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¡Benjiro!

El joven albino regresaba de un exhausto viaje, llegando a la mansión de su mejor amigo.

Vaya, hasta que al fin regresas. —dijo el rubio riendo un poco, abriendo las puertas a su amigo.

¡Sí! Tengo tanto que contarte del mundo humano.

—Antes de eso, ¿me la trajiste?

—¡Claro! Espera, ¡traigan a la presa! —le ordenó el albino a sus guardias, a los minutos ambos llegando con una doncella que tenía una mirada desesperada. La agarraban de los brazos.

¡¿Porqué me trajeron aquí?! ¡Por favor ayúdeme! —dijo la mujer con desesperación mirando al joven rubio.

Vaya que las mujeres inglesas son bellas. —dijo el rubio mientras sonreía.

¡Lo sé! Fue divertido llevarla. ¿Dónde quieres que la dejemos?

—¡Por favor, tengo esposo e hijos esperándome en casa!

—Por favor pasen, pueden enviarla a las mazmorras. —dijo el albino con una sonrisa tranquila, abriendo paso a los guardias de su amigo.

Obedézcanlo.

—Sí, señor. —ambos guardias llevaron a la doncella a los adentros de la mansión.

Veo que ya le clavaste tus colmillos. —comentó el rubio, con cierto fastidio.

Sé que la querías pura, pero tenía que comprobar que su sangre era de calidad.

—Ya veo, no sucede nada, ¿qué es lo que querías contarme?

—Inglaterra fue tan interesante, y tan entretenida.

—Me alegra que te hayas divertido.

—¡No fue todo! Conocí a una humana ahí, dejando de lado a todas las presas que tomé, ella fue la única la cuál... no se asustó por mi aspecto vampirico.

—¿Sí?...

—Prometí volver a verla en unas semanas... ella vendrá a vivir conmigo.

—Karl, ¿acaso tú?...

—Me he enamorado de una humana.

¿Porqué lo hiciste? [𝘒𝘢𝘳𝘭𝘏𝘦𝘪𝘯𝘻]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora