De Excusas, Quidditch y más Excusas.

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A medida que entraban en Noviembre, el frío se volvía más intenso. Harry había pensado que Draco iba a contarles al resto de sus amigos no Gryffindors lo que había pasado; pero, por más de que había tenido dos pesadillas más y que en todas el rubio le hubiera tratado de la misma manera que la primera vez, ningún Slytherin vino a decirle nada.

No se equivoquen, Harry no decía que Draco era un soplón o cosas así; si no que el resto de sus amigos se preocupaban tanto como él y era casi seguro que empezarían a sobreprotegerlo demasiado por sus extrañas pesadillas; incluso, quizá, podrían instalarse una guardia al lado de su cama para estar allí, reconfortándole cuando pase.

Obviamente, ahora su relación con Draco había ido más allá; el rubio ya no le permitía dormir solo, o eran los dos en la misma cama, o juntar las camas para formar una grande. No había opción ni lugar para replicas. El otro detalle era lo mismo que él había creído que pasaría si los demás se enteraban: ahora estaba muy sobreprotector y no le dejaba un minuto; quizás, solo cuando estaban Hermione y Neville, quienes ahora se veían mucho más relajados que antes frente a los Slytherin.

Por otro lado, ¡la estación del Quidditch había comenzado!

No es como si a Harry le encantase entrenar en las frías mañanas, pues ahora Flint creía que como el sol salía más tarde, sería más conveniente para que no le vean; para colmo, en los dos únicos días libres de toda su semana. Pero él amaba volar, amaba el Quidditch y también había hablado mucho con sus nuevos compañeros de equipo; no eran tan malos como alguna vez creyó.

El próximo sábado sería su primer partido, era contra Gryffindor, y Harry estaba que saltaba de la emoción. Cuando estuvieron a un día de este, decidieron que era hora de salir de la Sala Común; pues con todas las tareas y el frío, la mayoría optaba por quedarse dentro de su Casa, muy cerca de la chimenea.

Harry había salido junto a Pansy y Blaise, ya que Draco había estado terminando un ensayo grupal con Theo; iban caminando muy enfrascados en una conversación sobre las apuestas que estaban haciendo los gemelos Weasley de los resultados de mañana.

-Los Gryffindor no han encontrado un buscador digno, y ahora se van a hundir en su propia mierda- Dijo Blaise, de la forma más estirada posible; Harry se echo a reír, Pansy mostro una pequeña sonrisa, que luego se agrandó.

-Llegamos- Comentó, habían ido a uno de los robles cercanos al Lago Negro; Harry recordaba con cierta diversión que él creía que allí iban a planear cosas, pues siempre había una cantidad amplia de Slytherins a todo horario.

Resulta que allí era el único lugar donde nadie llegaría a escuchar sus conversaciones entre amigos, así podían charlar normalmente y mantener su máscara en clase al mismo tiempo.

-¿Cuál es el honor que les impulsa a hablarme?- Potter no era idiota; había notado como Zabini escondía sus manos en los bolsillos o jugueteaba con ellas más de lo normal, también notó cómo la mirada de Parkinson caía en él cada cierto tiempo. Los tres se sentaron tranquilamente y la chica colocó un hechizo silenciador a su alrededor.

-Tenemos dos dudas, Harry- Empezó la de cabellos cortos.

-Te estamos preguntando directamente a ti porque eres nuestro amigo y no queremos averiguar esto a tus espaldas- Siguió, cuidadosamente Blaise.

-Disparen, chicos- Dijo Harry sonriéndoles, ambos Slytherin se miraron en un mutuo acuerdo.

-Escuchamos lo que sucedió con el Trol, Harry; si bien jamás saldrá de la Sala Común, la mayoría de nuestro curso ya sabe lo que verdaderamente ocurrió y lo que tú dijiste- Al azabache se le borró la sonrisa de golpe.

Reviviendo una vida: Harry Potter y la Piedra Filosofal. Más adelante Drarry.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora