Luego de publicar mi ensayo Evaristo Carriego, a inicio de los años 30, decidí que quería pasar una temporada apartado del mundo, en una humilde cabaña que tenía a las afueras de Buenos Aires, trabajando en la que sería mi primera novela. Tenía casi una década de haber regresado de Europa, que en general estaba bastante mal por todo el asunto de la post guerra; entonces regresé a la Argentina creyendo que, después de todo, las cosas acá no podían estar peor si hacemos comparaciones odiosas, pero el terruño pareciera estar maldito, porque cuando crees que no te puede decepcionar más de lo que ya lo ha hecho, entonces lo hace -y con creces-, es como si se esforzara en demostrarnos una y otra vez que la estupidez humana es patológica y, tal vez, congénita.
A esta época se le conoce como La década infame, algunos historiadores la titularon La República imposible. Me considero un hombre ignorante en los asuntos políticos, y así prefiero mantenerme, mucho me temo que mis ideas y mi manera de ver el mundo no son nada populares, y lamentablemente sé que nadie es capaz de separar a un hombre de su obra, mucho menos en un país como este donde las personas adoran pertenecer a bandos de lo que sea, enarbolar frases, colores y estandartes de batalla, entonar cánticos y gritos de guerra, etcétera, cuando a mí me cuesta siquiera sentir como propio el pabellón nacional, ¿cómo podría yo estar orgulloso de algo que me tocó por azar y no por decisión?, soy un anarquista pero no en el sentido político, sino porque creo en el individuo, al menos en mí y en mis letras, donde mi patria son los libros, mi acerbo está en la magia, en el texto, allí donde de verdad siento que puedo ser yo y lo soy en plena libertad.
La democracia, la figura del mesías político, las posturas enajenadas en ayunas de lógica y sentido común, entre muchos otros sesgos de confirmación, no son más que atroces prisiones para la mente, para el alma y para la verdadera libertad. Por eso, siendo fiel a mí mismo, evito tomar partido de los eventos sociales de esta calaña. Es totalmente lógico para mí que, aún siendo escritor, ni siquiera asumo posiciones sobre qué idioma es más rico que otro, porque literatura es literatura y eso es lo que importa.
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El pacto de Sócrates Samer
Historical FictionJorge Luis Borges, uno de los escritores más grandes de la historia, en la década de los 30 se recluye en una cabaña a las afueras de Buenos Aires para escribir la que sería su primera novela. Pero una visita totalmente inesperada le da un completo...