Fuerte de guadalupe

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La vida, pasa, todo pasa, pero mis deudas siguen. 

Me encuentro en fuerte de guadalupe, un lugar bastante tranquilo, el olor de los arbustos junto con los pinos hacen un aroma increíble, esto me agrada, ojala mi vida no fuese cómo la de estos árboles que se mueven con el viento.

- ¿Cómo pagare mis deudas? El negocio ésta bajo, los puntos los quieren los novatos. 

Necesito encontrar mejores respuestas. 

Sé que mi hermana necesitaba el dinero, pero me arriesgué a tomar mitad y mitad, los puntos de venta me sirven de mucho, pero por ahora no tengo nada. 

- Carlos que estás haciendo con tú vida, ahora es el punto de retroceso, ahora estas metido en algo grueso. 

Voy caminando mientras veo a Carlos sentado en una banca, observando los árboles.

- ¡Carlos!  

- ¿Erick?

- Vamos hermano, no corras de mí, sabes que ahora es el momento de hablar.

- Mejor lárgate antes que estés en problemas, no puedes ayudarme.

- Hermano en las buenas y las malas. 

- Deja esa basura de lado, es hora de lanzarnos a la realidad.

- ¿Cual realidad? Vamos tenemos 15 años y dices vivir otra realidad.

- No entenderás de lo que hablo mi vida no es un juego, soy un jodido adolescente.

- Ahora me escuchas. 

- No voy a escuchar nada.

- Estas seguro "HERMANO".

- Cállat...

Le suelto un golpe macizo. 

- Do de acabas esdo. 

- JAJAJA Calla...

¡Puumm!

Se escucha el crujir de las hojas mientras los golpes suenan, unos al pasto y otros al cuerpo.

Sangre y sudor vemos caer el uno del otro. 

- Lárgate ya. 

- No me iré, tienes que reflexionar. 

-Reflexionar qué, ahora es cuando menos quiero pensar.

- ¿Qué pasa Carlos? 

- Mejor cállate, antes que termine quitando la sonrisa bonita de tú rostro. 

- Ven y comprueba si puedes. 

- ¡Ahhhh!

- Tú ganas Erick, siéntate. 

- Dime, de frente, no huirás de mí.

- Siéntate ya joder.

- Ahora es el momento de contarte. 

- Debo 130 grandes.

- ¿Grandes?

- Miles de pesos.

- ¿Por qué me dices esto ahora?

- Debemos pedir prestado ahora mismo, vamos. 

- No, no es el momento Erick, nadie me dará prestado, fui con Richard y...

Interrumpo rápido. 

- El del puesto de hamburguesas

Abre los ojos cómo quien ve un fantasma. 

- ¿Cómo conoces a Richad? (Su mirada se tornó desesperada)

- Ja, ¿pensabas que era un niño jugando al detective?

En realidad si era un niño y si jugaba al detective.

- ¿Cómo jodido sabes eso?

- Busque las pistas y uní los cabos sueltos que dejabas. 

- ¡Nooo!, haz cometido un error Erick, ¡Erick no!.

- Ahora sabrán quien eres y tú familia correrá riesgos.

Mi corazón se paró milésimas de segundo mientras escuchaba esto.

- ¿Cómo?

Silencio incomodo...

- Me... me... me...

- Joder Carlos, escupe sin problemas. 

- Me metí con el jefe.

- ¿Quién rayos es el jefe?

- El jefe es el máximo vendedor de drogas 

Nuevamente ese sentimiento de parálisis en el corazón. 

- Carlos, por qué no hablaste conmigo de esto. 

- Erick, las cosas no son fáciles, menos sin un padre.

Tanto tiempo de conocernos y yo sin saber que él no tenía un padre. 

- Vamos, tenemos que tocar algunas puertas y hacer algunos negocios. 

Mi mente no analiza lo que estoy haciendo. 

- Camina. 

- Espera, que vamos hacer. 

- Tú sólo camina. 

Llegamos a su casa.

- pasa, mamá se encuentra fuera de casa, vamos sube a mi recamará.

- Toma, me da una Beretta 92 de 9mm. 

Mis ojos lo ven con miedo y desesperación. 

- ¿Eres niña o por qué no tomas el arma?

- Rayos Carlos es un arma. 

- Sí ¿Algún problema?

Me apunta con una glock 26 gen 5.

- No Carlos esto está mal. 

- Cállate y toma esta arma. 

- No la tomaré.

- Vivir o morir, ahora es tú destino. 

Mi destino era ser popular no un portador de armas.

- Me largo. 

- No te puedo dejar ir, Erick. Estás conmigo o estas sin mí. 

Me detengo pensando en lo que pueda pasar.

Ciento una pistola en mis costillas, ahora toma esta arma y sígueme.

- Carlos la tomaré, pero no estoy seguro que la solución sea matar a alguien.

- No mataremos a nadie, no por ahora.

- ¡Carlooos!, sólo es por seguridad. 

- Vamos a la cochera.

- Sí, respondo rápidamente. 


Sin pensarWhere stories live. Discover now