Un Amor Invisible - Capítulo 7

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CAPÍTULO 7:

Yo evitaba mirarlo a los ojos porque sabía que si pasaba eso… íbamos a terminar besándonos, pero pasó lo que nunca imaginé. Él juntó sus labios con los míos y terminamos besándonos, él me agarró de la cintura y yo estaba totalmente dura; lo amaba de verdad, sentía como los pedazos rotos de aquel día se volvían a unir… Me desvanecía en sus brazos, cada vez me hacía quererlo más; pero todo eso terminó cuando tocaron unos nudillos en la puerta, nos sobresaltamos, nos miramos a los ojos y los dos reímos; él se arregló el pelo que tenía desordenado y yo me senté en un borde de la cama, disimulando lo que había ocurrido. Era Jeremías, su hermano, diciéndonos que ya estaba la comida; fue tano lo que había pasado que ya nos habíamos olvidado la hora que era.

Cuando nos dijo eso Jeremías, Manuel le dijo que ya íbamos a bajar; cerró la puerta, me observó , mientras yo sentía sus ojos clavados en mí a pesar de que yo estaba con la cabeza mirando el piso, veía cómo se acercaba hacia mí y se agachó para mirarme a los ojos, levantó el mentón y me dijo:

-Te amo, te amo tanto… y no como amigos

Me volvió a besar por unos… no sé tal vez, minutos, segundos, pero ese momento fue el mejor de toda mi vida. En un momento me soltó y dijo:-“¿Qué me está pasando Juli, qué nos está pasando?. Yo le sonreí y lo volví a besar.

 Luego nos acordamos que teníamos que ir a cenar, entonces bajamos y había mi comida preferida: Arroz. Era mi día de suerte la verdad; tomé asiento y como siempre Manuel se sentó junto a mí; comimos y ayudé a Mariela a ordenar la cocina.

Después subimos nuevamente a la habitación de Manuel, con él. En el cuarto, ya estaba preparado un colchón para dormir, a un lado de su cama; estaba tan cansada que sin pensarlo me tumbé en aquel. Sentía como él me observaba, me estaba por dormir o básicamente en entrar en “estado de coma”, como siempre…, y empezó a vibrarle el celular a Manuel, era Catalina. Me desilusioné al recordar que aún ellos salían juntos; él hizo una mueca de disgusto y atendió su celular; ella le decía que si quería salir mañana y el aceptó pero dijo que estaba conmigo entonces le preguntó si yo también podía ir con Flor, quizás y Catalina también aceptó.

Al otro día…

Me desperté a las tres de la tarde; me senté en el colchón entre dormida y observé a Manuel, despeinado, dormido, estaba hermoso, estuve contemplándolo unos minutos y luego le pasé la mano por el rostro notando sus perfectos rasgos, le corrí un mechó de pelo que estorbaba en su cara y se movió, se estremeció y se volteó para mirarme a los ojos y me dijo:

-Hola princesa

-Hola- le contesté, sonrojada-… Manuel, tenemos que ir al parque con Catalina y Flor a las cuatro y media

-Ah, sí cierto, ya me había olvidado- me respondió

Se levantó y se cambió rápidamente, estaba más hermoso que los anteriores días… sacudí la cabeza para no volver a recordar eso, ya que era novio de mi “ex” mejor amiga.

Después de unos minutos…

A las cuatro y media en punto ya estábamos en el parque, sentados en una banca, esperando a Flor y a Catalina. Unos cinco minutos después aparecieron por el sendero caminando hacia nosotros; Flor mirándome para ver cómo estaba después de aquel día horroroso en el cumpleaños de Catalina y, Catalina corriendo con los brazos abiertos hacia… obviamente Manuel. Cuando él se paró para abrazarla también y juntaron sus cuerpos con ella, sentí como los pedazos que había arreglado ayer el mismo Manuel, se despegaban y se volvían a partir en mil pedazos más chicos; él la alzó y le empezó a dar vueltas, y yo, estaba a punto de ir y separarlos pero no podía, quién era yo para hacer eso.

Flor mirándome con atención a mis reacciones…

 Me desvanecía por dentro, parecía que se notaba tanto porque Flor me abrazó y me preguntó si me encontraba bien, era obvio que no, me sentía tan mal que no le contesté. Me quedé paralizada por la situación que estaba en frente mío, ellos dos agarrados de la mano, abrazados, besándose y recordé el momento en que nos habíamos besado nosotros; recordé ese momento tan perfecto, pero parecía una mentira, una ilusión, algo que nunca más iba a pasar. Volví a la realidad, Flor abrazándome, Manuel y Catalina sentados en un banco lejos de nosotras, hablando y yo…Bueno, yo, con un dolor en mi pecho, que sólo él podría arreglarlo.

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