Epílogo

29.9K 2.2K 652
                                    

Era impresionante la forma en que la vida podía cambiarte de un día para otro, no me cabía duda de que la vida estaba llena de sorpresas y giros inesperados. De un día a otro, mi vida cambió y si me preguntas si yo esperaba tener una vida como la que ahora tengo, la respuesta es corta: No. Nunca.

Nunca imaginé que me encontraría teniendo una oportunidad como la de asistir al palacio real y entrevistar al futuro heredero, cosa que nunca sucedió, lo que sucedió fue mucho más que eso, mucho mejor. Después de que la reina coronara a su hijo, el rey tuvo que marcharse por el bien de la nación, cualquiera diría que fue exiliado, sin embargo, dos semanas más tarde, sacó un comunicado oficial destacando estar cansado de dirigir el país, por lo que después de que Frederick fue coronado, el rey anunció que ya no se le vería en actividades oficiales donde involucrara a la realeza, anunció su retiro y aceptó la petición de la reina de separarse y no tener contacto con todos. Bryson hizo lo mismo, aunque él prefirió marcharse del país.

—¿En qué piensas? —preguntó Frederick con curiosidad, se veía elegante y sumamente atractivo con aquel uniforme oficial y todas esas medallas colgadas en su traje.

Le ofrecí mi mejor sonrisa al tiempo en que me encogí de hombros.

—En que soy la chica más afortunada de Suecia.

Respondí, sus cejas se alzaron con picardía.

—¿Puedo preguntar por qué?

Inquirió acercándose a mí, me tomó por la cintura, sosteniendo mi cuerpo, coloqué mis manos sobre su pecho, la sonrisa más boba se dibujó en mi boca, pero no me importaba, estaba más que contenta después de haber dado el sí horas antes en la iglesia y después de nuestro disimulado beso en el balcón del palacio frente a todos los ciudadanos, era una lástima no poder besarlo como me gustaría hacerlo, pero era parte del protocolo darnos un beso con discreción en el balcón para que todos pudieran ver que estábamos oficialmente casados. Ahora estábamos solos, lo que nos daba un poco de intimidad a los dos después de estar rodeados de cientos de personas en el palacio y fuera de este, había sido un día agotador.

—No lo sé, quizás por el hecho de que tu madre me ha regalado una hermosa tiara, ¿a qué es linda? —dije, su mirada se posó en mi cabello que estaba perfectamente recogido en un elegante chongo bajo para que la tiara que la reina me había regalado para usar con mi vestido de bodas, hiciera juego, era preciosa, y el gesto aún más, porque era una de las tiaras favoritas de la reina desde que ella era una adolescente, si bien, un viejo regalo de su madre que ahora era mío.

Frederick rodó sus ojos algo divertido.

—Vaya Anderson, no tenía idea de que fueras admiradora de las tiaras.

Reí por lo bajo por su comentario, pero me aseguré de darle un golpe en el pecho no dejando escapar el detalle que me había cambiado el apellido.

—Creí que eso ya lo habíamos dejado al lado. —Lo fulminé con la mirada, incluso, les cambió el apellido a mis padres cuando los invitamos a mi pedida de mano, fue vergonzoso, yo sabía que Frederick lo hacía a propósito, sus intenciones eran claras, quería molestar a mi familia también cambiándoles el apellido justo como lo hacía conmigo y por fortuna suya, mis padres se sentían sumamente intimidades por el nuevo rey que no se molestaron ni en corregirlo—. Sabes que mi apellido es Danielsson y no Anderson.

—¿Estás segura de eso, preciosa? —preguntó enarcando una ceja—. Porque si más no recuerdo, acabas de firmar como Bethany Kallenberg de Suecia, ¿o me equivoco?

Sonreí de nuevo y está vez, no protesté, por mucho que me gustara contradecirlo, tenía razón, acababa de firmar un oficio como la soberana de Suecia y evidentemente, ahora llevaba los apellidos de mi esposo.

—Dios, eres tan...

—¿Encantador? ¿Atractivo? ¿Romántico? —interrumpió atacándome con sus preguntas, negué rápidamente.

—Yo tengo mejores adjetivos para ti, te lo aseguro.

—¿Ah sí? ¿Cómo cuáles?

—Enfadoso, testarudo, orgulloso, dramático, terco, y...

No pude terminar de enlistar todas las palabras, porque Frederick aprisionó mi rostro entre sus manos callándome con un largo y apasionado beso que me dejó suspirando y deseando más, se sentía como si habían pasado horas desde que lo había besado y lo único que quería hacer, era probar una y otra vez el sabor de sus labios.

—¿A qué ha venido eso? —pregunté cuando cortamos el beso.

—A que hablas demasiado. —Rio por lo bajo uniendo su frente con la mía, no pude evitar reírme.

—Lamentablemente para ti, tendrás que lidiar con eso para el resto de tu vida, pues has sido tú quien ha insistido en que nos casemos.

—Y has sido tú quien ha aceptado —agregó, no queriendo dar su lado, de nuevo, estaba comenzando a molestarme.

—Bueno, si hay un problema con eso, aún estamos a tiempo de redimir, ¿no?

Frederick me dio un casto beso.

—Nadie va a redimirse aquí, preciosa. Es demasiado tarde para eso —aseguró acunando mi rostro entre sus manos para poder verme, sus ojos poseían un brillo encantador, lucían más contentos y el azul verdoso de ellos era precioso—. Al menos yo no planeo irme a ningún lado si no es contigo.

Sonreí.

—Dios, ¿en serio esto es real?

Pregunté, aún me costaba creer que todo esto fuera real y no un sueño, Frederick asintió.

—Tan real como puedas creerlo —respondió—. Te amo, preciosa y estoy casi seguro de que a estas alturas es muy obvio, pero he estado atraído hacia ti desde el primer día en que te encerraste conmigo en aquella habitación del palacio.

Esta vez, fui yo quien lo beso primero, era demasiado afortunada por tenerlo en mi vida y no podía esperar por verlo gobernar.

—También te amo, Freddy.

Mi romance realDonde viven las historias. Descúbrelo ahora