Carta 1

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Una pequeña castaña de tan solo dos años de edad corrió saliendo de aquel elevador con dirección hacia una puerta, los recidentes solo reían y apreciaban a la princesa correr con dirección a la oficina de su jefe, mientras tanto una peligris corría tras de ella tratando de alcanzarla.

Desde que ella inicio a caminar por la culpa de su esposo, la niña no paraba de andar de aquí para allá.

Entro a la oficina donde ya se escuchaban risas de su niña y su marido.

Al entrar al cien por ciento fue aquel chico peliazul lo primero que llegó  a su campo de visión, este estaba sentado en su silla con la pequeña en brazos.

—¿Quién es la princesa de papá? ¿Mmm?

Aquello mientras la elevaba con sus fuertes brazos.

— Yo papá.

Cualquier ni siquiera entendería lo que ella quiso decir, pero sus padres aprendieron un nuevo vocabulario con tal de entender a su niña.

Por que crean o no entender lo que quiere un bebé no es nada fácil de adivinar. Ella cree que lo más difícil fueron sus catorce meses de vida, ya que la niña dejó de alimentarse de ella. Fue duro pero tenía que apegarse a que lo bebés crecen, cuando dejó de tomar solo biberón, día y noche se metía a la cocina a preparar lo que su princesa comería en todo el día.

Haciendo papillas de mil colores para que la bebé aún que sea la mirara y le gustara. Ya que si a ella no le gustaba lo que veía no se lo comía.

—Y donde está mi reina. ¿Donde haz dejado a Mami?

Mirando los ojos de su hija, los cuales eran idénticos a los de el, su sonrisa un tanto cuadrada como el mismo y la forma de ella, con ese brillo en la pupila que le encanta. También observando como en la sonrisa se le formaban unos pequeños oyuelos.

— Aquí.

Levanto la mano desde la puerta en la cual se encontraba recargada para llamar su atención.

—Me ha dejado en el elevador desde ahí la perdí de vista, desde que le enseñaste a caminar has creado un torbellino andante.

Sin más inició acercarse a su escritorio y depositar un beso en su labios, cual acto no fue desapercibido por la niña ya que grito y aplaudió emociona y feliz.

—¿Qué tal la empresa amor?


— Todo bien, en orden y tu ¿Cómo te va? ¿Pronto acabarás?

Veía como bajaba a la niña y esta corría y gritaba emocionada donde había jugetes en la oficina de su progenitor.

Si, Taehyung tenía una área exclusivamente para su niña, llena de jugetes, peluches, lápices, hojas y mucho más.

La niña de vez en cuando se quedaba con el mientras trabajaba.

Ya que la bebé no era molestia, era linda y para su corta edad muy educada.

Si le dieran un pedazo de plástico y le dijeran que no molestara, ella lo tomaria se sentaría en el suelo y le buscaría un uso aquel pedazo de plástico en silencio. Comprendía cuando hablar y cuando no.

Para su corta edad era sorprendente lista y educada.

¿Quien lo diría? Salio linda e inteligencia por ambas partes, una combinación perfecta por ambos chicos.

—Pésimo, han llegado nuevos clientes y no tengo secretaria que me ayude, la última se embarazo y su novio ya no la dejó seguir. Tengo que organizar papeles, revisar facturas, sacar presupuestos, contar dinero y...

Querido TaehyungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora