~ ¡Una Hermosa Novia! ~

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No soy alguien a quien le guste salir a fiestas; en general, soy muy aburrido. Mis padres se separaron luego de años de peleas y discusiones, y al ser mi padre el causante de todo, yo me quedé con mi madre. Pero intentábamos seguir en contacto con él para evitar llegar a cuestiones legales y para que yo, como su hijo, siguiera frecuentándolo, y cada vez que se requería, íbamos como una familia completa.

Un domingo, mi padre nos avisó de sorpresa que tendría una fiesta de disfraces, ya que era el cumpleaños de uno de los hijos de un amigo del trabajo; estas son las ocasiones en que se requiere ir en familia. Por lo general, cuando hay fiestas o eventos de este tipo, yo suelo quedarme en casa, pero en esta ocasión no corrí con la misma suerte, ya que mi madre dijo que tenía que ir. Al ser una celebración "importante" para el amigo de papá, se quería dar una buena imagen de la "familia". El problema era que no tenía un disfraz ni una idea de qué hacer, y al ser un aviso de última hora, no tendría tiempo de ir de compras, por lo que mi madre tuvo la idea de vestirme de niña.

Y aunque por dentro mi corazón decía a gritos "¡Sí!", no debía ser tan obvio, y me negué en un inicio, pero tras un rato, y con mi madre diciéndome que no había más opciones, acepté. Nos dirigimos al cuarto de mi hermana, Estefany, quien estaba fuera de la ciudad estudiando en la universidad. Esthef siempre fue una niña muy participativa en obras y eventos escolares, así que había una gran variedad de atuendos. Mamá buscó unos minutos en el armario y, finalmente, encontró algo que le llamó la atención: un vestido de novia.

—Recuerdo cuando usó este. Ella fue la novia para una obra del Día de San Valentín. Lucía hermosa. Creo que te quedará bien. Ten, pruébatelo.

Mamá me ordenó desvestirme, y cuando iba a ponerme el vestido sin más, me detuvo.

—¿Qué estás haciendo? Vas a ser una niña, y más importante, UNA NOVIA. Debes usar ropa interior adecuada.

Yo me quedé helado. Quería vestirme de mujer, pero no pensé en ser una completamente. Mamá me pasó unas pantis blancas y yo me las puse, sintiéndome raro, un poco incómodo pero feliz; la prenda era pequeña y se metía en todos lados, pero era una seda hermosa e increíble al tacto. Luego, mamá sacó un corsé-brasier blanco de una sola pieza. Era tan femenino y bello. Mamá me lo colocó, lo apretó hasta donde yo aguanté, y metió unos calcetines en las copas para dar la impresión de pechos. Me miré al espejo y noté la hermosa cintura que el corsé me hizo, cómo mis pechos parecían tan reales y levantados, y mis piernas eran bellas.

—Necesitarás esto —dijo mamá mientras sacaba unas medias blancas de un cajón—. Aunque tú te estés viendo como una diosa, tienes las piernas todas peludas.

Mamá me sentó en su cama y me puso las medias. Cuando acabó, noté lo bien que se me veían mis piernas ahora con el vello oculto. Prosiguió a ponerme el vestido, que no fue gran cosa: un vestido blanco de manga larga, con escote en la espalda. La parte trasera llegaba al piso y la delantera a medio muslo. Culminé con mis tacones blancos, me vi una vez más en el espejo; solo me faltaba el maquillaje y la peluca, pero aun sin eso, era hermosa. Tenía un cuerpo envidiable para cualquier chica de mi edad.

Mamá trajo una peluca castaña, casi rubia, que me quedaba increíble e iba muy bien con el vestido. Me pintó las uñas con un azul celeste muy lindo y, cuando solo faltaba el maquillaje, salió repentinamente del cuarto. Pasaron más de 7 minutos y no regresaba, así que decidí acabar yo mismo con el maquillaje. No sé mucho de esto, pero hice lo mejor que pude: un poco de base, rubor, sombras azules a juego con mis uñas, apliqué rímel y, cuando iba a ponerme el labial rojo que escogí...

—¡Ya baja! Ya llegaron por nosotras.

En mi mente pensé "¿Nosotras?", pero no tuve mucho tiempo para razonar; me volvió a gritar y decidí bajar. Para ser la primera vez en tacones, bajé muy rápido las escaleras como una profesional. Ya abajo, me dio un bolso.

—Toma, adentro hay un labial para acabar y otros maquillajes por si los necesitas durante la fiesta.

Salimos de casa y me senté de copiloto. Cuando mi padre me vio, no supo quién era, pero en cuanto se dio cuenta, no estaba nada feliz de que su hijo estuviera vestido de mujer. Aunque no le dimos importancia mi madre y yo, al final las dos estuvimos felices con el resultado.

En el primer semáforo en rojo que tuvimos camino a la fiesta, aproveché para ver en mi espejo y ponerme el labial. Sin darme cuenta, lo hice de una forma súper natural y femenina, y solo oí a mi madre decir en voz baja: "Esa es mi niña", mientras mi padre me veía aterrado, decepcionado, enojado y todo lo que puedan imaginar.

Vestido Como Novia Para Una FiestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora