Capítulo 8

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Entonces tal vez fue por mera casualidad del destino cruel aquella secretaria que Isabella despidió desentrañaria una apertura de eventualidades y casualidades que le crearía una voz lúgubre a Norman que le susurraria de mala fé de la avaricia y de la soberbia. Aquella secretaria al no tener suficiente dinero para poder pagar su alquiler no logró dar el cheque ese mes. El gerente del hospedaje le reclamo. El hijo del gerente se asustó tanto que no logró que su estómago sintiera el sufiente apetito para comer su helado diario. El heladero a quien le hacían falta 30¥ del precio del helado diario del niño decidió renunciar tirando el delantal y el uniforme a la basura. El jefe notó el desastre y al ver que le faltaba un empleado decidió contratar uno nuevo, uno más listo y joven. Uno de los empleados del gerente de la tienda de helados fue despedido. El Empleado tenía un hermano, el hermano le comento hacerca de que le favorecería ser agricultor y sembrar algodón. El ahora agricultor sin querer dejó caer una gota de sudor de su frente, aquella gota se deslizó sobre una hoja que cayó a la tierra y de ello se dió cuenta el agricultor, entonces pidió más abono para sus cultivos. El camión del abono hizo un embotellamiento en toda la calle de la granja evitando que un hombre quien iba tarde a una entrevista de empleo no llegara a tiempo. El hombre descubrió que en la calle siguiente se solicitaba un secretario para una cadena de sastrerías de origen inglés pero, que en el paso del tiempo llegará a Japón y así mismo al mundo. Todo aquello al cavo de 2 largas semanas de otoño.

Pero el tiempo, el lugar y el espacio no era ese, sino uno más lejano: el primer día de clases de otoño. No era ni un día tan frío ni un día tan cálido pero ya se sentía la predisposición del clima a cambiar y a tapizarlo todo con un vaporoso baño de frío algodón que se derretía al contacto con la calidez.

Emma sonó su nariz sacando algunos mocos que sin descaro alguno limpió con un pañuelo que siempre llevaba en la bolsa secreta de la falda. Ella no sabía que pensar, estaba boquiabierta, pero, el contenido de los papeles solo le dió alas a una curiosidad demaciado extensa para una chica de su edad... Era más bien codicia por saber lo que el reservado profesor nunca le había dicho ni al propio Ray, dado que, Ray ni daba signos de saber la treta melindrosa que ocurría a su alrededor.

—¿Pero... Y ésto?, ¡Maldita sea!—Habló Emma para consigo misma ganándose algunos expectadores de su locura.

Habían algunas fotos, era una familia conformada por un hombre alto y esbelto, casi tirando a ser un cutre escuálido sin forma, pero, tenía los hombros anchos a pesar de aquello. Tenía el cabello algo rojizo y pecas en su rostro rondando por sus pómulos. En su dedo con firmeza y sin dudas había un anillo de oro. Al otro lado, más a la derecha, podía jurar que la mujer que veía era Isabella, tenía un cabello liso de la parte superior que terminaba en unos ensortijados y extraños rizos que sabía que no podían ser naturales. Se le podía observar a Isabella un niño en los brazos, llevaba un tierno teja de dinosaurio, para ser específico, un pequeño tiranosaurio Rex verde que observaba al vacío. En el centro de los dos podía jurar que veía a su maestro de matemáticas pero muchos años más joven y con una sonrisa esplendorosa que le devolvía la alegría y fulgor de la niñez.

—Joder...—Murmuró un poco en silencio.

Emma siguió rebuscando en los papeles uno tras otro hasta que encontró un aviso del tribunal de la capital "Se le solicita que haga acto de presencia en la corte... Por el incidente que le ah causado severos daños físicos al menor..." Estaba tan abstraida en su lectura que no notó los pasos que sonaban desde las suelas de caucho de los zapatos de Lucas:—¿Eso me pertenece o no?. Lucas se lo dijo un poco intimidante, casi de mal humor.

Emma se asustó un poco al notar la presencia del hombre. Sin decir nada y con una mueca exaltada de lo que ocurría le extendió los papeles a Lucas sin soltar ni una sola palabra, se levantó del lugar donde había tirado todos los papeles para revisarlos bien y antes de que Lucas se fuera lo llamó:—¿Rio Ray?..., ¿Rio Lesli?..., ¿Rio Lucas?... ¿Ray está viviendo una mentira no es así?.

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