~ Hola De Nuevo ~

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Mientras me acercaba a Cristian, los nervios se convirtieron en una oleada abrumadora. Sentí que mi respiración se volvía rápida y superficial, y mis manos comenzaron a sudar. El corazón me latía con tanta fuerza que casi podía oír su ritmo en mis oídos. Mi visión se nubló un poco y el mundo a mi alrededor parecía girar.

Cristian aún no me había visto. Observé cómo se movía de un lado a otro, esperando. La ansiedad se apoderó de mí con más fuerza, y tuve que hacer una pausa para intentar calmarme. Me detuve un momento, apoyándome en una pared cercana y cerrando los ojos para intentar recuperar el control.

Respiré profundamente, tratando de recordar lo que me había dicho mamá: "Todo saldrá bien". Pensé en sus palabras y en todo el esfuerzo que había puesto en prepararme para este momento. Intenté enfocarme en el hecho de que Cristian estaba a punto de verme y en cómo esto podría ser el inicio de algo significativo para ambos.

Me di un par de minutos para recomponerme. Me apliqué un poco de agua termal en la cara para refrescarme y me aseguré de que mi maquillaje estuviera intacto. Respiré hondo varias veces y me obligué a sonreír.

Finalmente, me sentí lo suficientemente tranquila como para seguir adelante. Mi corazón todavía latía rápido, pero me sentía más preparada para enfrentar el momento. Caminé hacia donde estaba Cristian, con pasos firmes pero nerviosos, tratando de mantener la calma y la seguridad.

Cuando estuve a una distancia razonable, Cristian levantó la vista y sus ojos se encontraron con los míos. Su expresión cambió de sorpresa a pura felicidad. Sus ojos se abrieron con admiración y una amplia sonrisa se dibujó en su rostro. Parecía totalmente impresionado.

Cristian permaneció en silencio, pero su mirada lo decía todo. Estaba claramente maravillado con lo hermosa que me veía. Su expresión de asombro y la forma en que me miraba hicieron que mi ansiedad se desvaneciera un poco, dándome la confianza que necesitaba para continuar con la cita.

—Hola de nuevo, Cristian —dije, tratando de mantener la voz firme y alegre.

Cristian asintió con la cabeza, aún sin poder apartar la vista de mí. Su reacción tan cálida y positiva me hizo sentir mucho más segura y aliviada.
Finalmente logró recomponerse, aunque su nerviosismo era evidente. Con una sonrisa tímida, finalmente se dirigió a mí.

—Hola, Luna —dijo, tratando de sonar relajado, pero sus palabras temblaban un poco—. Te ves… ¡increíble…! —dijo con un suspiro, como si tronado mucho plástico de burbujas.

Su comentario, aunque simple, estaba cargado de sinceridad. La forma en que me miraba y el esfuerzo que hacía para controlar su nerviosismo me hicieron sonreír con más confianza. El pequeño silencio incómodo que siguió nos permitió a ambos ajustarnos a la situación.

—Gracias, Cristian —respondí, tratando de transmitir mi gratitud y alivio a través de mi voz—. Tú también te ves muy bien.

Cristian se rió nerviosamente, y pude notar cómo el ambiente comenzaba a relajarse poco a poco. Su sonrisa se ensanchó y su mirada se volvió más cálida. Parecía que ambos estábamos aliviados de que la primera impresión fuera tan positiva.

—¿Vamos a dar una vuelta? —preguntó Cristian, intentando romper el hielo y empezar la cita de manera más fluida.

—Claro —dije, aliviada de ver cómo la conversación comenzaba a fluir—. Vamos.

Empezamos a caminar juntos, y el nerviosismo que había sentido antes se transformó en una anticipación agradable. La compañía de Cristian y su actitud sincera hicieron que la cita comenzara de la mejor manera posible.

Luna y Cristian caminaron por la plaza, disfrutando del ambiente animado y de la compañía mutua. Cristian, queriendo ser un caballero, se volvió hacia mí con una sonrisa amable.

—¿Te gustaría tomar un café? —preguntó—. ¿Ir a ver tiendas de maquillaje? ¿Ver una película? ¿Buscar CDs de tus bandas favoritas? ¿Algo en especial?

Su preocupación por hacer que la cita fuera perfecta me hizo sonreír. Era un gesto tierno que me dio una sensación de calidez.

—Tranquill, Cristian —respondí con una ligera risa—. Agradezco mucho la atención, pero qué te parece si en lugar de lo típico, ¿hacemos algo un poco diferente? Siempre he querido ir a los Arcades. —como chico, había ido mil veces. Como Luna, jamás.

Cristian se detuvo por un momento, sorprendido por la propuesta. Sus ojos se iluminaron con una mezcla de curiosidad y entusiasmo.

—¿Arcades? ¡No esperaba eso! —exclamó—. Pero suena genial. ¡Vamos!

Su reacción me hizo reír. La idea de ir a un lugar tan divertido y casual me pareció perfecta, y ver cómo Cristian aceptaba la propuesta con tanto gusto hizo que me sintiera aún más a gusto.

Nos dirigimos hacia los Arcades, donde la atmósfera estaba llena de luces brillantes y el sonido de las máquinas de juegos. Era un lugar que me traía buenos recuerdos y, aunque en el fondo seguía siendo el mismo chico que siempre había sido, el simple hecho de estar allí con Cristian me hizo sentir que todo estaba en su lugar.

Mientras caminábamos hacia el área de juegos, Cristian me miró con una mezcla de admiración y entusiasmo.

—No puedo creer que esté en una cita en los Arcades —dijo, sonriendo—. Pero estoy encantado de estar aquí contigo.

—Yo también estoy encantada de estar aquí contigo —respondí, sintiendo que esta cita estaba saliendo mucho mejor de lo que había imaginado.

Mientras estábamos ahí, varios chicos en el lugar se sorprendieron al ver a una chica tan femenina jugar tan bien. La combinación de mi atuendo y mi habilidad para los juegos llamó la atención de algunos, y pude notar miradas de admiración y curiosidad.
Me sentí rara, si bien podía ser una situación incómoda a mí me resultaba algo excitante saber que tantos chicos quisieran estar conmigo ahora mismo.

Después de varias rondas de juegos, en las que, para mi sorpresa, conseguí ganar más de lo que había esperado, Cristian, con una sonrisa juguetona y un poco cansado, se volvió hacia mí.

—Bueno, ya perdí varias veces y sinceramente no quiero que me humilles más—dijo, riendo—. ¿Qué quieres como premio de victoria?

Pensé por un momento, considerando qué podría pedir que fuera sencillo pero satisfactorio.

—Un helado —respondí con una sonrisa—. Me encantaría un helado.

Cristian asintió, encantado con la idea.

—¡Perfecto! Vamos a buscar uno —dijo, llevándome hacia el carrito de helados cercano.

Mientras caminábamos, sentía que la conexión entre nosotros se fortalecía con cada paso y cada risa compartida. Era una cita divertida y casual, algo que no había esperado, pero que resultó ser justo lo que necesitaba.

Vestido Como Novia Para Una FiestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora