.

Deduciendo que talvez el motor tenía un problema.

—Relajate, es tu imaginación. —murmuró calmadamente y concentrado, esperando que comisaría apareciera ya en su vista.

—Gustabo... ¡Oh dios, Gustabo! Esa mierda se está quemando, ¡Para! —los gritos del pelirrojo comenzaron a molestarle, lo hubiera regañado y mandado a callar, de no ser porque el helicóptero repentinamente se estaba cayendo en picada.

Entró en pánico, moviendo y aplastando todos los botones que veía para elevar aquel cacharro sin embargo nada funcionaba y esa cosa cada vez estaba más cerca de chocar contra el suelo.

—¡Horacio salta, salta, salta ya! -riéndose a pesar de todo, ambos amigos salieron de ahí a tiempo viendo como el helicóptero caía hasta la orilla de la autopista. —Nos faltó poco para llegar a comisaría, joder.

Horacio le miró extrañado sin comprender por qué su amigo se jactaba de todo esto.

—Deja de reírte Gustabo, hemos estrellado un helicóptero de la jodida CNP, ¿Entiendes? Dónde el intendente Conway y el niño asustado trabajan. Nos matarán.

Gustabo lo sabía, sabía que de esta no lo salvaba nadie. No por ser el noviecito de aquel gruñón se salvaba de unos buenos insultos. Ya no porrazos, por lo menos, pero sí más de un "capullo, anormal" se iba a llevar. Vaya que sí.

—Mira el lado bueno, nos hemos reído y divertido.

—Dilo por tí, idiota.





No tardaron en llegar los oficiales, ambos chicos se encontraban sentados en una montoncito de tierra con las piernas flexionadas sobre su pecho mientras esperaban que los enfermeros les devolvieran sus DNI. Dos personas bajaron de los coches, una con cara de molestia y otra de forma preocupada. Greco comenzó a correr y a examinar involuntariamente a Gustabo mientras este le repetía que estaba bien, que no le había pasado nada. Horacio rodó los ojos separándose un poco de aquellos dos que sin mirarlo saberlo soltaban miel y azúcar. Eran taaaan cursis.

Buscó la mirada de su novio de forma temerosa pero este se encontraba hablando con los médicos.

Sabía lo que le esperaba, no era la primera vez que la liaba. Y no sería la última.

—Me iré con Greco, te quedas con el niño asustao' este. mucha suerte. —Horacio resopló al escuchar el apodo que su amigo utilizaba. Pero aún así asintió y se despidió con la mano.

Media hora después, ya todo estaba arreglado. Ahora sí que se venía.

—Sube al coche. Anda.

El de chaqueta azul le hizo caso porque no quería cabrearlo más de lo que ya estaba.

Mirando por la venta y yendo rumbo a la comisaría, Horacio resoplando por segunda vez en la mañana, habló.

—Suéltalo ya.

—Eres un jodido anormal. No piensas, nunca piensas con aquel cerebro que tienes arriba. ¿En qué pensabas Horacio? ¿En matarte? Porque eso hubiera pasado.

—Estas siendo exagerado.

—¡No te atrevas a decir esa mierda, estoy preocupado. Pudiste haberte matado allá arriba y yo sin saberlo!, ¿es que quieres que me dé un puto infarto? Hasta los huevos estoy de que te sigas comportando como un auténtico capullo, tú y tu amiguito Gustabo. Basta ya de una puta vez. —las manos de Viktor apretaban el cuero del volante de lo enojado que estaba. Horacio miraba fijamente ese acto. Sintiéndose intimidado por la fuerte voz del hombre.

—Lo siento —susurró, siendo conciente que eso empeoraba todo.

—¿Crees que con eso me quitas la preocupación? Ninguno de los dos tiene licencia, no saben cómo conducirlo. Pudieron haberse matado de no ser por esos paracaídas. Necesito que dejen de hacer el capullo de una puta vez, Horacio. Te puedo proteger de todo lo que quieras, menos de tus idioteces. Entiende que me importas y que te quiero a salvo.

Lo que restó del camino ninguno dijo nada, las peleas en ellos por más loco que suene no eran muy comunes. Pero cuando Horacio hacía el loco por la ciudad olvidándose de que su novio era el comisario del CNP era todo muy difícil y cansado, más para Conway quien tenía que pagar los platos rotos de todo aquello.

Estacionó el patrulla frente a la comisaría, ambos viendo fijamente hacia la puerta en un silencio tenso.

Horacio no aguantó más, un débil sollozo salió de su boca cubriendo ésta con sus manos las cuales eran tapadas por su chaqueta.

Odiaba cuando preocupaba a su novio, y más si eran por sus acciones tan tontas.

—Oh... Ven acá Horacio —Volkov le llamó, rodeando con sus brazos al chico de a lado para pasarlo a su regazo y abrazarle fuertemente. -Me da miedo perderte, ¿De acuerdo? Siento mucho la forma en la que te hablé. Pero imaginar que no te puedo proteger de tí me afecta, me hace sentir inservible. Necesito que ambos dejen de meterse en problemas, tienen que parar ya de una jodida vez.

—Lo siento —murmuró el chiquillo, enterrando su cara en el cuello del mayor y aspirando sutilmente su aroma. Se sentía en casa cuando hacía eso.

—Descuida... Solo... Te amo. No quiero que tú igual te vayas. —Para ese entonces Horacio ya estaba llorando aún más fuerte y apretando a Volkov lo más fuerte que podía.

Aquel abrazo fue uno de los más significativos en ese día, Horacio sabía que Viktor se preocupaba realmente por él, y cada vez que le decía "te amo" (pocas veces, pero muy significativas) las atesoraba como la última vez. Horacio, cuando oía esas dos palabras, sabía que aquel hombre gruñón era su hogar.

[🍓]

Esto es algo demasiado kk ksksjs
Esta es la primera historia que hago hum... Sé que esto nada más lo va a leer mi abuela y dios pero bueno. No está de más decir ciertas cositas.

🥀 Se modifica la edad de los personajes para más comodidad
Volkov 32 (creo que esos tiene)
Horacio 24

🥀Mención leve de Grecostabo en algunas narraciones.

🥀Caps cortitos y relatando lo que ellos viven en una semana, todo la mayoría (intento de) soft.

ESTOY CORRIGIENDO Y ADAPTANDO ESTO A VOLKACIO JAKAJSJA EN FIN, LA SHIPP SUPERIOR.

adore you; volkacio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora