Capítulo 6

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-Hola niños y castores. –nos saluda. –Soy Santa Claus.

-Creía que no había navidad en Narnia. –dice Lucy.

-Y así es, pero las cosas están cambiando, pequeña. –le responde. –Os traigo regalos. –anuncia sacando un frasquito con un líquido del trineo. –Lucy, esto es para ti, con una gota podrás curar cualquier herida, y espero que nunca debas usar esto. –dice sacando una daga.

-Soy más valiente de lo que crees. –responde la pequeña.

-Y no lo pongo en duda. –dice él. –Susan, -la llama. –esto es para ti. –le entrega un arco con flechas rojas y un cuerno. –si lo haces sonar alguien acudirá en tu ayuda pase lo que pase.

-Gracias. –dice ella.

-Noah. –es mi turno. –Se camuflan bien. –me tiende dos abanicos negros con las puntas moradas. -¿Sabes lo que son o cómo se usan? -No tiene que explicarme lo que son porque ya lo sé, es más, sé utilizarlos. Tienen en la punta un filo que si está bien afilado y se saben lanzar mataría a una persona de un solo corte. Los abro y los lanzo contra una rama, estos la cortan y vuelven a mí, así que los atrapo en el aire.

-Parece que están afilados. –le digo con una sonrisa ladina.

-Sí, eso parece. –responde él. –Y toma, esto también. –me da una espada con una piedra del mismo morado que los abanicos y con el mango negro.

-Gracias. –le digo para volver con los demás.

-No sabía que supieses hacer eso. –dice mi hermano en un susurro.

-Hay muchas cosas que no sabes de mí. –le respondo.

-Jake, -lo llama Santa. –esto es para ti. –le entrega una espada negra como la mía pero esta tiene la piedra azul. –Y esto. –le da un puñal a juego de la espada. Mi hermano vuelve a mi lado y le toca el turno al mayor de los Pevensie. –Peter. –a este le entrega una espada que en lugar de tener piedras como la de mi hermano o mía tiene la cabeza de un león. También le entrega un escudo con el logo del mismo león. Se despide de nosotros y se va.

Me guardo los abanicos en las mangas, uno en cada una, y me coloco la espada y el cinturón. Los demás están haciendo lo mismo y una vez acabamos reemprendemos el viaje. Llegamos al río y doy un paso sobre el hielo, pero este se rompe y casi me caigo, digo casi porque uno fuertes brazos me rodean por la cintura en el último momento impidiendo que me cuele y caiga al agua. Miro a mi salvador, es Peter.

-Gracias. –le digo separándome de él.

-¿Estás bien? –yo sólo asiento con la cabeza.

-Iré yo delante. –dice el castor.

Mientras avanza va dando golpecitos con la cola para asegurarse de que el hielo no se rompa. Vamos uno tras otro y despacio, estamos casi llegando a la punta cuando los lobos nos sorprenden, nos tienen rodeados. Peter desenvaina su espada y Jake y yo hacemos lo mismo. Lucy se esconde detrás de mí y Susan tras Jake, detalle que no paso por alto. Los lobos no parecen intimidados por nuestras espadas y siguen avanzando hacia nosotros.

-Baja eso, chaval. –dice el lobo que parece el líder. –Vas a hacer daño a alguien.

-Esa era la idea. –murmura mi hermano.

-Agarraos a mí. –dice Peter.

Sin dudarlo obedecemos y este clava su espada en el hielo, rompiéndolo así. Todos quedamos en un pedazo pero al ser tan pequeño no me agarro bien a Susan y me resbalo, cayendo así al agua helada. Oigo a lo lejos como gritan mi nombre pero estoy muy ocupada luchando contra la corriente y el hielo. Tras un esfuerzo inhumano y un largo rato nadando en agua helada logro salir arrastrándome a la orilla. No paro de toser por la gran cantidad de agua tragada y me tumbo en la orilla tratando de respirar.

-¡Noah! –oigo gritar a Peter. –Noah. –dice una vez que se coloca a mi lado, me incorpora un poco y me abraza. –Qué susto me has dado. –susurra aún abrazándome.

-¿Estás bien? –pregunta Jake llegando a mi lado con los demás. Cuando escucha a mi hermano me suelta y nos alejamos.

-Sí, estoy bien. –me ayuda a levantarme y me quita el abrigo empapado. De todas formas creo que ya no lo necesitaré, está empezando a hacer más calor. Por eso vino Santa, y por eso se derrite el hielo, estamos acabando con el invierno como decía la profecía.

-Vamos, tenemos que seguir. –dice la señora castor.

Vamos caminando por el bosque, llevamos un par de horas y ya estoy prácticamente seca. Lucy y los castores van delante charlando, después van Peter y Jake charlando de algo y atrás del todo vamos Su y yo.

-Le gustas. –me susurra.

-Ya, claro. –le respondo sarcástica.

-Que sí, se volvió loco cuando te caíste al agua y luego, cómo te abrazó, lo dejó todo claro, le gustas mucho. –insiste.

-Sólo se asustó, me tiene cariño, pero me ve como a una hermana o una amiga, no como algo más, ya lo ha demostrado varias veces. –respondo triste.

-Ohhhh. –Susan me abraza y decido cambiar de tema.

-¿Y tú? –le pregunto.

-¿Qué pasa conmigo? –pregunta desinteresada.

-La pregunta es qué pasa con vosotros, os he visto muy juntitos cuando el ataque de los lobos. –le digo pícara.

-¿Pero qué dices? –se queja.

-Lo que veo. Le gustas.

-¿De verdad? –pregunta con los ojos iluminados.

-Que sí. –una sonrisa se forma en su rostro y sus mejillas se sonrojan ligeramente.

-Hemos llegado. –nos anuncia el señor castor. 

Las Crónicas de Narnia IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora