¿Qué se supone que debía de responder? ¿Había escuchado bien? ¡Por supuesto que había escuchado bien! El príncipe había sido muy directo con su propuesta y estaba mirándome con suma atención mientras esperaba una respuesta por mi parte, abrí la boca y terminé balbuceando, quería darle una respuesta porque no me gustaba dejar las preguntas sin una, terminé cerrando la boca y opté por morderme el labio de nuevo.
Nunca en mi vida me había sentido tan... confundida.
Enarcó una ceja en busca de mi respuesta, estaba demorándome bastante, pero no tenía una respuesta a su propuesta.
—Yo... —Desvié mi mirada de la suya en busca de ayuda, no había nada ni nadie en este lugar que pudiera salvarme, tenía que salir de esto sola. Solté un suspiro pesado—. Creo que esto es ilógico y lamento decirlo, pero entre más abres la boca más tengo la certeza de que has perdido la cabeza.
Una risita gutural salió de él al tiempo en que se reincorporó en su lugar. Rodó los ojos de una manera que encontré coqueta antes de volver a hablar.
—No eres la primera que me lo dice —dijo con esa sonrisa coqueta que se cargaba con él—. ¿Y bien? ¿Ya tienes una respuesta?
Por más que lo intenté, no pude pensar con claridad. Volví a morderme el labio inferior y evité el contacto visual porque me ponía incómoda.
—No lo sé —contesté luego de un tiempo—. No creo que sea correcto. Podríamos meternos en problemas.
—Preciosa, ya estamos en problemas —dijo llamando mi atención, sus ojos estaban fijos en los míos. Por un instante quise decirle que no me llamara preciosa, no estaba acostumbrada a ese tipo de elogios y la forma en que pronunciaba esa palabra en particular hacía querer sonrojarme—. ¿Qué dices? ¿Tenemos un trato?
No oculté mi mueca, ¿Qué debería de decirle? Frederick estaba en lo cierto, ambos estábamos en problemas desde el instante en que fuimos atrapados por los reyes y dejé que me envolviera en sus mentiras sin siquiera conocerlo.
—Vamos Beth, me hago viejo si no me das una respuesta ahora.
Además de mentiroso, exigente.
—¿Qué si digo que no?
Su sonrisa desapareció de inmediato y me temo que su confianza también, había dado en un punto sensible.
—No puedes decirme que no.
Inquirió. Supuse que el príncipe no estaba preparado para una respuesta como esa, había asegurado que iba a aceptar de inmediato.
—¿Por qué no? —insistí—. De nuevo, esto no es correcto y los dos prácticamente somos...
—Por favor, no digas extraños —me interrumpió rodando los ojos—. Dejamos de serlo hace rato. Además, no te estoy pidiendo nada del otro mundo.
Lo fulminé con la mirada, para mí eso era algo del otro mundo, ¿dónde estaba la normalidad en esta plática?
—Pedirle a cualquiera que sea tu novia falsa es algo de otro mundo.
Hizo una mueca.
—Técnicamente lo es. —Me llené de orgullo al saber que tenía la razón—. Pero solo es por una buena causa.
—¿Una buena causa?
—¿Vas a cuestionar todo lo que digo?
Llegados a este punto, los dos nos habíamos irritado, bufé.
Repasé la situación de nuevo, Frederick tenía razón al decir que necesito el dinero, Nicholas se había encargado de difamarme por varias empresas de periodismo que iba a ser difícil que una me aceptara, pues él era un hombre con poder e importancia, ya habían pasado tres semanas desde mi renuncia y había pasado dos semanas intentando conseguir un buen trabajo en empresas que consideré que podrían contratarme, era buena en lo que hacía, me esforzaba al máximo y siempre trataba de conseguir la mejor nota que era posible, no me quejaba por trabajar horas extras, amaba lo que hacía, sin embargo, las cosas habían cambiado desde mi pelea con Nicholas, las puertas se me habían cerrado en el mundo del periodismo gracias a él.
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Mi romance real
RomanceBethany tiene la fortuna de ser una de los periodistas seleccionados para entrevistar al príncipe de Suecia, con quien inventa un noviazgo falso para evadir los problemas que ambos han ocasionado en el palacio. *** Bethany Danielsson ha conseguido e...