El caminar esa fría noche por las calles con destino a casa, me hacía pensar en demasiadas cosas. ¿Cómo rayos no pude decirle a Luciana lo que sentía realmente?
Sí, me había enamorado de ella, aquello era un sentimiento que hacia arder mi pecho en gran medida, no lo podía evitar.
Pero era probable que ella no sentía lo mismo y solo actuaba de forma cariñosa conmigo porque solamente éramos buenos amigos.Después de aquel primer semestre, no nos veíamos tan seguido. El último día que la vi, fue un viernes mientras salíamos de la escuela, estaba vestida de la misma forma como en la ocasión que fuimos a comer después de clases.
De lejos me miró y sonrió, levanto su mano y la movió en señal de despedida, como si jamás la volvería a ver en mi vida, mis piernas no podían moverse hacia donde ella estaba.
Una sonrisa resplandeciente brillaba en su bello rostro, mientras subía al auto de sus padres.
El viento soplaba leve aquella tarde, las hojas secas de los arboles caían de a poco, comencé a caminar, culpándome de que jamás pude decirle lo que sentía.Nunca entendí porque los sentimientos que tienes hacia una persona solo se quedan así, sin poderlos expresar de manera abierta.
Esos últimos meses solo nos veíamos un momento, cada dos sábados por mes, para platicar de cómo le estaba yendo en su nueva escuela.
Yo solía decirle "el colegio de los niños ricos" no sentía que Luciana encajaba en aquel nivel. Si bien su padre tenía un buen empleo y un bonito auto. Ella nunca se sintió superior a los demás, al menos era ese el estereotipo que se les daba a ese tipo de personas.
Después esos dos sábados por mes, se convirtieron en uno solo por mes, para finalmente convertirse en ninguno. Casi siempre salía los fines de semana con sus padres o hacia sus tareas.
Teníamos 16 años, era una nueva etapa en la vida. Yo sé que tenía mis propios desafíos, pero extrañaba a Luciana y cada que pasaba por su salón de clases veía su viejo pupitre donde solía sentarse cada día, totalmente vacío, y solo podía imaginarla verla sentada en él, sonriendo como siempre.
Solíamos hablar por mensaje de texto, algunas veces por semana, sin embargo, el último fue en una navidad, mientras la familia se preparaba para la cena, los niños más pequeños veían especiales navideños de sus programas favoritos de la TV. El abuelo contaba historias de su juventud. Y yo en la ventana viendo las estrellas, imaginándola en cada una de ellas, extrañándola y preguntándome lo que estaba haciendo, si se sentía feliz, si estaba usando algún atuendo navideño como un vestido rojo o algo parecido.
Solo pensaba en eso, y en aquel último mensaje de ella que decía... "Te deseo una feliz navidad, Te quiero"
¿Se puede extrañar tanto a una persona? Si, si se le extraña, como extrañar a alguien que parte lejos a una tierra desconocida, como alguien que no volverás a ver jamás, como a alguien que parte de esta vida. ¿Puede alguien imaginar todos aquellos momentos que juntos pasaron? Si, los recuerdas con el corazón.
Habían pasado dos años sin saber de ella, era el último año de la preparatoria, cada día solía dedicarle un lindo mensaje para mandarlo a su celular, hasta que decidí dejar de hacerlo pues sabía que mis mensajes no le llegaban.
Me había esforzado tanto por salir adelante, no me quedaba de otra.
Cuando pasaba por su calle, parecería como si no estuviera ninguna persona en su casa. Intuía que ahora tenía mejores cosas que hacer.Había pensado mucho aquel último semestre, irme a una Universidad en Monterrey, México. Dentro de lo más profundo de mi mente y corazón tan solo pensaba en ella, porque quería verla y saber cómo le había ido, si tenía planes de ir a la Universidad, si iba a estudiar aquí o en otra ciudad.
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La Niña del Columpio ✓ [LIBRO#1 Coincidimos] TERMINADA
Novela Juvenil"Y pensar que todo comenzó con una sonrisa, con una mirada de aquellos bellos ojos que brillaban como el sol. Jamás pensé que el destino me llevaría hasta donde ahora estoy. Me preguntaba mucho en cuanto al destino. ¿Es posible que cada persona que...