Intercediendo

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Sorrento era un chico, que se caracterizaba por hacer lo que quería y pensaba, sin importarle sin con eso agradaba o no a las personas, por eso decidió que era momento de interceder por el bien de su amigo, o seguramente esté se quedaría sin hacer nada a esperar que todo fluyera, porque sabía que su amigo, Camus, en su inteligente cabeza creía que no era merecedor de nada bueno en su vida, y que nadie lo amaría por como era, pero Sorrento se encargaría de demostrarle lo contrario.

Hola! Se que no me conoces y yo tampoco, solo se lo que Mu y Camus me han hablado, pero necesito hablar contigo - cuando Milo se levantó esa mañana, salió a pasear a Antares, regreso, se ducho, preparo su desayuno, puso la mesa  para comer, y el timbre de su departamento sonó jamás espero encontrarse, con el bonito peli lila que era amigo de Mi y Camus al abrir la puerta -  me permites pasar? - pregunto con una sonrisa amable -

Claro - sonrió y lo dejó pasar - eres Sorrento, si no me equivoco - sabía que no lo hacía pero era mejor hacerse el tonto -

Sí. Siento lo repentino de esto - sonrió y señaló su presencia en el lugar - pero no pude dormir toda la noche pensando en cómo ayudar a Camus, y cuando amaneció decidí que era mejor hablar contigo - explicó y señaló las ojeras que adornaban su rostro - no quiero que te hagas una mala idea ni nada, pero de verdad necesito que me escuches - pidió con urgencia, como si de un momento a otro el peli azul lo fuera a echar de su casa -

Esta bien, solo que llegas cuando voy a  desayunar, deseas comer algo? - invitó a seguirle hacia la cocina, dónde Antares comía rápidamente sus croquetas - no soy un experto, así que... - le hizo una seña de que se sentará y se sirviera de lo servido para luego servir en otro platos otra ración de comida para el mismo -

Esta bien, gracias - Sorrento sonrió agradecido, hace tiempo que no comía comida casera, con el que era un quema agua y Camus calienta microondas era un privilegio comer algo así - cocinas bien - aprobó la rica combinación de huevos y tocino -

Gracias - acepto las palabras para sentarse junto al peli lila y empezar a comer - y bien? - pregunto porque la curiosidad de saber que era lo que el menor quería hablar con él no le dejaría comer en paz -

Oh, si lo siento me perdí en la comida - sonrió con leve vergüenza - siento lo de tu cita con Camus - frunció el ceño al recordar todo lo narrado por el peli aguamarina - no quiero que lo mal entiendas - miro al de ojos turquesas -  Camus es una persona especial - sonrió ante el recuerdo de cómo era Camus cuando se conocieron -  déjame hablar, por favor - pidió al ver al griego querer hablar pero ante si pedido callar y asentir -  Camus lo que es ahora, no es nada para cuando yo lo conocí - suspiro y acarició al perro que se había acercado a posar su cabeza en sus piernas - cuando lo conocí, apenas y podía expresar sus ideas, su opinión, sus sueños...sus sentimientos - le dio una mirada triste al animal que le lamió las manos -  tenía unos padres muy estrictos, al nivel de dejarlo sin comer si fallaba en pequeñas cosas como el confundir una tonada, en sus clase de música - Milo arrugó el ceño ante esa información - siempre tenía clases de algo, música, baile, idiomas, etiqueta, matemáticas, literatura, filosofía - Sorrento rodó los ojos al recordar el horario que solía genera Camus de niño - no había día que no tuviera que estar aprendido algo nuevo, jamás salía a jugar o hacer amigos, por eso me costó mucho ser si amigo, al inicio el creía que solo quería enseñarle algo nuevo, así que se dedicaba a hacer todo lo que le decía al pie de la letra, para no cometer error - Milo vio los ojos de Sorrento cristalizarse - ahora que lo pienso, es horrible ver aún niño temer tanto equivocarse al punto de sufrir un ataque de pánico. Mi padre era el médico de la familia de Camus, por eso se me permitía estar cerca - explicó y sonrió levemente - Camus no es una mala persona, solo le teme a lo nuevo y desconocido, al equivocarse y ser herido, porque el no sabe cómo expresar sus sentimientos y cree que el no merece el afecto de nadie, piensa que el solo puede lastimar - suspiro al recordar a su amigo - Camus solo a tenido un, bueno si lo podemos llamar así, novio - sonrió al recordar al peli almendra - Siegfried, era más su amigo que novio, nunca se besaron siquiera, solo se tomaban de las manos, algo realmente inocente - río al recordar cómo era Siegfried el que siempre buscaba mostrar afecto a Camus y este le rehuía - Camus no sabe lo que es gustar de alguien, pero desde que te conoció lo e visto muy inquieto y pensativo, como si buscará encontrarle lógica a lo que siente por ti, estoy seguro que te ha hecho creer que solo es atracción física, porque es lo que encuentra más lógico - Sorrento sonrió al ver sus palabras confirmada por el gesto del mayor - te pido que le tengas paciencia -

Yo... - Milo miro lo ojos lilas, era muy perceptible el cariño que le tenía Sorrento a Camus, y que sus palabras eran sinceras, pero no sabía si podría soportar por mucho los desplantes del francés -

***M***

A ti no te quiero ni ver y a ti ni siquiera te conozco - gruño para tratar de cerrar la puerta de su casa - llamaré a la policía y sabes que lo hago, Aiacos - amenazó al no poder cumplir con su cometido por el impedimento de las dos molestas visitas -

Solo queremos hablarte, por favor - Mu fue el que hablo ahora tratando de convencer al peli azul de que les diera algo de tiempo para poder explicar el porqué de su visita -

No tengo tiempo - respondió con fastidio. Era domingo por la mañana, quien diablos se levanta una domingo tan temprano a molestar -

Es sobre Dite - Aiacos soporto su peso sobre la puerta para evitar que está fuera cerrada y decidió soltar el tema del que querían hablar - el no está bien - agrego al sentir que la puerta dejaba de ser empujada con más fuerza -

Esta bien, iré a cambiarme - empujo la puerta con mayor fuerza logrando cerrarla y dejar afuera a los dos intrusos -

Y ahora? - pregunto el peli lila -

Esperemos - Aiacos señaló su auto, dónde esperaron a que el italiano saliera de la casa y subiera en su propio auto - vamos - sonrió con triunfante al ver como el auto de Angelo comenzaba a dejar los terrenos de la casa, era obvio que irían a hablar a un lugar lejano, era mejor seguirlo de cerca -

AsistenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora