Estaremos marcados por las estrellas

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Al despertarme observé con mis propios ojos aún hinchados por las heridas,una de las últimas escenas más tiernas que vería en mi casa.

Keren,Babette e Ivette se habían recostado en mi cama y se encontraban abrazadas a mi cuerpecito lleno de morones en el proceso de sanarse.

Las desperté a todas con un besito en la frente,bueno, a Ivette le tuve que dar como veinte...mi hermana nunca fue de levantare pronto, de hecho pienso que por aquella época hibernaba.

-¿Estás bien Ellie ,cielo?-me dijo Keren apartándome el pelo de mi cara.
-Lo siento por haber dicho lo de Pierre en voz alta-dijo Ivette con los ojitos llorosos.
-No pasa nada Ivette-respondí cogiendo su manita llena de michelines.

En aquel momento nuestra madre con voz agotada y ronca nos llamó a desayunar.

Mis hermanas se dispusieron a bajar, pero yo pare en el camino a Keren.
Siempre me había llevado mucho mejor con Babette, era mi compañera de travesuras y de secretismos, pero Keren era como mi segunda madre,así que me sentía con la necesidad de preguntarle acerca de las dudas que atormentaban mi cabeza.

-¡Pero no te levantes , te vas a provocar un derrame cerebral Elisabeth!-dijo Keren,como siempre hipocondríaca como ella misma.

-Keren,necesito tu consejo-dije con semblante angustioso.

Mi hermana tardó un segundo en descifrar lo que quería y por eso mostró un semblante de disgusto.

-Elisabeth,el joven y tú siempre habíais mantenido una relación fuerte...es decir,yo sabía y creo que todo el mundo también ,que a ti te gustaba.

Al oír eso mis ojos se movieron de forma despectiva dando un círculo.

-Al chico pienso ,por como se comportaba contigo, también le gustabas.

-¿De verás?-pregunté tímidamente.

-Cielo,si alguna persona de este mundo me tirase un helado en mi chaqueta nueva de la peletería, no tardaría ni un segundo en cruzarle la cara-añadió entre risas.

-Pero,no debes de olvidar una cosa...Padre y Madre tienen una de las reputaciones más altas de todo el país y Europa en general.Peter, por el contrario, tiene un linaje de farmacéuticos queridos por todos en la ciudad, pero de poco carácter económico.

-Entonces ,¿no puedo estar con él?, justo, después de unos diez años de semi amistad, cuando consigo agradarle, ¿no puedo estar con él?- dije enfadada y ardiente de cólera.

-¡Yo no he dicho eso! Y cuida tus modales-argumentó mi hermana mayor ofendida.

-Lo único que quiero es que no te hagas ilusiones.Yo también he tenido romances fugaces con algunos jóvenes del pueblo, pero de forma clandestina.Al final ocurrirá lo que sabías por adelantado que sucedería.

Nada más añadir su última frase el rostro de Keren ennegreció por la pena que sentía en sus venas.

Ella había vivido una situación bastante parecida a la mía al mantener una pequeña relación de afecto con el hijo más joven del pescadero que trabajaba en el mercado.

Keren se refería a que nuestros padres nos podían amar más que a sus vidas, así lo demostraban casi todos los días, pero el nombre de la familia también debía de mantenerse ,así que todas deberíamos casarnos en algún momento con un comerciante de alta estirpe.

Tenía la necesidad de aliviar el dolor que tenía mi hermana con un abrazo, pero ella se apartó cortante y dijo con voz temblorosa:

-vístete y hazme el favor de bajar a desayunar en cuanto termines.

Le hice caso a regañadientes.Me vestí de una forma un tanto artística por culpa de las muletas, pero al fin conseguí insertarme en el vestido color azul perla.

Bajé entorpecida con las muletas por las escaleras persiguiendo el olor a croissant que desprendía toda la casa.

Cuando llegué a la grande cocina estaba completamente vacía. Me extrañó al saber que normalmente desayunábamos ahí todos juntos.

Al no ver a nadie, pensé que por primera en mi vida, mi padre se había marchado a su respectivo trabajo acompañado por mis hermanas y mi madre habría quedado con algunas conocidas.

Así que me dispuse a desayunar sin ellos cuando apareció Babette llena de lágrimas que corrían por su blanca cara.

-Ellie, estamos en el comedor... puedes venir un momento- dijo con una voz nerviosa y disgustada.

Entré por la puerta del salón y vi con mis propios ojos una escena de lo más deleznable.
Todas nuestras vestimentas, por las cuales nos habíamos gastado auténticos horrores, estaban marcadas, por la estrella de David.

Sr & Sra BirkenauDonde viven las historias. Descúbrelo ahora