Capitulo 4

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Caroline estaba acostada en el frío suelo de tierra frente a la puerta de su celda. Se había quedado dormida después de una hora de rogar a los guardias que la liberaran, ni siquiera estaba segura de si podían escucharla, ya que nunca miraron en su dirección. Pasaron todo el tiempo mirando hacia la puerta principal de la mazmorra, sin apartar la vista. Sabía que había otros prisioneros allí abajo con ella, había visto las otras celdas cuando llegó. Sin embargo, ella nunca escuchó nada en toda la noche. No pudo evitar preguntarse si los otros prisioneros tenían miedo de hablar. De ser así, eso significaba que ella también debería tener miedo. Entonces, después de una hora, permitió que el sueño la reclamara.

Se despertó de un tirón cuando sintió que el dolor le bajaba por las piernas. Sus ojos se abrieron de golpe cuando notó que su carne chisporroteaba a la luz del sol que brillaba a través de la pequeña ventana. Rápidamente se movió hacia la pared del fondo y se deslizó de regreso al suelo. Sintió que las lágrimas le quemaban los ojos, pero en lugar de sentarse en el suelo llorando como una niña, decidió endurecerse. Si iba a sobrevivir a esto, necesitaba ponerse las braguitas de niña grande y jugar sucio. Escuchó un fuerte crujido proveniente de la habitación principal e intentó mirar por su celda sin que el sol la golpeara, pero fue inútil, su mejilla fue golpeada con un rayo de luz y se retiró a su esquina.

Escuchó a alguien caminando hacia su celda que se detuvo para desbloquear la puerta. Tenía miedo de correr porque sin su anillo no llegaría lejos. Un hombre grande con cabello castaño oscuro entró en la celda. Era humano, ella podía escuchar los latidos de su corazón. Ella podía decir por la forma en que él se paraba y la forma en que estaba vestido que no era otro guardia.

— ¿Cuál es su nombre?- preguntó rudamente.

Sintió alivio de que él hablara inglés, ya que no tenía idea de dónde o cuándo estaba.

— Caroline– respondió suavemente esperando a que él se apiadara de ella y la dejara ir.

— ¿Eres uno de ellos?- dijo mirándola de pies a cabeza.

— ¿Uno de quien? No lo entiendo. Solo soy una chica, ¿qué...

— ¡Silencio! Responderás solo mis preguntas y no hablaras de más- él ordenó.

Ella asintió mientras escondía su miedo, tenía que mantenerse fuerte.

— ¿Quien te creó?- preguntó.

— No sé- mintió, ya que parecía más fácil decir eso que la verdad.

— ¿Entonces esperas que crea que fuiste creada y te dejaron sola?- preguntó escéptico.

— Sí– ella asintió.

— Bueno, entonces, qué afortunado para mi señor. La pérdida de tu creador será su ganancia- dijo con una sonrisa siniestra antes de darse la vuelta y salir dejando que un guardia cerrara la puerta detrás de él.

Sintió que su ira se desbordaba, deseaba salir de este agujero infernal y no se detendría ante nada hasta que pudiera encontrar a una bruja que la enviara a casa. Incluso si pudiera encontrar a Klaus, estaba segura de que él no la recordaría. ¿Sabía siquiera lo que Kol le había hecho en el pasado? ¿Pensaba que estaba muerta? Fue sacada de sus pensamientos cuando escuchó a alguien susurrándole.

— ¿Hola?- ella llamó

— Ssssh, por aquí– escuchó mientras miraba contra la pared que estaba conectada a otra celda. Notó un pequeño agujero donde había estado un ladrillo y vio un ojo que la miraba. Se arrastró hasta el agujero evitando la luz del sol de la ventana.

— ¿Quién eres tú?– dijo en un susurro esperando que los guardias no escucharan. Necesitaba respuestas y esta era su mejor oportunidad.

— Mi nombre es Jonas, pediría el tuyo pero tengo que admitir que había estado escuchando antes, Caroline– dijo su nombre de tal manera que la hizo sentir sucia. Ella apartó el pensamiento de su mente mientras necesitaba respuestas.

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