🐄; Extra 2: Adopción.

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Suspiró derrotado al ver la carta en sus manos, por otra vez había sido denegado su permiso de adopción por el orfanato de la ciudad. Y aunque cumplían con todos los requisitos que pedían él no lograba entender el por qué de su respuesta negativa.

O tal vez sí que sabía el por qué, pero se negaba a pensar que en pleno siglo XXI aún existían personas con ese tipo de mentalidad, que se negaban a darles una oportunidad a las parejas del mismo sexo.

La chica que estaba ayudándolos hizo una nueva triste al verlo tan derrotado, ese día Horacio no pudo acompañarlo sin embargo el pensar que aquella mañana se había levantado tan ilusionado, tan lindo... Su corazón se estrujó sabiendo que tenía que llevarle la noticia.

-En serio lo siento, cuando fui me habían dicho que la niña ya había sido adoptada. -había escuchado las palabras de la pelirroja vagamente, no quería saber nada justo ahora.

-Yo... No lo sé. Hablaré con mi esposo y ya le comentaremos a usted si seguiremos buscando. Aunque dudo que él se rinda tan fácil-una leve risa salió de sus labios, conocía a su esposo lo suficiente para saber que, si bien la respuesta negativa sí lo iba a poner triste, eso no significaría que Horacio Pérez se iba a rendir, él jamás lo hacía.

Se despidió de la muchacha con un vago saludo de manos y comenzó a caminar hacia su auto que estaba a unas cuadras del restaurante en donde habían quedado y se dirigió hacia la empresa que habían montado junto a su marido. Habían dejado hace más o menos tres años la policía, justo el tiempo en el que a ambos se sintieron listos para hacer la familia más grande.

Sí, Volkov y Horacio llevaban tres años intentando adoptar a un niño y a pesar de que todo ese tiempo recibían respuestas negativas, nunca soltaban la toalla; porque aún estaba la ilusión de cuidar a un pequeño.

[...]

No fue hasta que los dos llegaron a su hogar que Viktor decidió soltar la noticia.

Ambos con un café en mano sentados sobre la mesa de la cocina, mientras Horacio esperaba paciente y guardando su emoción, aquella que nunca perdió, fue que le entregó la carta a su marido.

Volkov sabía que Horacio ya se había respondido a sí mismo cuando lo vió sin ninguna emoción a la hora de saludarlo en el restaurante. Sin embargo supo que él aún mantenía la fé, por eso le dolió tanto ver cómo la sonrisa del de los ojos bicolor iba decayendo poco a poco y como una pequeña lágrima rodaba por su mejilla.

-De nuevo... -su voz quebradiza sonó más fuerte en aquel silencio rincón.

Volkov nunca fue bueno consolando a la gente y verlo así de derrotado, sin ganas de hablar y sin su hermosa alegría... Lo odiaba y se odiaba a sí mismo por no poder cumplir su sueño de ser padres.

El chico se levantó sin decir nada, tomó de un sorbo lo que le restaba del café y salió de la cocina para dirigirse escaleras arriba, el ruso sabía a dónde se dirigía éste. Sin embargo no estaba seguro si lo mejor era seguirlo. Aún así no quiso dejarle solo entonces caminó lentamente hacia aquella habitación la cual había estado decorada por más de dos años.

Horacio se encontraba sentado en el suelo con su cabeza en medio de sus piernas, los sollozos eran amortiguados por sus manos las cuales cubrían igualmente su cara. A Volkov se le partió el corazón de nuevo, su sol estaba sufriendo y él no sabía cómo solucionar el problema, porque el problema se salía de sus manos. ¿Si acaso era suyo realmente? Ellos no tenían nada de malo, eran una pareja como cualquier otra con la ilusión de ser padres, ¿Eso era lo malo? Eran dos hombres, sí, pero eso no tenía nada de malo. Eso no los hacía malos a ellos. Volkov supone entonces que el problema no era de ellos, era de la gente. La gente vivía con la mentalidad de un cavernícola. Sabía que Horacio en ocasiones se culpaba, incluso él llegó a culparse pero, ¿Realmente era culpa de ellos?

adore you; volkacio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora