III.

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"¿Cómo quedamos tan hastiados? No lo sé,  ¿fueron las mentiras blancas alimentando nuestros egos?
— Set It Off.

       └──────── °∘❉∘° ────────┘

– Deja de tocarlas, se te van a infectar y eso será peor.

– No las he tocado, estaba viendo si realmente estaban ahí. — Puso sus brazos por la espalda, estirándose. – Es raro que no me duelan, pero si siento que tiran bastante.

– Te acostumbras con el tiempo.

Dabi y Ao caminaban por callejones que estaban cerca de su locación, tal como había sido ordenado, ahora ambos iban a buscar aliados o algo que les sirviera para subsistir mientras podían.
Habían salido temprano por la mañana, cuando las calles estaban completamente vacías.

La ojirosada acomodó su barbijo para dejar en paz la grapas que ahora decoraban su rostro, sus brazos también las portaban y de esas si podía quejarse, ya que el roce de la chaqueta si le hacía doler un poco, pero nada que no pudiese soportar.

Metió las manos en los bolsillos tratando de seguirle el paso a Dabi de cerca, era increíble que hasta un simple callejón le era interesante, una semana encerrada era demasiado. Necesitaba volver al exterior.

– Debes estar dispuesta a matar si es necesario. — Comentó antes de asomarse a revisar que no hubiese nadie. – Al menos así trabajo yo, lo que no sirve es leña para el fuego.

– Que referencia más graciosa, me gusta. — Soltó una pequeña risita. – Tranquilo, ya me preparé mentalmente para esto.

Si era honesta, aún le daba miedo la idea de acabar con la vida de alguien, ya lo había tenido en mente y casi lo hizo anteriores veces — sin contar lo que hizo hace unos años, claro — pero podía hacerlo como método de desahogo, después de todo si Dabi mataba criminales inservibles no había nada de malo, ¿no?

– Eso espero porque creo haber encontrado candidatos. — Volteó a verle con una sonrisa.

– Tengo la leve sensación que tu tienes una excusa eso de buscar aliados, solo para matar gratuitamente.

– A veces. — La del barbijo rodó los ojos, no debía de sorprenderle aquello.

Se puso a su lado para ver de quiénes se trataba, en la calle de enfrente había un grupo de chicos que no debían de sobrepasar los 20 años. Le llamaba la atención que estuvieran cerca de bares y que estos estuviesen abiertos tan temprano por la mañana, eran cerca de las siete.

– ¿Cómo logras identificar que son villanos y no civiles comunes y corrientes?

– Hago investigaciones antes, pero no todos ellos son villanos, ya verás a qué voy. — Salió del callejón caminando con tranquilidad.

– Ya veo. — Contestó al notar que dos de ellos, al verles, se despedían de su grupo de amigos.

Dos gemelos de apariencia gatuna comenzaron a caminar hacia ellos, sus cabellos eran albinos y sus ojos de una tonalidad grisácea, casi de la misma estatura de su acompañante, ambos traían una sonrisa bastante cautivadora y que fácilmente enamoraría a cualquier persona que se le cruzase en frente.

Dabi hizo una seña con sus manos y los cuatro se metieron en el callejón de la calle siguiente, si Ao lograba aprender algo del azabache, era que le gustaban bastante los callejones.

– Cuando hablemos con ellos, tu ubicate al otro lado. — Le susurró. – Si tratan de escapar, ya sabes qué hacer.

Se alejó unos centímetros del ojiturquesa para acomodarse con el gemelo de la izquierda, el chico ni se inmutó ante la presencia de Ao, el que más le preocupaba era la persona que había puesto su brazo al rededor del cuello de su hermano.

Kinesis || BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora