Theo

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   Los dos hombres arrastran a su informante a media cuadra de su departamento antes de que Theo los encuentra. Está cansado, está adolorido y está más que molesto cuando pisotea a los dos idiotas que arrastran a Nolan por la tierra y le dispara al que sostiene un molotov. 

   Su mano se prende fuego y grita mientras se extiende al resto de él. Sin embargo, ve cuántos moretones y cortes cubren a Nolan, y realmente no puede hacerse a sí mismo importarle. Le dispara al otro tipo en el pecho y arrastra al pequeño enano por el cuello de su camisa. 

   —Simplemente no podías mantener la cabeza baja, ¿verdad? ¿Por una noche? —grita Theo, y Nolan hace una mueca de dolor. 

   —Lo siento. 

   A veces a Theo le molesta tener que encontrar a un hombre adentro. Pero luego piensa en todas las cosas que ha visto venir, y supone que se paga por sí mismo. Incluso si aguantar al idiota es una pesadilla y media. 

   —Sí, sí. Lo que sea —resopla, dejándolo caer—. ¿Puedes caminar tu trasero a casa sin meterte en más putos problemas, espero?

   Nolan asiente y se aleja por la calle con rapidez. 

   Theo cuenta los segundos hasta que oye el cambio de aire sobre él. Él se agacha, girando hacia la derecha cuando aterrizan, las garras de la chica golpeando el espacio donde él estaba. 

   —Sabes —arrastra la voz, poniéndose de pie y apuntando sus armas a los recién llegados—. No eres la más sutil de los estrategas. 

   La chica gruñe, mostrándole sus dientes como navajas. El chico hace crujir sus nudillos, electricidad azul brillante deslizándose por sus nudillos y subiendo por sus brazos. Theo gruñe. Metas. 

   —Supongo que la sutileza no era parte del plan, entonces. Genial.

   —No lo era —sonríe la chica. Es depredadora y afilada en los bordes—. ¡Tu muerte lo era, sin embargo! 

   —No es broma —resopla Theo, y luego se lanzan por él. Él esquiva hacia atrás, disparando con ambas armas—. Aquí pensé que me estaban dando una audición. 

   El chico corre a su alrededor y la chica se agacha, aplastándose contra el pavimento y siseando. Theo sigue retrocediendo, casi tropezando dos veces mientras se mueve sobre una acera y cae sobre la hierba. Saca dos botes del interior de su chaqueta y rasga los alfileres, arrojándolos a sus perseguidores. Golpean el suelo a los pies del tipo y explotan en una ráfaga de naranjas y rojos. 

   —Buen intento —dice una voz en su oído, y su corazón salta directamente a su garganta. Garras perforan su chaqueta, cavando en su brazo y baja espalda mientras ella trepa—. Pero no nos diste, cariño. 

   Theo escucha rasgaduras, y grita cuando su piel se rasga y él cae con fuerza sobre su espalda. Él gruñe cuando ella se da vuelta, a horcajadas sobre su pecho. Está agradecido por el casco todavía en su lugar que impide que ella respire sobre él, porque está bastante seguro de que puede ver veneno goteando de los malditos colmillos en su boca. 

   —Eres lento —dice burlonamente—. Débil y lento. 

   —Sí —él gruñe—. O, ya sabes, estoy ganando tiempo

   Ella grita y, mientras cae lejos de él, siseando, él ve el batarang saliendo de su hombro. Oye la R-Cycle detenerse antes de sentarse a verla. 

   —¿Qué demonios te tomó tanto tiempo?

   El Chico Maravilla se quita el casco, apagando el motor de su bicicleta. 

three steps from the ledge | Thiam {Español}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora