Capítulo 2.14

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Para empezar se puede decir que todas las acciones tienen consecuencias, algunas no tan malas como se espera y otras que simplemente resultan debastadoras...ya sean lágrimas, discusiones o sangre, siempre las hay y a aquello como se le llamaría ¿Karma? ¿Destino? ¿Mala suerte? Se podría decir que sí, pero el término al cual se refiere la gran mayoría son "consecuencias" todo las tiene y alguien sabio una vez dijo…

 »Hasta las malas miradas se pagan«

Puesto que entonces se ayó a sí misma en el desierto de su incógnita mezclada con el pecado capital de la pereza que muchas veces no significa más que una sublime pero no menor discrepancia hacía lo que es conocido como desesperanza. No había reaccionado sino hasta que vió la marca carmín en el muro y la cabeza del adolescente bañada en sangre que brotaba de apoco de su cráneo… aquello que atraía moscas.

Su padre, Yuugo, estaba atónito pero en una mezcla de horror y angustia logro llamar histérico a una ambulancia y mientras le gritaba al chico quien en ese momento era imposible que le oyese "¡Tranquilo Ray! ¡Todo estará bien!" "¡REACCIONA MALDITA SEA!" Su rostro de temor no hacía más que ignorar la existencia de Emma… era como si ella estuviera en un plano totalmente ajeno al del adulto y el herido.

Al poco tiempo ella podía escuchar como llegaba la ambulancia y sí, ella de echo tuvo el descaro de ir al hospital. No decía nada, no abría la boca si quiera para decir alguna palabra de lastima por si misma… pero, desde el fondo de su alma lo sabía, ella quería pedir perdón ¿Pero realmente es así de fácil? ¿Se puede curar algo con sólo pedir perdón?

Y mientras los médicos alarmados verificaban que al chico no se le hiciera un coágulo de sangre y su padrastro le daba palabras de ánimo cuando el entreabria los ojos en la camilla, Emma seguía en el autobús, las personas la observaban sin decir o hacer nada.

Pero saltandonos todo este drama hay que ver otros presentes, uno de los cuales ocurría en una cafetería justo por donde el autobús de la chica recién había pasado.

—¡Joder!—Se quejó Oliver molesto al ver cómo el autobús le había mojado un poco los zapatos de las aguas residuales de la lluvia que había ocurrido hace poco en esa parte de la ciudad.

—Oye chico cuidado que viene otro—Advirtió uno de los hombres presentes.

Oliver de inmediato se movió y al querer agradecer lo observó:—¿Profesor?—En efecto, era el profesor de Matemáticas, Lucas el cual también le impartía clases al salón de Oliver.

—Hola Yamada—Le respondió el hombre con una sonrisa mientras recibía su café de una chica que parecía bastante simpática.

—Tu café Lucas—Dijo la chica.

—Gracias—Respondió educado el maestro.

Oliver veía complejo la escena, sabía que su profesor vivía lejos de esa cafetería entonces, ¿qué hacía allí?

—¿Qué hace aquí?—Preguntó el muchacho.

—¿He?—Lucas lo pensó y con una astuta sonrisa observó al otro lado de la calle para contestarle al menor— Bueno, eso es debido a que estoy ayudando a mi hermana.

—¿Tiene usted hermanas?—Oliver volteó la mirada un poco avergonzado por preguntar sin previo aviso— Digo, no quiero parecer indiscreto…

—¡Para nada! De echo me hace bien la compañía de personas de vez en cuando.

—¿Es así? Entonces, ¿Le molestaría que lo acompañe?—Preguntó el menor queriendo tomar asiento en la silla restante.

—Adelante—Dijo el hombre con una minuciosa sonrisa siendo que luego el menor tomó asiento—, El asunto es que estoy aquí por una misión un tanto…

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