~ Adaptación ~

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Un año después, todo había cambiado drásticamente.

Poco después de mi llamada, papá dejó de pagar mi pensión, así que mamá no dudó en actuar y lo demandó por pensión alimenticia. Con determinación y evidencia sólida, ganó el caso.

La situación de este lado sorprendió a mi hermana desde la universidad. Sinceramente me siento terrible por ella, lejos de casa, mis papás se separan, su hermanito sale del closet, y ahora papá y mamá están en una disputa legal, sin que ella pueda hacer nada y enterándose mucho después.

Y aunque la situación era dura, siendo la mayor vio todo de una manera muy madura. Poco dolor y empatía le quedaba por papá después de ser ella la que descubrió los mensajes de la amante de papá. Un golpe duró para ella que la dejó devastada, pero ella misma lo quiere ver como algo positivo, ya que nos alejó de los contantes problemas con él en casa.

En un inicio, papá de quiso zafar de la demanda, argumentando que estaba en quiebra, y que mamá no tenía justificación ni empatía para hacer está demanda, sin embargo, la evidencia de los lujos que le proporcionaba a su amante dejó claro que no estaba en ruina como había argumentado.

Como resultado, además de tener que pagar la deuda, papá recibió una orden de restricción que nos protegía a nosotras. El peso de su influencia se desvaneció, y por fin, pudimos comenzar a reconstruir nuestras vidas sin su sombra.

Del mismo modo, empecé a vivir como una señorita todo el tiempo. La transición fue drástica, especialmente en el entorno escolar. Mis compañeros se sorprendieron al verme siempre con vestido y tacones, y aunque al principio hubo críticas y burlas, pronto me di cuenta de que tenía el apoyo de gran parte de mi escuela, incluyendo maestros y directivos.

La mayoría de mis compañeras se mostraron amables y solidarias. Muchas de ellas se ofrecieron a ayudarme con el maquillaje, y solíamos pasar horas en los ratos libres probando diferentes estilos y productos, creando un espacio de amistad y apoyo.

Y por supuesto, mi nueva apariencia no pasó desapercibida y logré llamar la atención de varios chicos, lo que me llevó a vivir experiencias de citas que nunca había imaginado. Salí con diferentes chicos, cada uno aportando una perspectiva única a mi vida. Disfruté de cenas, paseos y conversaciones, cada encuentro siendo una oportunidad para conocerme mejor y explorar mis propios sentimientos. Aunque algunos de ellos no resultaron ser más que amistades pasajeras, cada experiencia me ayudó a entender más sobre mí misma y sobre lo que buscaba en una relación.

Una vez, salí con un chico llamado Alejandro. Nos conocimos a través de un grupo de amigos en común y, tras varias conversaciones, decidimos tener nuestra primera cita. Alejandro era simpático, con una sonrisa contagiosa y una actitud relajada que me hizo sentir cómoda desde el principio.

Decidimos ir a un pequeño café bohemio en el centro de la ciudad, conocido por su ambiente acogedor y sus exquisitos pasteles. El lugar estaba decorado con plantas colgantes y luces cálidas, creando una atmósfera íntima. Nos sentamos en una mesa cerca de la ventana, y el aroma del café y los pasteles recién horneados llenaban el aire.

Durante la cita, conversamos sobre nuestras pasiones y hobbies. Alejandro estaba muy interesado en el arte y la música, lo cual encajaba perfectamente con mis gustos. Hablamos sobre nuestras bandas favoritas, películas y libros, descubriendo que compartíamos muchos intereses en común. Alejandro era un buen conversador, y sus historias y anécdotas me hicieron reír y sentirme a gusto.

Después de disfrutar de un delicioso pastel de chocolate y un par de tazas de café, decidimos dar un paseo por un parque cercano. El atardecer pintaba el cielo con tonos naranjas y rosas, creando un ambiente mágico. Mientras caminábamos, Alejandro tomaba mi mano de vez en cuando, lo que me hizo sentir una cálida mezcla de emoción y tranquilidad. Su toque era suave, y sentía una conexión genuina entre nosotros.

En un momento, nos sentamos en una banca bajo un gran roble. Alejandro me miró a los ojos y me dijo que había disfrutado mucho de nuestra cita. Me sentí halagada y, al mismo tiempo, emocionada. A pesar de que no sabíamos si esto sería el comienzo de algo serio, el tiempo que pasamos juntos me hizo sentir aceptada y apreciada.

Al final de la noche, Alejandro me acompañó a casa. Nos despedimos con un abrazo cálido y, antes de que entrara a mi casa, me dio un suave beso en la mejilla. Me sentí flotando en una nube de felicidad y esperanza. Era una sensación nueva y emocionante, que me hizo sentir que tal vez, después de todo, estaba en el camino correcto para encontrar a alguien especial en mi vida.

Al final, hubo una segunda cita con Alejandro, pero nada pasó más allá de eso. Aunque actualmente somos buenos amigos.

Así, mientras enfrentaba desafíos y vivía momentos de alegría, sentía que cada paso en mi viaje me acercaba más a ser la persona que siempre quise ser.

Vestido Como Novia Para Una FiestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora