7 | Pero no es Jerry.

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Jamie

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Jamie

Cuando Penny abrió la puerta con una patada, no podía estar más sorprendida. La precisión con la que lo hizo, sin duda merece un aplauso. Y sigue sin agradarme del todo, pero sí puedo asegurar que es buena con los golpes.

—Eres increíble —masculló Tyler en su dirección. Ella, como lleva haciendo desde hace horas, lo ignoró. Todos aguardamos silencio, preguntándonos qué hacer ahora.

—Salgan ordenadamente y con pre...

—¡Sí!, ¡libre soy, libre soy! —en ese instante, Ciara empujó al Capitán e ignoró sus órdenes para llegar a la puerta, cantando esa icónica canción de Disney con alegría.

Me he dado cuenta de que ella siempre está alegre.

—Nada mal —halagó Asher su canto. Asentí, pero era claro que ella ya no nos veía ni mucho menos nos escuchaba.

—...y con precaución —concluyó nuestra autoridad, suspirando con pesadez.

—¡Yo sigo! —Tyler se aproximó velozmente a la angosta, y única, salida y se perdió de nuestra vista junto con Ciara.

Afuera sólo hay unas escaleras metálicas en espiral que a mi parecer lucen algo inestables y gastadas, su barandal se tambalea cada que recargas tu brazo. Pero acabo de atravesar unos juegos abandonados, ¡esto ya no es nada!

Poco a poco todos bajamos, inhalando por fin ese fresco y frío oxígeno que la madre naturaleza nos provee. Era lógico que la policía no haya descubierto esta puerta, digamos que no está a la vista de todos. Estamos en un callejón como los de las películas de acción, oscuro y húmedo, con una luz tenue que parpadea sobre nosotros y un contenedor de basura bastante descuidado a un costado.

—Listo, me voy a mi casa —anuncié, tomando mi teléfono para llamar un taxi o lo que fuera. No quería que llegaran rateros, es la ley del callejón. Al menos eso dice Hollywood.

—Voy contigo —secundó Asher, metiendo sus manos a las bolsas de su chaqueta oscura y caminando hacia mí.

—Por fin —exhaló Penny exageradamente, qué odiosa es.

—Estar contigo tampoco me encantó —le siguió Asher, girando sobre sus talones para encararla. Yo rodé los ojos, todo sería más fácil si la ignorara y ya. ¡De veras con la humanidad!

—¿Perdón? Yo los saqué, de nada —la forma en la que dice todo es tan fría, me atrevo a decir que dió mala espina.

Asher sonrió.

—¿Sabes qué es irónico? Que tú también acabas de forzar una entrada. Tampoco te arrestaron, niña bonita —arremedó Asher, sonriendo con triunfo.

—No otra vez, por favor —pidió el Capitán, notablemente estresado. No es el único, Cap, no es el único.

—Asher, ya vámonos —intervine de mala gana, jalándolo del brazo junto conmigo y haciendo que perdiera un poco el equilibrio.

Inconclusos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora