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-¡MIKASA!-. Gritó Nicolo al ver la acción de la chica. -Lo s-siento tanto se...ñor-. Trato de disculparse con esa pobre víctima de las nauseas de la pelinegra que ahora se encontraba en el suelo; sin embargo no hay forma de describir lo que aquel azabache sufría en ese momento, él solo se puso de pie de golpe, mientras apretaba sus puños, presionaba fuertemente su mandíbula y contenía la respiración.

-De de verdad lo siento tanto, puede limpiarse en el...-. El enojo del azabeche y el asco que sentía era más que notorio, con pasos fuertes y rápidos se dirigió al baño sin si quiera dejar terminar al dueño. -Maldita sea Mikasa, ese hombre está hecho una chimenea-. Decía Nicolo mientras tomaba a Mikasa de un brazo para levantarla -Vamos levántate-. Le decía mientras la chica con lo poco que le quedaba de conciencia lograba al menos ponerse de pie. Nicolo la llevo hasta la salida y por suerte el taxi ya estaba ahí, le dio la dirección al conductor y unos billetes que seguro alcanzarían para pagar. -Me lo debes-. Señaló a Mikasa, ella solo sonrió con los ojos cerrados y se despidió con su mano antes de que el auto arrancara.

Nicolo comenzó a estresarse, rascó encima de su cabeza con desesperación, y ahora qué haría con ese pobre chico, cómo verle a la cara luego de que otro cliente le vomitara encima. Finalmente volvió a entrar a su negocio, se detuvo en la puerta del baño de hombres, suspiró y decidió tocar. -Oye, ammm, tengo un cambio de ropa por si quieres...-.

-Es lo menos que puedes hacer-. No lo dejó terminar, Levi contestó con su voz característica, y aunque suele escucharse inexpresiva, esta vez se escuchaba sumamente molesta.

-Bien-. Contestó Nicolo y fue por el cambio mencionado.

El Ackerman se quitó su camisa blanca y cómo podía trataba de limpiarse con papel higiénico y chorros de agua que salían del lavamanos; por suerte su cabeza cabía perfectamente en el fregadero, así fue más fácil limpiar su rostro, el cual ya se había puesto un poco más rojo de tanto estar aguantando la respiración para así no percibir el aroma del vómito. Tomó más papel para secar los restos de agua, no intentaba secarse del todo necesitaría de mucho papel higiénico y sería un desperdicio; por suerte aquel dueño le ofreció un cambio de ropa, sería suficiente para al menos quitarse de encima los restos del vómito, y así podría subir a su auto sin dejar un asqueroso rastro.

-Aqui tienes-. El dueño abrió un poco la puerta dejando ver solo su brazo para extenderle la ropa.

Levi la tomo sin decir nada y de mala manera, sabía que no estaba bien mostrar tal actitud, pero en la situación que estaba lo sacaba de todo quicio. Termino de cambiarse y salió del sanitario.

-De verdad siento lo que paso señor-. Dijo Nicolo en cuanto lo vio.

-Porqué te disculpas tu si no eres quien se vomitó encima de mi-.

-Aun así, es clienta conocida, y por eso, no te preocupes por la cuenta es lo menos que puedo hacer como dueño del lugar, y en cuanto a tu ropa le pediré a ella que la mande a la tintorería-.

-Se supone que lo tiene que hacer ¿o no?-.

-Si, exacto, ¿eres médico no? Le diré que envíe tu ropa al hospital donde trabajas-.

-Hospital Universitario de Sina, que lo deje a nombre de Levi Ackerman-.

-¿Ackerman? ¿No serán...?-.

-Oí, no soportare otro segundo más sin darme una larga ducha, y espero no volver a toparme con esa borracha, así que dile que solo lo deje en recepción con ese nombre y punto-. Levi tomó su maletín y salió aún enojado del Café-Bar.

Nicolo suspiro profundamente e ignoró la actitud del azabache, después de todo no tiene por que entrometerse en las relaciones o vida de sus clientes, sospechó de que tal vez ese chico y Mikasa fueran familia, pero por lo anterior pareciese que no se conocían en lo absoluto.

ElixirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora